“Santocho”, Coyoacán: historias de un bario rudo

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Esa mañana de sábado no fue una más, para Alan, Jessica, Luna y todo un grupo de jóvenes que además de enfrentar la pandemia de COVID-19, sobreviven a diario, a una de las colonias más peligrosas de la alcaldía Coyoacán: “Santocho”. Como lo han hecho por varias sesiones, acudieron a un inmueble ubicado en la calle de Canahutli a fin de tomar una de sus últimas clases de Taekwondo.

Con todo y el frío de un día de noviembre, los chicos de entre 15 y 30 años entraron ansiosos al llamado “Teatro del Barrio” —un lugar que hace algunos meses, era territorio de nadie—. Lo que quizás ellos no supieron, es que al ingresar al recinto y hacer series de sentadillas, abdominales y lagartijas, se están apropiando del espacio público de su comunidad. 

Y es que en aquella ocasión fue una clase de artes marciales, pero desde meses atrás la agrupación juvenil se convirtió en la protagonista de toda una serie de cursos y talleres de distinta índole. ¿Cómo? Por medio del programa “Jóvenes en Prevención”.

Angélica Ángel Ruano, socióloga y coordinadora del proyecto en el Pedregal de Santo Domingo, explicó que “Jóvenes en Prevención” forma parte del Programa de Fortalecimiento para la Seguridad (Fortaseg).  En este sentido, advirtió que tiene el objetivo de implementar acciones que eviten la propagación de la violencia y el delito.

¡Una estrategia para jóvenes hecha por jóvenes!

“Todos en parejas, tomen el domi y hagan series de 30 patadas… Más fuerte, más veloz, con mayor intensidad”, dijo Mario durante su clase de Taekwondo del 21 de noviembre.

“Jóvenes en Prevención” incluye la realización de diversas lecciones a nivel teórico y práctico. No obstante y de acuerdo con Ángel Ruano, todas las actividades deportivas y culturales son impartidas por los propios beneficiarios del programa.

La socióloga puso de manifiesto que a causa de la emergencia sanitaria, los ejecutores de la iniciativa hicieron una convocatoria casa por casa. Tocando las puertas de “Santocho” detectaron a personas de entre 15 y 29 años de edad con alguna habilidad que pudiesen compartir con sus iguales.

En este sentido, de lunes a sábado, los chicos forman parte de una programación que incluye clases como zumba, break dance, taller de mural y confección textil. A los encuentros pueden asistir personas que estudian, trabajan, en condición de calle, mujeres embarazadas o en cualquier esquema. Solo hay un requisito: ser joven y agente de cambio.

Así como Mario, Jessica es una adolescente de 16 años que forma parte de “Jóvenes en Prevención”. Sin embargo, en lugar de enseñar cómo hacer firmes movimientos con los pies, ella brinda lecciones para hacer cambios desde la tela.

Los días lunes, Jessica se dirige a otros chicos por medio del taller de “Remodelación de ropa” —una actividad que aprendió desde su educación secundaria—. En su última lección, la joven enseñó a sus alumnos  y además compañeros, a transformar una sudadera con diferentes materiales.

De acuerdo con la socióloga Ángel Ruano, los jóvenes del Pedregal de Santo Domingo han respondido muy bien al proyecto de prevención. En la lección del sábado, puso de manifiesto que se trata de una colonia con una población juvenil bastante grande, lo que hace más fácil la ejecución de la estrategia.

¿Por qué “Santocho”?

Según Datos Abiertos de la Ciudad de México (CDMX), el Pedregal de Santo Domingo es una de las cinco colonias con mayor incidencia delictiva de Coyoacán. Incluso, durante la década de los 80, estuvo habitada por diversas pandillas que mantenían con riñas y enfrentamientos las calles de la zona.

Ante este panorama, Ángel Ruano señaló que “Jóvenes en prevención” intenta localizar focos, regiones y comunidades con alto nivel de riesgo de incidencia delictiva. Añadió que el proyecto toma información del Secretariado Nacional de Seguridad a fin de definir los sitios que requieren mayor apoyo.

Construido sobre piedra volcánica, “Santocho” carece de lugares abiertos como parques o unidades deportivas. Sin embargo, tal panorama no representó una barrera para Angélica y su equipo de trabajo, que con todo y pandemia de Covid-19, concientizaron a la juventud.

“Cada proyecto para mí es un reto diferente. Aprendí que la Ciudad de México es un lugar muy grande y por ende, tiene problemas muy grandes. Sin embargo, también presenta más oportunidades que otras regiones”, apuntó la socióloga.

Así, esa mañana de sábado no fue una más, para Alan, Jessica y Luna. Por el contrario, al ingresar al Teatro del Barrio, están fomentando una sociedad más incluyente y segura. Ahora, la principal diferencia radica en que ese espacio —antes de nadie— ya tiene dueño: la juventud.

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