Premio Princesa de Asturias de Comunicación y humanidades, 2018
El Premio Príncipe de Asturias se establece a finales de los años 70 y principios de los 80 del siglo pasado. La Comunidad de Asturias dice crearlo cuando se recupera el Principado de Asturias, al establecerse el rango de Príncipe de Asturias al heredero de la corona de la monarquía española, una vez que en 1978 se había establecido formalmente el régimen de Monarquía Parlamentaria como el sistema de gobierno en España, con el Rey como Jefe de Estado. Es muy probable que la Casa del Rey haya trabajado en su creación como una forma de validación del nuevo sistema gubernamental. A lo largo de los años, y desde el principio, se ha caracterizado, en todos los ámbitos, por su formalidad, aunque también se diferencia por no resultar siempre premiados los miembros del establishment. En 1981, se otorgaron los primeros premios en Comunicación y Humanidades, en Ciencias Sociales, en Artes, en Letras, en Investigación Científica y Técnica y de la Cooperación Internacional; a partir de 1986, se estableció el de la Concordia, y en 1987, de los Deportes. Inició otorgándose en el medio Iberoamericano, y unos años después se amplió a nivel internacional. En 2014, cuando el Príncipe de Asturias pasó a ser el Rey Felipe VI, y su hija, la Princesa de Asturias, el premio cambió de nombre a Premio Princesa de Asturias.
Muchos mexicanos han sido distinguidos por el premio; en el de Letras, sólo lo han sido Juan Rulfo en 1983, y Carlos Fuentes en 1994. En el área de Investigación han sido varios más los mexicanos galardonados: Emilio Rosenblueth en 1985, Pablo Rudomín en 1987, Marcos Moshinsky en 1988, Guido Münch en 1989, Francisco Gonzalo Bolívar Zapata en 1991, Ricardo Miledi en en 1999 y Arturo Álvarez-Buylla en 2011. En el área de Ciencias Sociales, en 2001, se le otorgó al Colegio de México, prestigiada organización académica con grandes logros en la docencia y la investigación; fundado en 1940, y participaron muchos miembros del exilio español proveniente de la Guerra Civil, su antecedente formal fue la Casa de España en México. Como una de las particularidades del premio, se puede destacar que el único honrado en el área de la Concordia fue José López Portillo en 1981 (el primero otorgado); en su selección, seguramente influyó el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con España, que estaban rotas desde 1939.
El de la Comunicación y Humanidades ocupa un lugar predominante entre los premios de sus características, desde luego, hay varios premios más con gran prestigio, pero el Princesa de Asturias es muy importante. En 1989, se les otorgó de manera simultánea a Pedro Laín Entralgo y al Fondo de Cultura Económica; Laín Entralgo fue un médico español, miembro distinguido inicialmente del fascismo español, que incluso coqueteó con el gobierno alemán en la posguerra, aunque al final de su carrera dio un viraje y se convirtió en un estudioso de la ética médica con grandes aportaciones en su área; el Fondo de Cultura Económica es una gran editorial mexicana que durante el franquismo ocupó en el mundo iberoamericano un lugar preponderante en la publicación y difusión de la obra escrita en español; lo que, en palabras de muchos intelectuales españoles, permitió leer durante la época de enorme censura. Una de las paradojas del premio, y no por la falta de méritos de los recipiendarios, sino por lo contrastante de ellos. La revista Vuelta de Octavio Paz lo recibió en 1993, y en 2010 la Universidad Nacional Autónoma de México. Para subrayar la amplia visión del premio, quizá deba destacarse que en 2006 se le confirió a la National Geographic Society, y en 2007 se otorgó Ex-æquo a las revistas Science y Nature.
Ahora, en 2018, se le ha conferido a Alma Guillermoprieto, una periodista mexicana. En este momento, que tanto se habla de emigración, su caso puede ser especialmente resaltable; ella nació en Guadalajara, aunque pronto se trasladó a Nueva York, con el fin de estudiar danza moderna, al no triunfar en su campo, renació como reportera, donde ha ido alcanzando un lugar especial en el análisis de Iberoamérica, que se ha convertido en su campo de trabajo. Inicialmente, publicó en The Guardian, después en The Washington Post y, desde 1989, escribe sobre América Latina en The New Yorker y The New York Review of Books, también lo hizo en el semanario Newsweek, ocasionalmente sus publicaciones aparecen en Nexos. La importancia del premio no ha sido adecuadamente apreciado, en mi opinión, las autoridades culturales no han destacado su importancia y no han hecho una adecuada difusión.
Alma Guillermoprieto escribe desde la ficción real, quizá parecida a la novela de no ficción a la que se refiere Volpi. Consigue grandes textos que destacan en dos sentidos; el primero, por la forma en que están escritos; pero, además, por la importancia de sus relatos. En su libro Desde el país de nunca jamás, en el que reúne varias de sus crónicas escritas durante 30 años, podemos apreciar su enorme capacidad y su compromiso social. El significado del nombre del libro no se explica, pero puede imaginarse que se relaciona con la fábula de Peter Pan, en la que los niños no quieren crecer, y quizá sea lo mismo que sucede con Latinoamérica, que no puede crecer. Sobresalen sus reportajes de las tragedias de El Salvador en que retrata, con una disección precisa, las causas y las consecuencias. En varias de sus obras hace un relato objetivo y claro de Cuba. Destacó La amarga educación de Mario Vargas Llosa, un estudio biográfico diferente del gran autor peruano, publicado en 1994, poco tiempo después de su fracaso en la candidatura a la Presidencia del Perú, y de su publicación de El pez en el agua sólo destacaré el párrafo final: “Mientras América Latina espera el surgimiento de una clase política nueva y democrática que pueda hacer frente a las limitaciones económicas y a las necesidades de la ciudadanía con programas verdaderamente participativas, la puerta seguirá abierta a los demagogos.” Nada más actual y está escrito, insisto, en 1994, publicado en The New York Review of Books.
Existen algunos ensayos (como El mañanero) que relatan situaciones mexicanas que, vistas a la distancia, fueron escritas con una objetividad, una imparcialidad y una claridad que las hace permanecer como actuales. Este libro recoge la situación de Latinoamérica con toda su realidad, su crudeza y sus tragedias. Otro libro, Los placeres y los días, es un divertimento en el que Guillermoprieto escribe sobre situaciones gozosas, la comida, la música y la vida en general, también en América Latina.
Debemos estar orgullosos por que una mexicana tan brillante haya sido distinguida de manera tan justa.
Lecturas recomendada:
Alma Guillermoprieto, Desde el país de nunca jamás. Debate. México. 2011
Alma Guillermoprieto, Los placeres y los días. Almadía. México. 2015.