Observador Auto-referente

México está en venta. ¿Quién da más?

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Al parecer los propietarios de este país -en lo colectivo- no hemos logrado crear la identidad de México que incluya nuestros verdaderos potenciales. Tan es así que casi cualquier país que llega a nuestras tierras lo vemos con gran admiración y más grande que nosotros, inclusive a los países más pequeños los hacemos grandes y todo esto porque nos minimizamos inconscientemente.

Si hiciéramos un acto de consciencia y respondiéramos a la pregunta “¿cuánto le he invertido a México?”, me podría imaginar que la mayoría estaríamos muy cerca del cero o en el cero. Cuando tenemos algo que es nuestro y tiene valor, normalmente lo cuidamos, le damos mantenimiento o le invertimos para mejorarlo y subir este valor. Eso sólo sucede cuando tenemos ese sentido de pertenencia, y creo yo que es por ello que la mayoría no invertimos en México, porque no lo vemos como nuestro.

Invertir en México se podría ver simple, aunque requerimos observar más profundo desde ese sentido de pertenencia para hacerlo realidad colectivamente. Es analizar lo que podemos aportar para que nuestro país mejore, desde lo particular y hacia lo colectivo. No me refiero a un simple dar o ser mejor, me refiero a una evolución consciente que genera un cambio que nos traiga mayor valor como entidad integral.

Hoy siento que estamos en un momento de que todos seamos parte para crear ese cambio que nos permita alejarnos de obtener siempre los mismos resultados y que al final no nos alcanza para declarar que lo logramos, dando vuelta una y otra vez en el mismo lugar.

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Foto: Presidencia de la República.

Al final terminamos viendo a los de afuera, comprándonos y buscando ser como “los otros” en lugar de SER MÉXICO, más allá del sombrero, el tequila y la fiesta. El mayor valor que tiene nuestra tierra es su gente y lo sabemos, lo hemos demostrado ante momentos difíciles pero algo sucede que se pierde al pasar los eventos trágicos y regresamos a lo que no nos gusta ser, una sociedad polarizada.

Invertir en México inicia con empezar a vernos como uno solo. Es sentirnos parte y participar como ciudadanos en lugar de soltarle toda la responsabilidad a los liderazgos políticos para después buscar culpables. Actuar como los dueños de México.  Al tenerlo claro y vivirlo, cambia la perspectiva y por lo tanto podemos cambiar la realidad. Mas allá de ser críticos ‒que eso sería estar en el papel de espectadores‒ podemos vivir en una clara participación para crear una nueva consciencia en nuestro país que nos libere de los paradigmas que nos mantienen estancados, y que vienen de nuestro inconsciente colectivo.

Invertir en México es dedicarle momentos de consciencia que nos permitan fluir con nuestros potenciales para unirnos a resolver los grandes retos que tenemos como la pobreza, el hambre y la salud social. Volvernos dueños es saber que nuestras tierras dan suficiente alimento para todos y que podemos repartir y ser conscientes de que si uno no tiene comida, entonces todos estamos involucrados en esa realidad y habrá que resolverla.

Hoy tenemos un país que atrae a grandes inversionistas de todo el mundo. Esto sucede porque nuestra propiedad realmente vale mucho y se vende por muy poco; y nosotros como dueños dejamos que sucedan las cosas que hacen que nuestro México pierda valor. Por otro lado, gracias a que nos desvalorizamos hemos creado un vecino que se la pasa recordándonos lo pequeño que nos sentimos y haciendo de esto una muestra de su poder.

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Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México (Foto: www.cityexpress.com).

Puede verse largo el camino, y aun así, no debería de importarnos ya que nos pertenece. Lo que sí debemos iniciar como acción individual y colectiva es el sentirnos parte y comenzar a ser incluyentes en coherencia con nosotros mismos y nuestros actos, con los demás y con todo lo que México representa. Éste en sí mismo es un primer paso que nos quita de los ojos la distorsión de lo que creemos ser para poder empezar a SER lo que sí somos.

Lo veo como una forma de empezar el camino para darle valor a nuestro México. La oportunidad es vivir en un lugar que no se venda al mejor postor sino a quien puede hacerlo crecer invirtiéndole de forma coherente y cohesiva: los mexicanos. Ya es momento que nos preguntemos “¿cuánto estoy dispuesto a invertirle a mi país? Y del resultado podremos obtener qué tanto “nos sentimos México”.

En México, ¿estamos listos para lo que sigue?

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Antes de responder la pregunta, podríamos analizar primero en qué contexto estamos para observar a lo que nos enfrentaremos en un futuro inmediato. El mundo está cambiando a una velocidad inesperada, y cada vez nos presenta nuevas situaciones que son difíciles de anticipar generando a su vez distracciones que nos alejan de las mejores soluciones. Mas allá de saber que algo sucede y seguir con nuestro día a día, ¿cuántos realmente estamos observando conscientemente?

Si le tomamos una foto a México reflejaría un país con rostro de esperanza. Esto gracias a un gran porcentaje de mexicanos que creen que el actual y nuevo cambio político les salvará de la desesperación del “no pasa nada”, y del contexto de una crisis de incertidumbre económica que muchos esperan que se resuelva. Y no se trata de negar la posibilidad de que suceda, la posibilidad e intenciones están. El tema es que se requieren cambios más profundos y que llevarán más tiempo del que este amplio grupo de mexicanos pudiera esperar.

Al final todo esto es percepción, mientras ayuda mucho para mantener un espacio-tiempo de tranquilidad. El reto más bien sería cómo mantener esta esperanza vigente para lograr cambios trascendentales si ya no se tiene tanto tiempo. Por lo pronto está el camino listo para que los liderazgos políticos, empresariales y sociales entren a un nivel de consciencia que les permita observar y actuar mas allá de sus intereses, para iniciar el viaje y llevar a nuestro país hacia un propósito colectivo que nos permita realmente avanzar.

Nuestro presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, tiene un gran reto mas allá de los cambios que desea hacer y de la intención de pacificación de nuestro país. Requiere construir un liderazgo coherente y cohesivo que le permita iniciar una nueva evolución de la consciencia para entonces en co-creación con los ciudadanos, trazar la ruta hacia el nuevo destino de México. Las intenciones son buenas, el mensaje base puede ser correcto, sin embargo, hay un inconsciente colectivo al que se va a enfrentar y que lo medirá desde la esperanza y el miedo con la vara más alta.

Por supuesto, el mayor reto que se tiene como nación es no dejar al presidente solo. Romper el paradigma de la separación y competencia será clave para que otros liderazgos se unan y, sobre todo, exista una integración de nuestra sociedad que requiere ponerse las pilas para ser parte de este gran proyecto. Por ello, las señales que se den, y el enfoque de un liderazgo que conecte y permita impulsar un país más consciente son la clave para poder avanzar.

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Foto: www.cabecera.mx

No es cambiar todo de tajo, es iniciarlo de forma consciente para motivar a la acción colectiva mas allá de las palabras. Es momento de aprovechar esa creatividad del mexicano y enfocarla;  pasarla de la comicidad al ámbito constructivo y colaborativo. En el momento que la consciencia empiece a crecer en México, no requeriremos de más crisis ni de catástrofes para aprender a sacar nuestros potenciales. Hoy el camino aún no está exento de ello.

Para lograr un cambio se necesita aplicar la auto-referencia para observarnos primero nosotros y dejar de culpar a las situaciones y personas externas de lo que vivimos. Se requiere también de sensibilidad para sentirnos unidos a todo lo que nos rodea y que forma parte de esta realidad para así poder cambiarla. Tendremos que aprender a detenernos para disfrutar más el presente y dejar que la velocidad y ansias del futuro se queden en una experiencia del pasado. Hacernos conscientes de que lo más básico de vivir puede ser un gran inicio para que despierten nuestros sentidos y podamos construir el camino a ese nuevo destino siendo más incluyentes y menos polarizados siendo lo que somos; un solo México.

Hoy en lo colectivo creo que no estamos listos para lo que sigue; ni siquiera lo vemos, por lo tanto, menos podemos anticiparlo. No es sencillo estar preparados mientras estemos en medio de este “inconsciente colectivo” que creamos entre todos y que nos presenta una y otra vez situaciones que nos disgustan. Por si fuera poco, tenemos retos como la integración con las nuevas generaciones y en un futuro corto el impacto que puede traer la inteligencia artificial.

Todo esto no será fácil resolverlo con la mente que tenemos; llena de paradigmas y un sistema de vida construido por el miedo y el enojo. Lo que sí es posible, es dar el primer paso desde una consciencia que nos permita aprender de los conflictos para entonces avanzar en nuestro camino, no sólo dejarlos atrás.

No es positivismo lo que México requiere, es CONSCIENCIA. Nos toca a todos involucrarnos en la solución y empezar hacerlo de forma individual para así sumar a lo colectivo. Es momento de sentirnos parte de la misma tierra y del mismo futuro que creamos entre todos día a día. Si hoy podemos ser conscientes en el presente, lo seremos en el futuro. Ahora sí, cada uno podemos responder la pregunta de forma personal, “¿estoy listo para lo que sigue?”.

México distorsionado en la Era de la Conciencia

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Desde hace unos años las reglas de cómo se mueve el mundo empezaron a cambiar. El hecho más importante en que pudiéramos coincidir es que ya no es sencillo pronosticar el futuro. El resultado del Brexit y la era Trump se convirtieron en realidades que la mayoría no esperaba y en detonadores de una necesidad de cambio. ¿Para qué está sucediendo esto que nos quita el control de anticipar el futuro que tanto nos gusta? Seguro algo tenemos que aprender.

Hoy el presidente más “poderoso” del mundo puede levantarse y, de acuerdo a su estado de ánimo, mandar un “tweet” que se convierta en un impacto de cambio en la economía mundial, tomar la decisión de cancelar un tratado internacional o inclusive, detonar una guerra sin haberlo consultado con sus comandantes militares, algo nunca previsto.

Por otro lado, podemos observar a nuestro mundo separado y en desacuerdo al ver que cada vez requerimos más eventos y reuniones globales para hacer acuerdos; que aun si creemos que estos sirvan para poner orden y generar sinergia, terminan siendo negociaciones de poder y en muchos casos sin un claro impacto global, dándole fuerza a un clima de poca confianza en las relaciones internacionales.

Desde mi percepción, veo que hoy vivimos en un mundo con distorsiones que están siendo creadas por nosotros desde nuestro inconsciente colectivo. Un mundo donde puede valer más el dinero extra en la bolsa, que el darle de comer a una familia que no lo tiene. Un lugar que compartimos creyendo que estamos desconectados de todo, alejados cada vez más de la naturaleza y, sin darnos cuenta también, desconectados con nosotros mismos de forma inconsciente.

Vivimos lejos de la realidad de los potenciales del ser humano, por lo que nos provoca estar distorsionados creando sub-sistemas de poder que, al no ser colaborativos, rompen con el sistema integral y nos alejan de las posibilidades de actuar como eco-sistema. Si lo vemos de forma pragmática y en auto-referencia, esto que nos está afectando, es lo que venimos a aprender y es lo que decidirá si nuestro planeta tierra continúa solo o acompañado de la humanidad.

En México también colaboramos inconscientemente a la distorsión desde este sub-sistema llamado país. Aquí nos polarizamos y nos dividimos; nos alabamos y nos desvalorizamos. Así vamos creando la realidad que vivimos y que nos trae un resultado que al final no nos gusta del todo. ¿Cómo pudiéramos salir de este “ciclo” que parece de autodestrucción?

En los foros globales económicos, sociales y empresariales ‒considerados los “más importantes”‒ donde se comparten los resultados de estudios y nuevo conocimiento, se han propuesto centrar las estrategias de cualquier tipo en un solo punto: el SER HUMANO. Sumando la era de la tecnología y la casi infinita información que disponemos gracias a ello, se habla de un nuevo enfoque para medir el coeficiente intelectual. Venimos haciéndolo desde el nivel del conocimiento y se propone pasar al nivel de atención, buscando responder a los retos de este mundo en constante cambio y distorsionado.

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Foto: http://involucion1410.blogspot.com

Esto se ha tomado en cuenta desde la aparición del concepto de “inteligencia emocional”; incluso desde hace varios años, líderes mundiales han implementado prácticas personales y, dentro de sus organizaciones, con un enfoque alrededor del “mindfulness”, siendo ésta una prueba reciente el éxito en Google. Esto ha podido ayudar poco a poco a obtener mejoras en atención, sin embargo, aún no se tiene un mínimo colectivo para generar un impacto global.

En México podemos entrar a esta nueva etapa de consciencia. Antes de actuar desde los paradigmas y emociones colectivas, requerimos parar, observarnos y encontrar mejores soluciones a nuestros retos desde un país atento a la realidad y a nuestros potenciales. Un lugar donde sumemos y seamos conscientes de que vamos juntos y no separados. Un México auto-referente que aprende y avanza.

Estamos frente a una gran oportunidad de aprendizaje colectivo que nos puede llevar a dos caminos. Construimos un México consciente que nos dé los potenciales para salir adelante o, continuamos en la separación y su distorsión viviendo los mismos resultados repetidamente culpando a todo y a todos mientras no sea “yo”. El reto viene desde cada uno; la pregunta es ¿Hasta dónde estamos dispuestos a romper con la inercia que nos distorsiona para descubrirnos y hacernos conscientes que no vamos solos? No solo es darle respuesta a la interrogante, el camino para lograrlo es actuar; conscientemente.

El camino que el tigre inconsciente no ha visto

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Cambiamos de presidente, México no cambió; es más, aún no ha pasado nada. Para cambiar se requiere romper muchos paradigmas, aprender y crear una nueva consciencia colectiva.

Seguimos en el México polarizado, eso no ha cambiado nada, lo que tenemos enfrente es más bien una oportunidad para observar de forma distinta los conflictos que creemos y creamos a manera personal y en lo colectivo; dándonos cuenta que estamos rodeados de información nacida desde el miedo y el enojo, con informantes manipulados por ese inconsciente colectivo que nos pone una y otra vez frente al huracán, ya que aún no hemos aprendido.

Sigo creyendo que una persona no puede salvar un país, pero sí puede liderarlo a que éste se salve por sí mismo. No se trata de los ideales del líder sino de los colectivos y, por supuesto, se trata de despertar al tigre, pero observándolo desde sus potenciales y no desde el miedo. Hoy el tigre no sabe ni a donde va, simplemente se mantiene adormilado.

Constantemente hemos escuchado que ir hacia adelante es lo que importa; y estoy de acuerdo, siempre y cuando sea el camino que nos permita no sólo avanzar por avanzar sino evolucionar, ya que de nada nos sirve llegar a lo que parece ser un nuevo lugar lleno de posibilidades y tomar un camino que nos regrese una y otra vez a donde hemos estado siempre, sin aprender en lo individual y en lo colectivo. Es claro que, si seguimos viviendo las mismas situaciones y cada vez más fuertes, significa que no hemos aprendido y no lo hemos hecho consciente.

Si en México hay un tigre dormido, es momento de despertarlo. El miedo del que siempre se ha hablado acerca del tigre es el mismo que lo encarcela. Sin embargo, no nos hemos detenido a observar que el tigre está en todos y son los potenciales colectivos de México; que se requiere no de un domador, sino un guía coherente y cohesivo que lo libere y lleve por el camino adecuado para aprender a encontrarse, reconocerse fuerte, ágil y con grandeza.

La libertad que México puede alcanzar es la de creer que sí podemos SER un solo México. Eso lo conseguiremos rompiendo la polarización de nuestro observador inconsciente, desde un México centrado, que nos permite tener claridad para descubrir el camino que nos llevará a un nuevo aprendizaje y así evolucionar para utilizar todos nuestros potenciales.

pulgar arriba México

El principal reto que veo además de tener un buen guía, es que cada uno de nosotros los mexicanos decidamos dar un paso de consciencia, que vaya sumando en lo colectivo la fuerza necesaria para visualizar que tenemos una mejor ruta frente a nosotros y que aún no hemos visto.

Hay un camino que nos espera, llevándonos lejos de ese huracán que nos topamos en cada vuelta que nos regresa al mismo lugar. Creo que la mejor forma para observarla es dejar de vivir en polarización y empezar a crear esa consciencia colectiva que nos permita liberar al tigre emocional de las jaulas del miedo y el enojo, para entonces seguir la ruta de un nuevo aprendizaje.

Somos quien creemos ser desde este inconsciente individual y colectivo. Es momento de vernos como un solo México, callar la mente y emociones, dejar a un lado lo que creemos que sabemos desde ese ego que nos manipula; así podremos enfocar y dar un paso por la ruta que nos lleve a un México consciente de lo que sí somos, de lo que ya hemos visto que podemos lograr cuando estamos unidos. Se encuentran algunos mexicanos iniciándolo, pero hacen falta más para impactar en lo colectivo.

Podemos elegir cada uno de nosotros si seguimos frente al huracán, adormilados desde nuestros paradigmas y creyéndonos separados; vivir la polarización desde nuestro inconsciente para entonces volver a dar otra vuelta que nos enfrente de nuevo a las realidades que vivimos y no nos gustan; pero que, entre todos, día con día, creamos en lo colectivo.

Habrá quien haya observado esto que comparto anteriormente y quien no; pero es claro que si has leído este artículo, de alguna manera hay un propósito para hacerlo presente. La pregunta es: ¿Qué vas a hacer con esto? ¿Darás el paso para sumarte en el camino de SER el México Consciente o elegirás quedarte dando vueltas frente al huracán?

Hoy es 2 de julio, la historia un día después

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Hoy es lunes 2 de julio de 2018 y son las 06:00 a.m. Parece que todo está en calma. Nuestra selección mexicana de fútbol ha sido parte importante para el estado de ánimo en este momento clave para el país. México amanece esperando el resultado de las elecciones, aunque en las redes sociales ya aparezcan varios ganadores. El INE dijo claramente que tendría la noticia certera hasta el amanecer del día siguiente, el día que México no cambió, sólo cambió su próximo presidente.

El día de ayer se han llevado a cabo las elecciones más inciertas de nuestra historia. Ya son las 8:00 am y el INE ha dado los resultados. Como estamos divididos en tres, más de la mitad de los mexicanos siente que su voto no fue útil porque no resultó ganador su candidato, y la mayoría lo dieron a su preferido quien les dijo que sería útil con él. Nuestra selección juega sus octavos de final en una hora y tenemos algo en qué distraernos mientras vamos entendiendo qué sucedió el día de ayer, lo que, de repente, para muchos  no debería importar tanto.

Al final de cuentas, esto ya pasó y sentimos que México tiene que seguir sin afectar el resultado de las elecciones o si pasamos o no al quinto partido en el mundial 2018, aunque tengamos esperanzas en nuestra selección de fútbol. Ya hemos hablado tanto de estos dos temas que sólo queda una cosa: seguir adelante. Casi nadie está seguro de que nuestro futuro presidente y sus secuaces puedan resolver los grandes temas a los que se enfrenta México, casi nadie lo estaba antes de ayer, como quiera que sea. Seguirá la incertidumbre como bandera principal impulsada por el miedo y el enojo colectivos.

En nuestro país existe un gran número de personas que vive más latente esta incertidumbre, aun cuando todos los candidatos presidenciales prometieron que les iban a regalar dinero, no se sabe qué va a pasar con quien ganó. Muchos de ellos tienen una pequeña esperanza y creen que un nuevo presidente puede salvarles de sus problemas; pero hay algo en su interior que no los hace más felices; esto ha pasado antes y, por alguna razón, conocen su realidad, ya que sin importar los resultados saben que seguirán viviendo en la desigualdad y el abandono. Pero, bueno, queda una esperanza, así que es momento de prepararse para ver el mundial.

Mundial Rusia 2018

Nuestra selección mexicana salió con todo este día y lo mejor es que, en el primer tiempo, nuestro equipo se entregó con el corazón y eso nos regala momentos de felicidad entre amigos, compañeros de trabajo o familia. Hay algunos que siguen enojados porque no ganó su candidato, muchos de ellos son los que no creen que la selección vaya a ganar, ven el mundo desde la perspectiva de cómo les ha ido, en lugar de verlo para mejorar.

Salí a caminar por la calle en el medio tiempo, siento que algo va a pasar, no sé por qué. Aprovecho para ir a una tienda de conveniencia, donde soy el único cliente presente y los empleados ven las repeticiones del primer tiempo en una pequeña televisión. Aprovecho para preguntarles, “¿saben quién ganó la presidencia de México?”. Y sólo me responden “qué importa, todos son iguales”. No lo puedo creer, ¿acaso soy el único que estuvo atento a la temporada de elecciones? Mejor compro una botella con agua y me decido a salir del mismo México que vi la semana pasada.

Por la tarde de este lunes cardiaco ya estamos llenos de memes, chats y videos con la mejor creatividad del mundo, la de México. Qué buenos somos para eso, los mejores. Pudiéramos ganar mucho ante el mundo con ese potencial creativo que tenemos, pero sólo lo usamos como una salida a nuestras emociones y nuestros paradigmas, para vivir el inconsciente colectivo de la polarización, y como no lo vemos ni aprendemos, esto sigue creando lo que vivimos.

Ganó quien tenía que ganar las elecciones y también quien tenía que ganar el partido. Nos queda una sola cosa, despertar de este sueño sin dejar de soñar. Es momento de salir adelante y no mirar atrás; hoy tenemos que crear nuestro futuro con lo que tenemos en el presente, empezar a descubrir el México que sí somos, haciéndonos conscientes de nuestros verdaderos potenciales. Con todo esto, hemos aprendido que somos cada uno de nosotros los que podemos crear un mejor país.

Este 2 de julio la selección mexicana nos ha mostrado que lo más importante es luchar con el corazón. Es un día en que los mexicanos probamos de todo un poco para aprender conscientemente, pero ya anocheció y es momento de dormir y tener sueños chingones. Mañana tendremos una nueva oportunidad para despertar y vivir más conscientes, sólo depende de nosotros, de nadie más, ni de la selección de fútbol, ni de nuestro nuevo presidente.

México vs. México, el cuarto debate

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Los mexicanos no nos levantamos cada día pensando y planeando tener un país más violento, más pobre, con una sociedad cada vez más separada o con más corrupción y problemas económicos. Sin embargo, colectivamente creamos resultados que ninguno queremos.

Si México es un gran país lleno de riquezas y los mexicanos somos bien chingones, ¿por qué sucede esto? Desde este cuestionamiento, puede haber muchas respuestas y todas se enfocarían a buscar uno o más culpables.

Si queremos observarlo desde la auto-referencia, la pregunta entonces es ¿para qué sucede esto? De esta forma, nos podría llevar a descubrir ese hilo de situaciones que se repiten una y otra vez, para enseñarnos que hay algo que tenemos que aprender como mexicanos.

Tuvimos la oportunidad frente a tres debates de la campaña presidencial para ser un solo México, motivado a descubrir quién pudiera ser nuestro próximo presidente, y todo parece ser que la perdimos. Nos dejamos llevar por nuestros miedos, enojos y paradigmas, tales que, nos alejaron de un observador consciente para poderlo descubrir. Tres debates y parece que no pasó nada.

Hoy nos encontramos más polarizados que al inicio de las campañas en este 2018; cada uno desde su trinchera inconsciente dividiéndonos como sociedad, desvalorizando al de enfrente y creando un ambiente que no nos gusta; sin darnos cuenta del resultado que esto traerá, y que éste se presentará desde el primer día después de la elección, gane quien gane. Esto es simplemente el proceso de cómo estamos creando nuestra futura realidad colectiva de forma inconsciente, y que igual no nos va a gustar, y no hablo de quién ganó, sino del México que amanecerá ese día.

El verdadero debate se está llevando entre los mexicanos, y éste es un debate generado desde el inconsciente colectivo. Faltan pocas semanas para ese final que es tan real para cada versión de México que vivimos, que no hay una sola versión de ese desenlace.

Creo que tenemos una gran oportunidad para aprender a ser ese México unido y fuerte que sólo somos cuando una amenaza ya creada como realidad nos despierta, y que con el tiempo nos regresa al sueño en el que estábamos. No es algo que sucede de la noche a la mañana, es un proceso de consciencia que empieza desde uno mismo y crece en lo colectivo; tomando en cuenta que habremos de aprovechar voces que puedan llevarlo a la sociedad para integrar más mexicanos y así aprender a pasar al siguiente capítulo de aprendizaje como país.

Dado esto, las preguntas conscientes que nos podemos hacer acerca de quién va a ganar las elecciones presidenciales serían: ¿para qué tendría que ganar MEADE? ¿Para qué tendría que ganar AMLO? ¿Para qué tendría que ganar ANAYA? ¿Para qué tendría que ganar el BRONCO?  Y después preguntarnos: ¿qué realidad nos traería cada uno? ¿Cuál es la que necesitamos para despertar y aprender como mexicanos?

El significado de cada respuesta en lo particular, sumaría a lo colectivo; y ése será el resultado más allá de lo que digan las encuestas, redes sociales y opinólogos. La respuesta se encuentra en este cuarto y último debate que nos queda, México Inconsciente vs. México Consciente.

Para saber de qué lado nos encontramos cada uno de nosotros, sólo hay que observarnos en auto-referencia desde donde estamos viviendo este proceso; desde las emociones y juicios en piloto automático que nos separan, o desde el ser consciente que une al México que sí somos. Y tú, ¿de qué lado estás? Reconocerlo será el primer paso para sumar al México Consciente que podemos ser.

México y el dragón de estancamiento

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En México, ¿sabemos a dónde vamos o nos dejamos llevar en colectivo para ver qué camino seguir?

Cuando empecé a escribir mi libro titulado “Pescador de Oportunidades” ‒el cual espero que esté a finales de este año‒ abajo del título me nació poner la siguiente frase: “El inicio de nuestro viaje existe cuando tenemos un destino a dónde llegar”.

Si nos observamos auto-referentes, podemos ver que en México hemos avanzado bajo la inercia global y la suma de algunos liderazgos exitosos que se han lanzado sin miedo a innovar y generar oportunidades dentro de nuestro país. Por otro lado, hemos aprendido de otros países y sobre todo de nuestro principal socio ‒Estados Unidos‒ que nos sedujo hacia la revolución industrial y la competencia. Debemos reconocer que teniendo en México un potencial de creatividad, al final no lo hemos aprovechado ni le hemos dado la importancia, tal que lo desvalorizamos y termina en “memes”, “olas en el fútbol” y burlas hacia nosotros mismos.

Es momento de preguntarnos cuál es el destino que queremos. Por supuesto, no llegaríamos a una sola respuesta, aunque en lo general la mayoría respondiéramos en automático que “deseamos un México en paz, sin tanta desigualdad, sin corrupción, etcétera”; lo cual es una necesidad que hay que resolver y no un destino a dónde llegar. Hoy no tenemos una visión compartida, y mucho menos un líder en quien confiemos para que tome el timón y nos lleve a nuestro destino.

Esta pregunta tiene mucho significado si estamos por tomar una decisión que nos comprometerá a seis años con un presidente que represente realmente al México que todos queremos. ¿Tendremos al capitán que necesitamos? Eso depende del nivel de consciencia con que lleguemos a la elección.

El desafío que tenemos por delante va más allá de una decisión de voto; es realmente hacernos conscientes de que tenemos todo para construir y modelar el futuro hacia el destino que queremos, reconociendo que no vamos solos y que estamos conectados; por lo que cada acción que hagamos en lo particular termina en una reacción hacia lo colectivo, ya sea de evolución o de retos para el aprendizaje.

Aún tenemos muchos paradigmas colectivos que romper y nuevos que crear. Es necesario salir del círculo vicioso que vivimos y que nos maneja nuestro inconsciente colectivo haciendo que no logremos ver más allá del día a día. Y no hablo del futuro como un resultado solamente, sino de vernos a nosotros mismos colaborando en un entorno que rompa la barrera del miedo y nos permita construir un destino común para nuestro país.

El impacto individual que representa el momento que vivimos en México puede verse reflejado en el “estudio de hogares 2017” que acaba de presentar el INEGI, en el cual menciona que más de 33 millones de mexicanos vivieron al menos un momento de depresión en ese año. Estamos hablando de cerca del 30% de nuestro país, ¿qué es lo que no queremos ver y aceptar de esta realidad para intentar cambiarla?

Es increíble observar que seguimos haciendo las mismas cosas y obteniendo resultados que no nos gustan, una y otra vez. Tenemos frente a nosotros la oportunidad para dejar de buscar un culpable, y entender que cada uno tenemos frente al espejo al responsable de hacer que las cosas sucedan y también al que ha logrado tener a México exactamente en la forma en que se encuentra, pero que, por andar en piloto automático, no lo aceptamos en la realidad.

Al operar el 95% del tiempo desde nuestro inconsciente, no nos queda de otra más que ver nuestra propia vida desde las novelas, series y cuentos que vienen del exterior; y como dice G. K. Chesterton, “los cuentos de hadas superan la realidad no porque nos digan que los dragones existen, sino porque nos dicen que pueden ser vencidos”.

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Hacernos conscientes nos permite crear nuestra propia realidad, y para lograrlo en colectivo requerimos de liderazgos coherentes y cohesivos desde todas las trincheras de la sociedad. ¿Podremos dejar de ver al dragón del estancamiento como un cuento de hadas o tomaremos la decisión de ser México con todos sus potenciales para acabar con la ficción?

México consciente

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No importa el tema o situación, los mexicanos naturalmente lo vemos polarizado. México es un gran país que ha tenido una historia llena de buenas y malas experiencias, donde las buenas las hemos calificado de “muy, muy buenas” y las malas de “muy, muy malas”, en pocas palabras, nos encanta desvalorizarnos o ilusionarnos.

Nuestros grandes potenciales los hemos minimizado, enjuiciamos en contra de los que se han ganado las cosas a costa de esfuerzo definiéndoles como suertudos, y aplaudimos al que lo hizo fácil por tener “el contacto” que lo llevó a ser “exitoso”. Estoy hablando de un código inconsciente que tenemos en México y que podemos observar desde las edades más tempranas, donde es más importante el que grita, hace bullying o copia las tareas, que el que se esfuerza y estudia con ganas de aprender. Esto no es de hoy, es de siempre.

Aprovechando que próximamente tendremos el mundial en Rusia, los invito a observar claramente cómo cada juego que se gane por nuestra selección terminará en una alabanza al equipo y su entrenador; pero el día que lleguen a perder, todo será un desencanto, enojo, enjuiciamientos de cada actor que tendrá la culpa, donde seguro se incluirá hasta nuestros gobernantes como parte del error. Así ha sido, y seguirá hasta que aprendamos la lección. Inclusive lo hacen los medios, naturalmente, para darnos ese momento de debilidad humana, dándole fuerza a nuestra divergencia. No estoy hablando de que no sintamos alegría o tristeza, eso es natural; me refiero a cómo lo polarizamos, llevándolo a su máxima expresión hacia cualquiera de los dos lados.

Si observamos ahora a nuestros gobernantes y lo ligamos al dicho callejero de “tenemos lo que merecemos”, podemos ver que la frase se interpreta en la mayoría de las veces desde la culpa, como un castigo o como algo malo que nos ganamos por elegir mal a nuestros gobernantes; en lugar de ver nuestro reflejo y, siendo auto-referentes, hacernos conscientes de que algo tenemos que cambiar en lo personal para que todo alrededor cambie. Dejar de ser tranzas, corruptos, mentirosos, gandallas, en fin, todos los adjetivos que les ponemos a los políticos y encontramos en el día a día en todo México.  Por lo tanto, nuestro inconsciente colectivo actúa por traernos el aprendizaje que requerimos para hacernos conscientes y nos presenta lo que necesitamos, no lo que merecemos.

Estamos a punto de tener las elecciones que han sido bautizadas como ‒siempre, de forma polarizada‒ “las más importantes de la historia”; donde podemos ver que todas las situaciones posibles de triunfo que hemos generado inconscientemente de forma polarizada, nos llevan al caos por el lado que las veamos, “seremos como Venezuela” o “nos robará todo la mafia del poder”; logrando conectar con nuestros miedos o enojos para que, como “robots”, nos polaricemos a un lado o el otro, maximicemos lo malo y sigamos sin aprender por no estar conscientes de que México puede y ha podido y que esto no depende de uno solo.

Si queremos que México cambie, empecemos por ser auto-referentes y dejar de echar la culpa al exterior de lo que somos cada uno. La oportunidad está en observarnos a nosotros mismos en cada situación; y sin juicios, preguntarnos “¿para qué me sucede esto a mí?”, con la intención de hacernos conscientes cada uno. Éste es un primer paso que puede cambiar la ruta que llevamos al hacerlo colectivo.

Un México consciente es un país unido, que no se ve separado y sabe que todos sus integrantes forman un solo México, porque sólo así, vendrá la libertad, la compasión y la tolerancia que son rasgos de una sociedad camino a la conciencia.

Muchos de los mensajes que andan circulando crean la duda de si llegaremos o no al quinto partido en el mundial, instalando un paradigma colectivo como gancho para preparar nuestra polarización de forma inconsciente; yo creo que sin importar al partido que lleguemos, será una gran participación mientras todos nos entreguemos de corazón ‒equipo y seguidores‒ y dejemos los juicios fuera de lugar.

Para el tema de las elecciones 2018, existen diferentes versiones de quién ganará la presidencia; yo creo que la ganará quien nos traiga nuestro próximo aprendizaje respecto al inconsciente colectivo; y esperemos que ahora sí, después de este resultado, aprendamos lo necesario para tener un México consciente.