Terrorismo en París y el futuro de la humanidad

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Los hechos de París nos obligan a que impere la racionalidad para superar dos de los grandes retos globales y defender el interés general para logar un futuro en paz con equidad y sustentable para todos.

 

París es escenario de dos de los conflictos más importantes que deberá enfrentar la humanidad en el siglo XXI.

Por una parte, la lucha de la sociedad contemporánea estructurada sobre la base del respeto a las libertades y los derechos fundamentales de las personas contra el fanatismo y la irracionalidad. Por otra, el reto de la humanidad por sobrevivir frente al desastre que puede significar el calentamiento global de origen antropocéntrico que amenaza con agudizar seriamente la problemática ambiental que ya se enfrenta. En ambos casos, se trata de una lucha entre la racionalidad y la defensa del interés general contra el fanatismo, los intereses sectarios y las visiones excluyentes.

Me refiero al primer tema. Los atentados perpetrados en París el viernes 13 de noviembre, en los que murieron 130 personas por parte del grupo Daesh, autonombrado Estado Islámico, son la agresión de un grupo fundamentalista radical que ataca a las sociedades modernas laicas. Esta lucha ha provocado indignación y la reacción de fuerza por parte de los países agredidos. Pero en este enfrentamiento están perdiendo tanto los moderados como la gente común de Francia, de Europa, de Estados Unidos y del mundo en general, incluyendo a la mayoría de la población de los países islámicos.

Los actos terroristas de Daesh en Europa, además del daño que están provocando, permiten empoderarse en los países desarrollados a los grupos de extrema derecha, como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia y los sectores más extremistas de los republicanos en los Estados Unidos.

Además, estos grupos islámicos radicales están destruyendo las sociedades en las que operan. Así Daesh, Al Qaeda y Los Talibanes oprimen a los ciudadanos de sus países. Pero, por si fuera poco, las poblaciones que sufren la pesadilla del fundamentalismo islámico quedan estigmatizadas y los refugiados son rechazados en los países a los que acuden, por el simplismo de pensar que todos los musulmanes son radicales violentos.

Es legítimo para cualquier nación prevenir la violencia y disuadir por cualquier medio el terrorismo. Pero también es necesario estudiar y comprender el fenómeno en toda su profundidad para poder resolverlo. Es claro que para solucionar un problema, primero es necesario comprenderlo. En este sentido, es fundamental también conocer qué intereses se ven beneficiados por las acciones de estos grupos radicales, así como qué gobiernos los alientan directa o indirectamente.

Los actos terroristas de Daesh en París se realizaron a poco más de dos semanas del inicio de la Cumbre del Cambio Climático, la cual comienza el lunes 30 de noviembre. Esta Cumbre va a reunir a más de 130 jefes de Estado y de gobierno y será probablemente una de las más trascendentes en la historia internacional. Se trata de tomar medidas para mitigar el daño a la naturaleza y el ambiente, para detener el calentamiento global y evitar que la temperatura aumente dos grados centígrados en lo que queda del siglo, ya que esto tendría consecuencias catastróficas para la Tierra.

La evidencia científica demostró que el calentamiento global de origen antropocéntrico, debido principalmente a la emisión de gases de efecto invernadero, es la principal causa. Existe un cambio climático constante por razones naturales, pero aquí hablamos del calentamiento global provocado por la acción humana. El derretimiento de los polos y glaciares, el incremento del nivel del mar, el agravamiento de los ciclones, huracanes y sequías, la afectación de la flora y la fauna, la contaminación del aire, los ríos y los mares, están afectando la alimentación, el acceso al agua potable, la salud, la vida de millones de personas. Estos fenómenos destruyen la infraestructura y hacen desaparecer ciudades costeras e islas, generando migraciones, violencia y guerra.

Es ahora reconocido y aceptado, incluso por quienes siempre lo negaron, entre ellos algunos gobiernos y empresas extractivas, la realidad del calentamiento global causada por el hombre. Pero ahora algunos de los detractores de siempre han cambiado su posición. Por una parte, reconocen el diagnóstico, pero por la otra, advierten que las soluciones que se tomen en la Cumbre no van a reducir el fenómeno, sino que van a incrementar los costos a la industria, y por lo tanto, a obstaculizar el crecimiento económico y a generar pobreza.

Desde luego, es muy importante que las medidas que se adopten sean eficaces y propicien alternativas para que el crecimiento de la economía mundial se efectúe sobre bases sustentables. Pero esos críticos, lo que no incluyen en sus cálculos son los costos de soslayar las soluciones, que como lo han advertido muchos especialistas desde hace tiempo, como el Informe Stern, serán mucho mayores de no tomar medidas a tiempo.

En suma, los hechos de París nos obligan a que impere la racionalidad para superar dos de los grandes retos globales y defender el interés general para logar un futuro en paz con equidad y sustentable para todos.

Imagen: El Semanario
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