La perspectiva mexicana

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Viejos problemas persistirán y otros nuevos surgirán. Vicios superados pueden volver pero la sociedad mexicana ha mostrado capacidad ahora y en el pasado para enfrentarlos y superarlos.

Ciudad de México.- México vive una problemática compleja en diversos aspectos del orden interno, así como un entorno global difícil. Esta situación se deja sentir en un ánimo depresivo entre algunos sectores de la población y en la polarización entre varios actores sociales.

Al bajo crecimiento económico del PIB de los últimos 33 años, se suma la persistencia de la desigualdad y la pobreza, la corrupción y la impunidad, la inseguridad, así como el desencanto con la democracia, y el deterioro de la imagen de las instituciones públicas y privadas, lo cual incluye a los partidos políticos, algunas iglesias y hasta empresas. La percepción de deterioro afecta a las instituciones públicas de los tres Poderes de la Unión, de los tres órdenes de gobierno, así como a varios organismos autónomos.

Esta situación se debe a una sociedad cada vez más participativa y exigente, a la persistencia de viejos problemas y el surgimiento de nuevas cuestiones. También a que cada vez se ve con una mirada diferente antiguos vicios y abusos que ahora ya la población no está dispuesta a tolerar. La solución de esta compleja problemática exige de un análisis y una discusión seria, con el ánimo de resolverla, si bien hay grupos interesados en exacerbarla y aún en agravarla para sacar provecho político de esta realidad.

En ese contexto me parece importante efectuar algunas consideraciones. Es claro que el país enfrenta graves problemas pero no se debe perder de vista la perspectiva de largo plazo tanto al futuro como al pasado. Además, es fundamental analizar la situación internacional. No para tomar como consuelo a los países que tienen males mayores, sino para tener el enfoque de la justa dimensión de los que estamos enfrentando en México.

En cuanto al futuro, México sigue siendo uno de los países con mayor potencial de desarrollo por su ubicación geográfica, características culturales de su población, vastísimos recursos naturales y su biodiversidad, dimensiones del país y nivel de desarrollo. Pero sobre todo por su composición demográfica e identidad cultural. Desde la perspectiva del pasado, la situación actual siendo enormemente delicada no tiene la complejidad y la gravedad de momentos difíciles que se han vivido desde la época prehispánica, o de conflictos sociales durante la colonia, la guerra de independencia, la inestabilidad y guerras del siglo XIX, la Revolución Mexicana y de numerosos momentos de crisis sociales y económicas a lo largo del siglo XX.

Al hacer el recuento de nuestros problemas no podemos olvidar la recesión canadiense, la creciente polarización social que se está dando en los Estados Unidos, que tiene entre sus manifestaciones el resurgimiento del populismo demagógico de la ultraderecha y que se expresa sin descanso entre los precandidatos a la presidencia del Partido Republicano.

La crisis social, económica y política en el contexto latinoamericano es de las más graves en las últimas décadas tanto en varios países centroamericanos como en Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina por mencionar sólo algunas naciones.

La persistencia del estancamiento en Europa, la crisis griega, los escándalos de Volkswagen, el flujo incesante de los refugiados o la cuestión catalana tampoco parecen problemas menores.

Asimismo, observamos con preocupación el mundo musulmán, el creciente radicalismo del Estado Islámico, la situación de Siria, Libia, Irak, Irán y de otros países de la región, o bien el desastre humanitario que viven casi todas las naciones del África subsahariana, las tensiones en Rusia, la baja en la realidad y proyección económica de China, el estancamiento de Japón por citar sólo algunos ejemplos del entorno internacional.

La difícil situación social y económica de México también exige tomar en perspectiva el cambio institucional que se ha dado de 1997 a la fecha, en la que se cuenta la creación de nueve órganos constitucionales autónomos, entre los cuales algunos funcionan bien y otros mal. Más aún, algunos que trabajaron bien ahora han decaído en la calidad de su actividad muy claramente. Pero otros siguen cumpliendo con la función para la que fueron creados, como el Banco de México, el INEGI, CONEVAL, COFECO y el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, entre otros.

Además, el Estado mexicano ha efectuado en los últimos años reformas constitucionales profundas como en materia de Derechos Humanos y Amparo, que están en fase de implementación. Una de las más trascendentes es la de Derechos Humanos que cambia el paradigma del Estado y el sistema jurídico mexicano al poner como objeto último del mismo, el respeto a la dignidad de las personas partiendo del principio de la universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad de los Derechos Humanos. Asimismo, se plantearon hace pocos años profundas reformas estructurales con visión de largo plazo que están en la difícil fase de instrumentación. En suma, frente a los graves retos que tiene el país, el Estado ha planteado propuestas para construir un mejor futuro.

Viejos problemas persistirán y otros nuevos surgirán. Vicios superados pueden volver pero la sociedad mexicana ha mostrado capacidad ahora y en el pasado para enfrentarlos y superarlos. La ruta es clara, construir un eficaz Estado social y democrático de Derecho, con gobiernos sujetos al principio de legalidad a los que se les exija cada vez más eficacia, eficiencia, transparencia y rendición de cuentas. En ese sentido, corresponde instrumentar adecuadamente a la reforma constitucional en materia de anticorrupción y seguir luchando por la transparencia.

Los problemas son graves pero hay soluciones. Debemos evitar la simpleza de los radicalismos, así como la simulación al instrumentar las respuestas a los retos actuales.

A mi juicio es claro que los desafíos a enfrentar y los problemas a resolver van a ser cada vez más complejos tanto a nivel global como nacional. Esta problemática se da en el contexto de la falta de acuerdos internacionales para la gobernanza de diferentes cuestiones mundiales y ante la creciente incapacidad de los Estados nacionales para resolver muchos de sus problemas.

La Agenda de Naciones Unidas 2030 afronta algunos de ellos como el cambio climático, así como la erradicación de la pobreza y la disminución de la desigualdad. En este marco, sin duda la sociedad mexicana tiene el dinamismo y la creatividad para resolver la problemática mexicana con éxito, sobre bases sólidas en el marco del Estado de Derecho.

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