La relación bilateral México-Estados Unidos vive uno de los momentos coyunturales más importantes de su historia reciente: el relanzamiento de la relación bilateral con la llegada de la administración demócrata al Ejecutivo de Estados Unidos.
Desde sus primeros días en la Casa Blanca, el presidente Biden ha mostrado que su lema “America is Back” significa que está decidido a posicionar de nuevo a Estados Unidos como uno de los grandes países líderes del mundo. En ese sentido, en las últimas semanas ha desplegado una serie de estrategias que se podrían interpretar como el primer momento de el reposicionamiento de su país. De distintas maneras, las muestras de poder americano han resurgido en todos los sentidos. La estrategia demostrada hasta ahora combina el uso del poder duro, el bombardeo en Siria sobre milicias supuestamente pro-iraníes a finales de febrero, con el poder blando en dos niveles el multilateral y el bilateral.
A nivel multilateral, el acercamiento con sus aliados europeos, en la Conferencia de Munich por ejemplo, fue contundente. El presidente Biden hizo un llamado a reforzar el multilateralismo para fortalecer la alianza transatlántica tanto en materia de defensa como en materia económica y la solución de problemas globales como la pandemia del Covid-19.
A nivel bilateral, es claro que su interés en la región de América del Norte es prioridad. El presidente Biden tuvo reuniones, tanto con el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, como con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. En ellas quedó claro, que una vez más la agenda trilateral se construirá desde lo bilateral y teniendo como centro a Estados Unidos, posicionándolo como líder en la región.
En ambos casos, la cordialidad diplomática del presidente Biden y su equipo quedaron demostradas. Las reuniones fueron por Zoom, de acuerdo a la tendencia de la época que vivimos, y a pesar de la frialdad que una reunión por este tipo de plataformas virtuales puede proyectar, quedó manifestado su interés por plantear la relación desde los temas de convergencia más que desde aquellos que son divergentes.
En el caso de Canadá, el presidente Biden inició la reunión diciendo que el país más importante para Estados Unidos es su vecino del norte y, a pesar de las tensiones provocadas por su iniciativa de cancelar el proyecto del gasoducto Keystone, los temas de convergencia prevalecieron en la búsqueda de soluciones comunes como la pandemia, el cambio climático, la recuperación económica o el reforzamiento de alianzas, como cuando se habló del futuro de NORAD (North American Aerospace Defense Command).
En el caso de México, la reunión del pasado 1 de marzo inició con un gesto de amistad al decir que “si bien la relación entre ambos países no ha sido de vecinos perfectos, si trabajan juntos serán más fuertes y seguros”. El presidente “tendió la mano” a su vecino del sur al decir que “tratará a México como igual”. Esto puede sonar un poco fuerte, e incluso hasta se puede ver como un gesto magnánimo de un país poderoso hacia una nación con menor poder. Pero, frente a la especulación que había en torno a cómo se llevaría Joe Biden con el presidente mexicano López Obrador, que a todas luces parecía tener preferencias por el antiguo inquilino de la Casa Blanca, se debe ver entonces como un gesto de acercamiento importante.
En términos de los temas presentados en la reunión, si bien hay temas parecidos a la agenda con Canadá: la recuperación económica, la pandemia o el cambio climático, el tema de convergencia por excelencia fue el de la migración. En ese asunto ambos mandatarios dejaron claro que las raíces del problema migratorio se tienen que abordar desde los lugares de origen y que la estrategia debe estar acompañada de acciones tanto legales como de gestión.
En ese sentido el gobierno de Biden ha hecho propuestas interesantes que parecen más de tipo doméstico, pero que buscan mejorar el esquema de migración actual hacia Estados Unidos. El ofrecimiento de buscar la forma de legalizar a inmigrantes indocumentados en dicho país beneficiaría a 5 millones de mexicanos, por ejemplo. La propuesta de México en voz de su presidente fue interesante, aunque tampoco es nueva, ya que plantea la vieja idea de un mercado laboral entre los dos países si se lograran hacer acuerdos laborales para fomentar una migración legalizada. La postura del presidente mexicano deja de lado una propuesta doméstica que ponga sobre la mesa una nueva política migratoria en el país.
La reunión no abordó muchos temas de relevancia, como fortalecer la seguridad o problemáticas más inmediatas, por ejemplo, el asunto de la nueva Ley Energética en México que de entrada afectará a los inversionistas en el sector, tanto norteamericanos como canadienses, entre otros. Pero recordemos que también en el caso de Canadá, las tensiones bilaterales se dejaron de lado para que, desde la cordialidad, avanzar los temas de convergencia.
El estilo del presidente Biden y su gabinete nos queda claro tras ambas reuniones, es totalmente diferente al estilo de Donald Trump, quien ponía los temas de divergencia, el lenguaje amenazante y avasallador como parte de su estrategia para relacionarse con los otros países. En cambio, con Joe Biden, sin ser blando, la “vuelta a la normalidad” en el trato a sus aliados, en las formas al menos, constituyen un aspecto de suma importancia para reconstruir el papel de Estados Unidos en el mundo. “America is Back, indeed”.
También te puede interesar: El triunfo de Joe Biden.