Torre de Babel

La política exterior de Joe Biden frente a México y Canadá

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La relación bilateral México-Estados Unidos vive uno de los momentos coyunturales más importantes de su historia reciente: el relanzamiento de la relación bilateral con la llegada de la administración demócrata al Ejecutivo de Estados Unidos.

Desde sus primeros días en la Casa Blanca, el presidente Biden ha mostrado que su lema “America is Back” significa que está decidido a posicionar de nuevo a Estados Unidos como uno de los grandes países líderes del mundo. En ese sentido, en las últimas semanas ha desplegado una serie de estrategias que se podrían interpretar como el primer momento de el reposicionamiento de su país. De distintas maneras, las muestras de poder americano han resurgido en todos los sentidos. La estrategia demostrada hasta ahora combina el uso del poder duro, el bombardeo en Siria sobre milicias supuestamente pro-iraníes a finales de febrero, con el poder blando en dos niveles el multilateral y el bilateral.

A nivel multilateral, el acercamiento con sus aliados europeos, en la Conferencia de Munich por ejemplo, fue contundente. El presidente Biden hizo un llamado a reforzar el multilateralismo para fortalecer la alianza transatlántica tanto en materia de defensa como en materia económica y la solución de problemas globales como la pandemia del Covid-19. 

bilateral canada
Imagen: E&E.

A nivel bilateral, es claro que su interés en la región de América del Norte es prioridad. El presidente Biden tuvo reuniones, tanto con el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, como con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador. En ellas quedó claro, que una vez más la agenda trilateral se construirá desde lo bilateral y teniendo como centro a Estados Unidos, posicionándolo como líder en la región.

En ambos casos, la cordialidad diplomática del presidente Biden y su equipo quedaron demostradas. Las reuniones fueron por Zoom, de acuerdo a la tendencia de la época que vivimos, y a pesar de la frialdad que una reunión por este tipo de plataformas virtuales puede proyectar, quedó manifestado su interés por plantear la relación desde los temas de convergencia más que desde aquellos que son divergentes.

En el caso de Canadá, el presidente Biden inició la reunión diciendo que el país más importante para Estados Unidos es su vecino del norte y, a pesar de las tensiones provocadas por su iniciativa de cancelar el proyecto del gasoducto Keystone, los temas de convergencia prevalecieron en la búsqueda de soluciones comunes como la pandemia, el cambio climático, la recuperación económica o el reforzamiento de alianzas, como cuando se habló del futuro de NORAD (North American Aerospace Defense Command).

En el caso de México, la reunión del pasado 1 de marzo inició con un gesto de amistad al decir que “si bien la relación entre ambos países no ha sido de vecinos perfectos, si trabajan juntos serán más fuertes y seguros”. El presidente “tendió la mano” a su vecino del sur al decir que “tratará a México como igual”. Esto puede sonar un poco fuerte, e incluso hasta se puede ver como un gesto magnánimo de un país poderoso hacia una nación con menor poder. Pero, frente a la especulación que había en torno a cómo se llevaría Joe Biden con el presidente mexicano López Obrador, que a todas luces parecía tener preferencias por el antiguo inquilino de la Casa Blanca, se debe ver entonces como un gesto de acercamiento importante.

relacion bilateral mexico
Imagen: Nexos.

En términos de los temas presentados en la reunión, si bien hay temas parecidos a la agenda con Canadá: la recuperación económica, la pandemia o el cambio climático, el tema de convergencia por excelencia fue el de la migración. En ese asunto ambos mandatarios dejaron claro que las raíces del problema migratorio se tienen que abordar desde los lugares de origen y que la estrategia debe estar acompañada de acciones tanto legales como de gestión.

En ese sentido el gobierno de Biden ha hecho propuestas interesantes que parecen más de tipo doméstico, pero que buscan mejorar el esquema de migración actual hacia Estados Unidos. El ofrecimiento de buscar la forma de legalizar a inmigrantes indocumentados en dicho país beneficiaría a 5 millones de mexicanos, por ejemplo. La propuesta de México en voz de su presidente fue interesante, aunque tampoco es nueva, ya que plantea la vieja idea de un mercado laboral entre los dos países si se lograran hacer acuerdos laborales para fomentar una migración legalizada. La postura del presidente mexicano deja de lado una propuesta doméstica que ponga sobre la mesa una nueva política migratoria en el país.

La reunión no abordó muchos temas de relevancia, como fortalecer la seguridad o problemáticas más inmediatas, por ejemplo, el asunto de la nueva Ley Energética en México que de entrada afectará a los inversionistas en el sector, tanto norteamericanos como canadienses, entre otros. Pero recordemos que también en el caso de Canadá, las tensiones bilaterales se dejaron de lado para que, desde la cordialidad, avanzar los temas de convergencia.

El estilo del presidente Biden y su gabinete nos queda claro tras ambas reuniones, es totalmente diferente al estilo de Donald Trump, quien ponía los temas de divergencia, el lenguaje amenazante y avasallador como parte de su estrategia para relacionarse con los otros países. En cambio, con Joe Biden, sin ser blando, la “vuelta a la normalidad” en el trato a sus aliados, en las formas al menos, constituyen un aspecto de suma importancia para reconstruir el papel de Estados Unidos en el mundo. “America is Back, indeed”.


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El triunfo de Joe Biden

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El día más esperado, llegó. El 14 de diciembre fue el día de la legitimación por parte del Colegio Electoral del triunfo del candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos. En un contexto complejo, no tanto por la pandemia, que ya es el tema de todos los días, sino porque es la primera vez  en las elecciones de ese país, que el presidente saliente no acepta su derrota, incluso después de emitido el veredicto.

El 14 de diciembre puede ser uno de esos días que en la memoria colectiva no se olvidará tan fácilmente. Me gustó mucho una lista que hizo The Spectator Index, que nos invita a pensar por qué es un día, no sé si histórico, pero sí para recordar, lo cito y comento:

1) Google estuvo por un momento fuera de servicio, dejando sin comunicación a millones de usuarios y con la sospecha de que un espía ruso los había hackeado.
2) Empezó la vacunación del COVID-19. La empresa Pfizer desde Michigan (uno de los estados en donde no ganó el presidente Trump), envió millones de vacunas a todo el país. Hecho que presagia una luz al final del túnel de la pandemia.
3) La cifra espeluznante de 300,000 muertos en Estados Unidos por el COVID-19.

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Imagen: Andrea D’Aquino.

4) El día en el que uno de los congresistas más importantes, Paul Mitchell –por cierto, de Michigan como las vacunas– anunció que sale del partido republicano y se vuelve independiente. Considera que sus colegas republicanos no trataron de detener a Trump en sus intentos de cambiar los resultados de la elección. Su enojo fue, sobre todo, por la apuesta del estado de Texas que, junto con otros 17 estados, trataron de llevar el caso del fraude electoral a la Suprema Corte de Justicia.
5) El presidente electo Joe Biden fue ratificado por el Colegio Electoral, con 306 votos frente a 232 del presidente Trump, quien siguió expresando en Twitter que la lucha no ha terminado, que hubo fraude. El 6 de enero se certifica el resultado del colegio electoral en el Congreso, y a pesar de ser un mero trámite, se espera que las presiones sigan por parte de los republicanos, quienes pueden iniciar una investigación sobre dudas que tengan de los resultados en algún estado, que podría ser Michigan, estado al que el presidente Trump ha cuestionado mucho en los últimos días en cuanto a la forma en el que hacen su conteo de votos.
6) La “renuncia” de William Barr, Fiscal de Estados Unidos. En otro tweet, el presidente Trump indicó que había tenido una reunión muy amigable con el fiscal Barr y que a pesar de que ha hecho un trabajo inmejorable, “se va a pasar las vacaciones navideñas con su familia”, recordándonos la muy famosa frase mexicana “renuncia por motivos de salud”. Al parecer, la diferencia fue que el fiscal Barr no aceptó la idea de Trump de fraude electoral. El Departamento de Justicia, que Barr encabeza hasta el 23 de diciembre, no había encontrado indicios de fraude y, además, Trump, también criticó el hecho de que el mismo DOJ no anunciara públicamente una investigación que estaba llevando a cabo sobre Hunter Biden en el año electoral.

biden y trump
Imagen: Mike Hughes.

Existe un último punto importante del día que fue el discurso del presidente electo Joe Biden, que dio después de la pronunciación del Colegio Electoral. Su discurso se centró en la idea de la unidad del país, pasar página para trabajar juntos. El tema unificador para Biden es la pandemia, que es desde donde él quiere convencer al resto de la población para dejar la polarización de lado. Enfatizó que el triunfo fue de las instituciones, que permitieron que “la integridad de las elecciones, permaneciera intacta”. Y criticó también la insistencia del presidente Trump de cambiar el resultado electoral.

Ciertamente, el camino a la unión no será fácil. Usualmente tragedias como la pandemia sí sirven para unir a las poblaciones, pero al caer en año electoral, en éste excepcional 2020, no ha sido suficiente para apagar los fuegos encendidos en la sociedad americana, ya que es el líder mismo el que los empieza. Así que, en adelante, Joe Biden tiene que tener mucho cuidado e inteligencia para lograr tender los puentes necesarios para lograr evitar que las diferencias se profundicen una vez llegado a la Casa Blanca.

En Estados Unidos hay varias voces, muy negativas, por cierto, que comparan este momento de “ruptura” con el momento previo al estallido de la guerra civil. Puede ser que hoy las formas de guerra no sean las del siglo XIX, pero ciertamente expresiones de violencia tanto de la ultraderecha y de la ultraizquierda en la sociedad americana están servidas, los grupos se traen ganas. Por eso, dentro de los múltiples retos que tiene la nueva administración, es atender los problemas sociales que provocan estos enfrentamientos, pero particularmente, el más apremiante será enfrentar a un Donald Trump, que ya sin ser presidente no va a dejar de presionar y crear una narrativa que lo lleve a la presidencia de nuevo en 2024.


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La mosca en el debate de Harris-Pence

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El pasado miércoles 7 de octubre de 2020 se dio el debate entre el vicepresidente Mike Pence y la candidata a la vicepresidencia y mancuerna de Joe Biden, la senadora Kamala Harris, en Salt Lake City, estado de Utah.

El puesto de vicepresidente ha adquirido importancia en los últimos tiempos, yo diría que desde que Al Gore fue candidato al puesto, en mancuerna con Bill Clinton, y atrajo todo el voto verde para el partido demócrata, logrando así ganar las elecciones.

Desde ese momento, los vicepresidentes trascienden las funciones que la Constitución les otorga, sobre todo la de sustituir al presidente en caso de muerte, enfermedad o incapacidad. En la presidencia moderna, el vicepresidente ha adquirido cada vez más funciones en materia de política exterior y ahora en los tiempos de pandemia, hasta de portavoz del manejo de la administración de la situación, entre otras actividades. Por estas razones y, en el contexto del contagio del presidente Trump de Covid-19, es que el debate vicepresidencial cobró mayor relevancia y expectación.

Además, tenía un atractivo suplementario, el enfrentamiento entre una mujer y un hombre, representantes ambos de la diversidad en la sociedad norteamericana actual, así como la diferencia generacional.

debate politico, Estados Unidos
Ilustración: Antoni Gutierrez-Rubi.

Portavoces de la polarización existente, Harris es un triunfo en sí mismo, ya que las candidatas a la vicepresidencia han sido pocas. Así que el peso sobre sus hombros en el debate era mucho. Harris, una jovenzuela de 55 años, con muchas ganas de sacar al presidente Trump y a Pence de la Casa Blanca, tiene un origen muy distinto al del vicepresidente. Hija de un padre jamaiquino y una madre de la India, migrantes, creció en una familia en la cual, la política era parte de la vida diaria. La madre le transmitió su pasión por el activismo político, sobre todo en el tema de los derechos civiles, y el padre, sus visiones de una economía más justa para superar las visiones colonialistas. En suma, una mujer que ha participado en política y entiende muy bien el multiculturalismo en Estados Unidos.

El vicepresidente Mike Pence, blanco, exgobernador de Indiana, de 61 años, al que llaman “el presidente en la sombra”, muy conservador, evangelista, al que la revista New Yorker describe como “una versión del presidente Trump con menores decibeles” (lo cual significa que no es tan agresivo, ni escandaloso en su forma de debatir), y que sobre todo se ha vuelto muy descarado.

El debate fue pobre en la aportación de ideas frescas con respecto a los temas. La mirada se fijó más bien en cómo se enfrentarían y en lo que los candidatos no respondieron. Para la senadora Harris fue la pregunta hecha por el vicepresidente, de si los demócratas ampliarían la Suprema Corte de Justicia o la pregunta de la moderadora sobre la salud de Joe Biden. El vicepresidente no respondió a preguntas como si había llegado a platicar con Trump sobre la cuestión de su inhabilitación por enfermedad o cómo veía el cambio climático. Ninguno de los dos se posicionó claramente frente a China.

Tampoco movieron mucho los sentimientos, al ser un debate más racional, con una moderadora que todo el tiempo llamaba al orden, cortando el enfrentamiento cuando mejor se ponía (es de suponer que después del desastre del anterior debate presidencial, los moderadores estaban nerviosos).

En una encuesta muy interesante del Pew Research Center[1] la pregunta no era a quién prefieres, si a la senadora Harris o al vicepresidente Pence, sino quién transmite mejor sentimientos cálidos o fríos (interesante planteamiento en tiempos en que el votante decide, al parecer, por lo que siente y no por lo que razona). Esta encuesta se llama feeling thermometer, y en la cual resultó que los encuestados tenían sentimientos fríos por ambos personajes. Aunque Pence ganaba en transmisión de frialdad por un 45% sobre 42% de Harris. En cuanto a los sentimientos cálidos, el vicepresidente Pence le gana en 30% sobre 21% de Harris.

La percepción de la senadora es que es una mujer fría, se refleja incluso con las mujeres entrevistadas, en las que un 29% la perciben como cálida frente a un 38% que la percibe fría.

Esto viene a cuento ya que sus actitudes en el debate deberían de cambiar esas percepciones. Una crítica a Harris fue que parecía sarcástica, frente a un Pence más en control y, al parecer, el sarcasmo no le gusta a la gente. Quizá por eso lo que más llamó la atención, el trending topic del debate fue la dichosa mosca que por unos minutos se acomodó en la cabeza del vicepresidente Pence, quien tampoco expresó ningún sentimiento al respecto, ni sorpresa, ni incomodidad, ni asco. Pero Harris tampoco… le dijo, “oiga, tiene una mosca en su cabeza”, los dos siguieron con su agenda de defensores de sus jefes y de posicionar las diferencias entre uno y otro en los temas importantes para la nación.


[1] Pew Research Center, 30 de septiembre de 2020.


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¿Crisis global?: el sistema internacional en el contexto del COVID-19

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¿Cuáles son las consecuencias internacionales del COVID-19?, contestaría que muchísimas, pero hay una que llama la atención de manera especial y urgente, la del sistema internacional.

El sistema internacional entendido como el andamiaje institucional encargado de proveer la gobernanza internacional, organizado en torno a temas políticos, económicos, sociales, culturales y de justicia que, a través de instituciones como la ONU, el FMI o la Corte Internacional de Justicia, han intentado construir un mundo mejor.

Dichas instituciones han funcionado a pesar de los cambios en el contexto internacional: la guerra fría, la post-guerra fría inmediata, la era de la globalización y el terrorismo, las crisis financieras y ahora, la era de la pandemia.

El sistema de Naciones Unidas forma parte de este andamiaje, entre ellos, los organismos regionales y las organizaciones no gubernamentales vinculadas al sistema, por poner un ejemplo.

sistema internacional covid
Imagen: Mariano Vior.

La importancia del sistema internacional y su capacidad de gestionar la gobernanza mundial radica en un principio muy importante del derecho internacional: la cooperación internacional. Y que se puede dar en distintos campos, ya sea para la cooperación para el desarrollo; para la solución pacífica de las controversias; avanzar en el tema de derechos humanos; crear mecanismos e instrumentos variados de gobernanza internacional; y para fomentar la cooperación entre regiones.

Hoy todo este andamiaje está más cuestionado y amenazado que nunca y nos lleva a plantearnos seriamente la pregunta de “si este sistema desaparece, qué lo podrá sustituir”.

El contexto internacional pre-COVID-19 vivía un momento de tensión entre el surgimiento de nacionalismos populistas y el orden liberal internacional. Al parecer los gobiernos enmarcados ideológicamente en este fenómeno disruptivo, buscan desordenar el orden mundial liberal y establecer una postura anti-establishment.

En esta ocasión, les tocó a las organizaciones dedicadas a los temas de la salud, como la OMS y sus contrapartes a nivel regional. En el continente americano la relación OMS (Organización Mundial de la Salud) y la OPS (Organización Panamericana de la Salud) han visto limitada su capacidad para “obligar” a los gobiernos a responder a la pandemia de acuerdo a los lineamientos planteados por dichos organismos. Cada gobierno ha respondido a la pandemia según sus capacidades, pero sobre todo, debido también a la forma de liderazgo que cada país tiene, al momento político en el que se encuentra, a la popularidad del líder en cuestión, etcétera (la lista podría ser larga).

ajustes economicos
Imagen: Lugram Pinn.

Esta situación afecta también la viabilidad de las regiones en cuanto a su propia organización. La fractura, por ejemplo, que se ha dado dentro de la Unión Europa para responder a la pandemia, es muy clara y profundizó la división entre países del norte y los países del sur más afectados, como España o Italia y, por otro lado, la poca cooperación trilateral en América del Norte y entre países latinoamericanos.

Tal vez es el momento para que la comunidad internacional se ponga a pensar en nuevos formatos de cooperación internacional que sean más efectivos y que puedan encontrar el ejemplo en el funcionamiento de muchas organizaciones no gubernamentales, que parece que funcionan mejor, como puede ser el caso de las organizaciones de asistencia médica internacional.

En la crisis post-COVID-19 uno de los grandes retos del sistema internacional será también la viabilidad económica de las instituciones que los componen, ya que la crisis económica va a afectar mucho a los países que seguramente van a tener dificultades para cumplir con sus compromisos monetarios con dichas organizaciones. Este tema seguramente dará pie a muchos líderes “anti-establishment” para promover sus críticas al sistema, e incluso proponer su salida de dichas instituciones, como la ha hecho el presidente Donald Trump de la OMS.

Distintos líderes mundiales han usado la pandemia para su beneficio personal. Ya sea porque están en elecciones, o porque así les ha convenido a sus intereses políticos, “como anillo al dedo”.

Tomemos como ejemplo el caso de Estados Unidos. Debido al poco liderazgo que a nivel internacional en el tema de la pandemia ha tenido Donald Trump, vemos en la escena a líderes como Putin o Xi-Jinping participando fuerte en el juego del poder. El liderazgo mundial hoy compite en la arena del nacionalismo de las vacunas, como la nueva forma de influencia internacional. Quien saque primero la vacuna será el líder del mundo de la pandemia.

trinidad politica
Imagen: John White.

Es de sorprender el nombre de las vacunas, como Oxford o Sputnik V, o programas de investigación como el de Estados Unidos llamado “Operación Warp Speed” (nombre que se da a la máxima velocidad de una nave espacial en la serie Star Trek), elaborado por el Departamento de Salud que busca entregar 300 millones de vacunas de manera segura y efectiva. Operación que implica la cooperación con otras instituciones estadounidenses como: el Departamento de Defensa, o la FDA, entre otras, pero de escasa cooperación con agencias internacionales. El esfuerzo de generar su propia vacuna puede ser positivo para la población norteamericana y los países que puedan tener acceso a la vacuna estadounidense. Pero en un contexto electoral, en donde la visión un tanto populista del presidente Trump, empaña el esfuerzo. Recordemos que esta semana se descubrió que había minimizado la pandemia para “no provocar pánico en la población”, con el fuerte deseo que desapareciera como por arte de magia.

La pandemia ha sido secuestrada por la política y sus actores, que ponen en segundo plano la solución sanitaria y por ende provocan el fracaso del sistema internacional para imponer soluciones de alcance global.


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De amor y desamor en las relaciones de Trump con sus vecinos

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En un comunicado oficial, el Primer Ministro de Canadá, Justin Trudeau, contó que habló con Donald Trump el pasado 13 de Julio. Los temas que abordaron marcan una distancia importante con los temas tratados en la audiencia entre el presidente mexicano y el norteamericano.

Al parecer, el tema más importante para Trudeau era agradecer a Estados Unidos su apoyo por los canadienses detenidos “arbitrariamente” en China, Michael Spavor, hombre de negocios, y Michael Korving, diplomático, acusados de espionaje desde 2018. Su detención se dio inmediatamente después de que Canadá detuviera a Meng Whanzou, funcionaria de Huawei, a petición de Estados Unidos. Por cierto, Meng es la hija del fundador de la empresa y está acusada por Estados Unidos de no cumplir con el bloqueo a Irán. Whanzou se defiende en Canadá de una posible extradición a Estados Unidos.

Trudeau le puso sobre la mesa otros tres temas a Trump: que los impuestos sobre aluminio y el acero pueden ser perjudiciales para ambos países, que deben combatir juntos el racismo sistemático y de paso le recalcó que el T-MEC es un nuevo NAFTA.

trump vecinos candada
Ilustración: Peter Schrank.

El mensaje de Trudeau fue también para los canadienses, la foto que acompaña el comunicado en el Twitter muestra a un Primer Ministro en control de la conversación. Las razones por las que no fue a Washington al parecer fueron tres: la primera, el inicio de sesiones en el parlamento canadiense, la segunda, los aranceles al aluminio y al acero y la tercera, la pandemia. De acuerdo a las reglas de Canadá, si Trudeau hubiera ido a la Casa Blanca tendría que haber guardado cuarentena a su regreso.

Las tensiones entre Estados Unidos y Canadá son intensas en estos momentos. Trump quiere que Canadá aporte más dinero a la OTAN, la frontera entre ambos países estará cerrada hasta el 21 de agosto, afectando las relaciones fronterizas económicas y sociales. Las presiones sobre el aluminio y acero salen sobrando, nos podemos preguntar: ¿cómo es que un aliado en la seguridad internacional de Estados Unidos se convierte en enemigo a la seguridad nacional porque te vende acero y aluminio?

A juzgar por la conversación, es evidente que las relaciones entre Trump y Trudeau no son como las de Trump con AMLO. La agenda trilateral se antoja complicada ya que las presiones de Trump han provocado que AMLO haga verdaderos malabarismos para evitar una confrontación directa con el norteamericano.

El presidente mexicano, en su reciente visita a Washington, le puso el otro cachete a Trump, hasta el grado de agradecerle lo “respetuoso” que ha sido con México. A diferencia de Trudeau, AMLO no tocó los temas sensibles del momento como el de Black lives matter o la situación de los migrantes mexicanos y centroamericanos. Los discursos fueron todo miel, con simbolismos históricos y adulaciones mutuas. A diferencia de Trump, Canadá no ha cedido en la extradición de Whanzou, como tampoco en la de Zerón hacia México.

trump vecinos mexico
Ilustración: Nolan Pelletier.

Si para Canadá las presiones de Estados Unidos se dan entorno al aluminio y al acero, en el caso de México a pocos días de la audiencia, el presidente Trump retomó la extensión del muro ya que, aseguró, la pandemia llega por el sur. En el marco de la entrada de vigor del T-MEC, el regalo de la burocracia comercial norteamericana busca por razones de seguridad nacional imponer aranceles a transformadores eléctricos y reguladores de transformadores de los que México es su principal proveedor.

El unilateralismo con el que Trump responde a sus intereses es un fuerte mensaje para su electorado al demostrar poder frente a sus vecinos. Pero también demuestra que a pesar de lo que dice la corriente, América del Norte no está tan fortalecida. La estrategia de Trump es de bilateralizar la trilateralidad. Estados Unidos al centro entre los dos países, maneja, por un lado, a Canadá y, por el otro, a México. La estrategia demuestra una continuidad en las acciones de Estados Unidos en controlar a América del Norte y la incapacidad de México y Canadá para encontrar una alianza conjunta para “enfrentar” a Estados Unidos en los temas más importantes para la región.

Uno de ellos es el energético que en tiempos de Trump no se centra en las energías renovables sino en el gas natural y el petróleo.

En la famosa cena con el mandatario mexicano, resaltó una inversión importante de la empresa Sempra dedicada al gas natural. Pero a pesar de las promesas, el ejemplo de Canadá para México es significativo. Una de ellas no cumplidas por Donald Trump es reactivar la construcción del oleoducto Keystone XL, construído por la empresa TC Energy, para conectar las refinerías de Texas con el petróleo de Alberta en Canadá.

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Ilustración: Reporte Índigo.

Han pasado tres años y la empresa no se ha llevado a cabo. El pasado 6 de junio la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos detuvo el plan, ya que grupos ambientalistas y grupos originarios argumentaron que semejante construcción afectará el cambio climático.

El tema entrará de lleno en la campaña, ya que Joe Biden, el candidato demócrata, anunció que si gana la presidencia, rescindirá el permiso firmado por Trump para reactivar la construcción del dichoso oleoducto, dejando a Canadá con la mitad de la obra hecha.

Biden puede cambiar mucho de lo acordado en la audiencia en el tema energético con México también. De hecho, anunció un proyecto para energías limpias,de 2 billones de dólares,para él ése es el futuro del sector energético.

La percepción del gobierno mexicano que se apostaba porque la audiencia saliera mal, es errónea. Por propuestas como las de Biden, apostar por uno de los partidos o por una persona en tiempos electorales, no es buena idea. El pragmatismo en política exterior demostrado por el gobierno de la 4T y sus beneficios en la audiencia se pueden perder si Donald Trump no gana la reelección.


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Las COVID-elecciones 2020 en Estados Unidos

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El año 2020 parecía ser un año electoral en Estados Unidos normal. El partido demócrata debía elegir entre varios postulantes su candidato a la presidencia. En cambio, el Partido Republicano apoyaría al presidente Trump para la reelección.

Los comicios empezarían a tiempo con el calendario electoral y siguiendo la tradición iniciarán en Iowa el 3 de febrero. El triunfo fue para un candidato inesperado de nombre Pete Buttigieg. Después los triunfos fueron para Bernie Sanders, triunfos que provocaron ciertas esperanzas en los más jóvenes, quienes pensaron que Estados Unidos podría evolucionar al socialismo democrático, un sueño que parecía estar más cerca que nunca. Hasta que el sueño se acabó en el “Supermartes” del 17 de marzo en las que el electorado le dio el triunfo al candidato de la élite corporativa del partido, el exvicepresidente, Joe Biden.

En términos de la política exterior de Estados Unidos, empezamos el año discutiendo temas como: la guerra comercial entre China y Estados Unidos, las tensiones con Irán, las protestas en Hong Kong, el asesinato de Soleimani, un plan para el conflicto Israel-Palestina, un acuerdo con los talibanes, la situación en Venezuela, entre muchos otros temas.

Pero, sobre todo, lo que más movía la conversación en el ambiente electoral fue el tema del juicio político al presidente Trump que terminó con la absolución del mismo del caso de corrupción en Ucrania, por parte del Senado de mayoría republicana.

elecciones 2020 y covid
Joseph Robinette “Joe” Biden y Donald J. Trump (Imagen: Slate).

A las elecciones en Estados Unidos todo las influye. En tiempos normales, estaríamos hablando de cómo se fueron desenvolviendo las primarias consolidando la postura del candidato demócrata. Su campaña en cada Estado que terminaría el 6 de junio en las Islas Vírgenes y los apoyos de los importantes del partido como Barack Obama o la familia Clinton.

Pero llegó el COVID-19, pandemia que en un inicio fue negada, minimizada por el inquilino de la Casa Blanca y que ha puesto al país norteamericano patas para arriba. El costo de la pandemia en términos de vidas humanas ha sido alto. Dos millones de infectados, 120 mil muertos. Las reacciones del presidente Trump han significado un declive en la buena percepción que la población tiene de su trabajo. Según el promedio que hace RealClearPolitics (RCP) de las encuestas para el 25 de junio, el 52% de la población no aprueba su trabajo mientras que 39% sí lo aprueba. Estas cifras son importantes porque en las preferencias electorales para el mismo día en el promedio de la misma fuente, el candidato demócrata Joe Biden tiene el 47% de intenciones de voto a favor, en contra del 38% del presidente.

Pero cuidado, porque en este mismo momento de la campaña electoral hace cuatro años, en el 2016, la candidata Hillary Clinton tenía una ventaja por el entonces muy polémico empresario. Así que no vaya a ser que, por el contexto, las encuestas estén sobreestimando a Joe Biden y no estén midiendo bien las preferencias por Trump. Muchas personas se avergüenzan en decir que van a votar por Trump, como pasó hace cuatro años.

Pero este año 2020 –sui generis como él solo– significó también la explosión del tema racial en Estados Unidos que, si bien siempre ha estado allí, se puso sobre la mesa tras el asesinato de George Floyd el 25 de mayo, un afroamericano que vivía en Minnesota a manos de un policía blanco, Derek Chauvin. Volviendo el grito desesperado de un hombre que se asfixiaba; “no puedo respirar” en un lema en contra del racismo contemporáneo.

Las reacciones sociales en Estados Unidos no se hicieron esperar y tras días y meses de confinamiento, en medio de la polémica federal en la que unos estados empezarían a abrir parte de los negocios, las personas salieron a la calle para hacerle ver a los blancos y a su presidente Trump, que la vida de los negros vale y que un cambio de fondo es necesario para cambiar a Estados Unidos.

trump y movimiento social
Fotografía: NY Post.

El tema derivó en reacciones interesantes en ciudades como Seattle, en la cual se estableció una zona libre de policías. Otra reacción interesante fue el derrumbe de estatuas de generales confederados como la de Robert E. Lee, en Richmond, Virginia, o la de esclavistas como la de Edward Colston en el Reino Unido.

El tema se globalizó y expresiones parecidas se dieron en todo el mundo, alineando al presidente Trump del lado de los racistas, defensor de los confederados, sumando un dilema más en su muy problemática agenda y cuestionando su capacidad para gobernar.

Se podría decir que estos son factores suficientes para contradecir el argumento de la lectura errónea sobre el posicionamiento de Trump en las preferencias electorales. El problema es que, hasta ahora, el otro, el candidato Biden, parece desdibujado, como si estuviera escondido en el sótano de su casa en Delaware. Pero al juzgar por las encuestas parecería que entre menos se ha expuesto al público, mejor le ha ido.

Esta tendencia puede cambiar ya que en algún momento ambos candidatos van a tener que regresar a la campaña. Y es entonces cuando el electorado va a poder medir a Joe Biden que, hasta ahora, ha sido el menos expuesto a la presión mediático de los dos. Un factor importante para Biden va a ser la persona que elija como su mancuerna, lo que se llama fórmula, para ser la vicepresidenta. Lo digo en femenino, porque él expresamente anunció que sería una mujer. Y después de los acontecimientos en torno a la muerte de George Floyd, la importancia que en este año tuvo en ese contexto el Juneteeth, el pasado 19 de junio, todo parece indicar que la mancuerna deberá ser una mujer afroamericana, lo que le abre las puertas a Michelle Obama, Kamala Harris, Stacey Abrams y Val Demings.


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Bernie Sanders, el idealista

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El senador demócrata Bernie Sanders decidió salirse de la carrera presidencial de Estados Unidos en un momento de crisis provocada por la pandemia del coronavirus. Ya en días pasados el otro candidato, el ex presidente Joe Biden, opinaba que lo mejor para la campaña en estos momentos difíciles era que Sanders se saliera de la competencia electoral.

El partido demócrata tiene que concentrar todos sus esfuerzos en la derrota de Trump y Sanders entendió perfectamente lo que tenía que hacer. Consideró que lo mejor para el país no era su ambición personal, sino apoyar al candidato puntero Joe Biden.

Si bien Sanders se baja de la contienda, no deja al partido, su nombre seguirá apareciendo en las boletas para seguir obteniendo votos que significan delegados y que le darán fuerza política dentro del mismo. Lo que quiere decir que, primero, no perderá su lugar dentro de la estructura demócrata y desde allí puede seguir avanzando su agenda política y, segundo, que si obtiene más delegados en las elecciones por venir, tiene una posición mejor para negociar su apoyo a Joe Biden y obtener ganancias para su plataforma política.

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Representación pictórica de Bernie Sanders, político y senador estadounidense (Ilustración: Dribbble).

En un discurso muy emotivo, Sanders expresó los motivos de tan difícil decisión. Enmarcados en una dialéctica que es el centro de su ideología: la lucha constante entre los poderosos intereses establecidos contra los que no tienen poder. Para él son los intereses de las grandes élites económicas y políticas, a quien llama la élite corporativa, los que limitan las posibilidades de desarrollo de la gran mayoría de los norteamericanos que carecen de poder para enfrentar dichos obstáculos.

El también senador Sanders construye un discurso que busca dar esperanza de cambio, del sí se puede, enmarcado en dos palabras clave: creer y tener derecho a.

El cambio está en creer que se tienen derecho a la salud universal; a tener sueldos y salarios mejores, propone, por ejemplo, el aumento de 15 dls., el salario mínimo; a tener jornadas laborales mejores; a un medio ambiente que produzca energías limpias y alejado de la energía fosilizada. Tener derecho a un país sin racismo, sin sexismo, sin xenofobia. Si no se cree en el cambio, se permite que los poderosos le arrebaten el sueño de transformación a los indefensos.

Es claro que esas palabras se han vuelto atractivas sobre todo para los jóvenes y para una población adulta de menores de 50 años, trabajadores y minorías como los latinos que transformaron su plataforma política en un movimiento de bases, multirracial e intergeneracional en búsqueda de una sociedad más justa.

Es un movimiento, no sólo por la cantidad de gente que moviliza, sino porque sus ideas han pasado de estar en la periferia de la discusión política norteamericana a estar en el centro de la discusión política. Su éxito se ve más claro a nivel local, en ciertas ciudades de la Unión Americana, en las que se nota de manera muy clara su influencia. Pero fue principalmente en las elecciones de 2018, que el movimiento produjo nuevos liderazgos al lograr que personas como una joven activista de origen latino, Alexandria Ocasio-Cortez, llegara a tener un curul en la cámara de representantes del Congreso norteamericano por el estado de Nueva York.

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Representación pictórica de Alexandria Ocasio-Cortez, activista y política estadounidense (Ilustración: Dave Olsen).

Sanders se baja de la contienda porque el número de delegados no le daba para ganar a Biden, pero no se retira del movimiento, lo seguirá impulsando desde su trinchera en el Congreso, velando por transformar las instituciones.

La pandemia provocó en Estados Unidos una crisis brutal económica y social que deja al descubierto las fallas del sistema norteamericano. Un sistema que ha llevado a millones de personas a perder su empleo –las últimas cifras eran de 6.6 millones– y que le permite a Sanders recalcar su crítica al sistema de salud norteamericano, basado en que el acceso a la atención sanitaria solamente la tienen aquellos ciudadanos que conservan un empleo. Su propuesta para la atención de la salud, que es el tema central de su movimiento, es el derecho a la salud universal, en la que el seguro a la salud sea pagado por los impuestos y administrado por una sola entidad, el gobierno.

Para Sanders, el cambio va a ser más lento que si él hubiera logrado la Presidencia, pero  al ser progresivo, se puede no sólo cambiar a Estados Unidos, sino al mundo  entero.

Bernie Sanders es un idealista.


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Joe Biden contra Donald Trump versus Coronavirus

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En las elecciones del martes 17 de marzo la victoria de Joe Biden sobre Bernie Sanders fue contundente. Biden ganó en Arizona, Illinois y Florida. Lo que ha provocado muchas presiones para que el senador Sanders renuncie ya a la candidatura y el partido demócrata se pueda centrar en una campaña contra Donald Trump. El dilema es si las elecciones van a seguir un curso normal o se cambiará el calendario electoral debido al ataque del coronavirus y las restricciones de aislamiento, puede que cambien las condiciones del juego electoral.

De hecho, varios Estados han pospuesto las elecciones: Georgia que las tenía el 24 de marzo las cambió para el 19 de mayo, Kentucky de mayo 19 a junio 23, Luisiana de abril 4 a junio 20, Maryland de abril 28 a junio 2, por ejemplo. La definición de un candidato ganador debe estar definida para la convención demócrata de julio 2020.

Los demócratas tienen que capitalizar las acciones tardías del presidente Trump y entre más tiempo dejen pasar, más se pueden alejar del triunfo. Las elecciones 2020 en Estados Unidos no se llevarán a cabo en tiempos normales, son tiempos de guerra, guerra contra el coronavirus. En una encuesta del 12 de marzo  del WSJ/NBC el 68% de los simpatizantes con el partido demócrata estaban más preocupados por el problema que los republicanos en los que sólo el 40% lo estaba.

En el ámbito político la manera en cómo ambos partidos enfrenten la situación va a repercutir en el resultado electoral.

trump y covid
Ilustración: R. Fresson.

De un lado de la cancha tenemos al Poder Legislativo conformado por  una Cámara Baja de mayoría demócrata y un Senado de mayoría republicana. A ambos partidos les conviene pasar leyes que demuestren a los norteamericanos que en momentos de crisis, el Congreso actúa como uno solo y pasan leyes que busquen aminorar la situación.

El miércoles 18 de marzo el Senado aprobó un segundo  paquete de ayuda, propuesto por la Cámara Baja que consiste en 104 mil millones de dólares para enfrentar la pandemia, que está destinado a mitigar el desempleo y a dar pruebas gratuitas a la población y dinero para quienes han dejado el trabajo por estar enfermos.

El paquete no es perfecto pero demuestra el bipartidismo. La expectativa de aprobar un tercer paquete de ayuda para las PyMEs, que incluirá pagos en efectivo a los americanos afectados por el desempleo. El monto total que se busca es de 1 trillón de dólares, sí, una cifra de 18 ceros. Se verá cuál de los dos partidos podrá capitalizar estas acciones en términos de votos.

Del otro lado de la cancha está el Poder Ejecutivo. En un contexto extraordinario, como el de la pandemia provocada por el coronavirus, el presidente Trump tiene todos los recursos de la presidencia, lo que le puede dar una ventaja muy fuerte frente a los demócratas que tienen que elegir a su caballo ganador.

En un contexto de desplome de las bolsas, de desempleos masivos, el miércoles 18 de marzo  el presidente Trump recurrió a los Poderes de guerra. La primera acción de Trump fue firmar el paquete enviado por el Senado de los 104 mil millones de dólares.

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Ilustración: The Daily Beast.

En el mismo día, el presidente Trump anunció que era un presidente en guerra y resucitó una acta de tiempos de la guerra de Corea (1950), en inglés se llama The Defense Production Act. El Acta le permite al presidente presionar a la industria americana para que manufacturen suministros médicos, que hacen mucha falta en los hospitales a lo largo y lo ancho del país. Máscaras, guantes, equipo de protección para los galenos, ventiladores, máquinas de respiración, etc. En un país en el que ese mismo miércoles la cifra de enfermos por el coronavirus ascendía a 7,500 y al día siguiente llegaba a más de 9000.

El Acta de defensa para la producción le permite también requisar la industria, presionar a los industriales para que produzcan más, también puede imponer salarios y controlar precios, controlar el crédito del consumidor, resolver disputas laborales, establecer prioridades contractuales y desviar las materias primas para la defensa nacional.

Con esta acción, el presidente Trump ha fortalecido su poder y puede demostrar a la opinión pública mayor control de la situación y de la economía, permitiéndole marcar una distancia de sus primeras percepciones de la pandemia, a la que veía menos.

Un presidente fuerte que muestre control, liderazgo y resultados, puede ser la debacle para el partido demócrata este próximo mes de noviembre si no se muestran con mayor entendimiento de la pandemia global que Trump, ya que el bipartidismo en el Congreso siempre beneficia al Poder Ejecutivo.


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