El domingo 5 de junio de 2016 se celebraron elecciones en México y en Perú. En México hubo elecciones en 14 entidades federativas, en 12 de ellas se eligió al gobernador del Estado. En el caso de Perú, se celebró la segunda vuelta de la elección presidencial entre Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori.
En cuanto a las elecciones en México, los resultados preliminares señalan que la coalición encabezada por el PRI habría ganado en 5 Estados, en tanto que el PAN, en algunos casos en solitario, y en otros en coalición con el PRD habría triunfado en 7 entidades federativas.
Las elecciones del 5 de junio permiten elaborar algunas consideraciones preliminares. En primer término, varios candidatos que perdieron tuvieron la carga de que los gobernadores miembros de sus partidos fueron extraordinariamente malos, corruptos e incompetentes. Algunos de ellos como probablemente nunca se había visto en México. Además, varios de los candidatos de la oposición son personas con la peor fama pública personal y política. Esto es, a una sociedad profundamente lastimada le pueden esperar nuevos agravios.
En casi todos los procesos electorales para gobernadores dominó la guerra sucia con acusaciones recíprocas de criminalidad y corrupción, lo cual nos permite preguntarnos ¿Esta clase política es realmente representativa de la sociedad mexicana?
Otra consideración no menos preocupante es que después de la elección, casi todos los contendientes se declararon ganadores, sin ningún pudor. Desde luego varios de ellos sabían que iban a perder, pero aun así se proclamaron vencedores. Esto sucede porque no hay sanción social frente a estas conductas, sino que simplemente abona al creciente desprestigio de los políticos ante la opinión pública. Pero, sobre todo porque muchos de los candidatos perdedores preparan sus impugnaciones con causas justificadas o sin ellas. Los procesos electorales se siguen judicializando. Hace algunos años, en una reunión del Club de Roma en México, el expresidente del gobierno de España, Felipe González, decía que para construir y consolidar una democracia, lo primero que se necesita son demócratas. En México parece ser que nuestra clase política está ávida de triunfo pero no de democracia. Necesitamos gente que quiera servir al país, no continuar sirviéndose de él.
Por último, una nota aún más ingenua. Espero que los gobernadores electos realmente sientan la presión social para luchar contra la corrupción y la impunidad, problemas ancestrales de México.
En cuanto a la elección presidencial en Perú, en la segunda vuelta, la información preliminar señala que Pedro Pablo Kuczynski se logró imponer por estrecho margen sobre la populista Keiko Fujimori, hija del expresidente Alberto Fujimori, en prisión por actos de corrupción y crímenes de lesa humanidad.
Pedro Pablo Kuczynski es un distinguido economista con un profundo conocimiento de la economía internacional y de la realidad del Perú. De confirmarse su triunfo, se abren las expectativas para el progreso y el bienestar de esa gran nación del cono sur.
