México frente a Trump

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Es cada vez más claro que Donald Trump puede provocar una crisis global. No sólo son sus planes y sus aseveraciones, también los de algunos de sus colaboradores que en ocasiones lo contradicen abiertamente. Durante las comparecencias de varios de ellos en el Senado estadounidense para obtener la ratificación de sus cargos destaca la de Rex Tillerson, ex presidente de Exxon Mobil, quien será el Secretario de Estado y que expresó fuertes críticas a China por su expansión en Asia, a lo cual la prensa del gigante asiático ha contestado en forma muy dura advirtiendo del riesgo de una confrontación devastadora.

 

Otro caso es el del General retirado James Mattis quien asumirá el cargo de Secretario de la Defensa, que señaló en su comparecencia senatorial que el principal reto para la paz lo representa Rusia, lo cual contradice el ánimo amistoso de Trump hacia Vladimir Putin, así como su resistencia a aceptar la injerencia rusa en las elecciones presidenciales en Estados Unidos. También está el caso del General John F. Kelly quien como próximo encargado del Departamento de Seguridad Nacional soslaya la eficacia del muro fronterizo pero insiste en un concepto de defensa activa, por el cual ubica la seguridad fronteriza de los Estados Unidos 1,500 millas al Sur del Rio Bravo, lo cual conlleva una nueva presión sobre México.

 

Pero sin duda, uno de los ejes fundamentales del gobierno de Trump será el de la confrontación con México. Después de la conferencia de prensa del 11 de enero de Donald Trump ya como Presidente electo se confirma una vez más su beligerante actitud antimexicana.

 

Trump reitera la decisión unilateral de construir un muro en la frontera e insiste en hacer pagar a México de una u otra forma, lo cual es claramente un acto hostil y arbitrario. Esto aunado a la amenaza de realizar deportaciones masivas de migrantes hispanos, de criminalizar la migración y de gravar las remesas, entre otras medidas, integran un largo listado de actitudes contra México.

 

Asimismo, Trump reitera su rechazo al libre comercio, amenaza con establecer tarifas arancelarias a exportaciones mexicanas y promover gravámenes fiscales que obstaculicen dichas exportaciones, lo cual es violatorio del TLCAN y de la normatividad de la OMC, así como contrario a los intereses de amplios sectores de ambos lados de la frontera.

 

Esta actitud es la culminación de una inédita campaña presidencial que se caracterizó por sus graves ofensas a México y en especial a los migrantes mexicanos, a quienes llamó criminales y violadores. En la referida conferencia de prensa insistió también en que México se ha aprovechado de Estados Unidos por el TLCAN, lo cual es cínico ya que pretende desconocer los enormes beneficios que ha tenido la economía estadounidense en virtud de dicho Tratado. En suma, Trump insiste en argumentos equivocados que acabarán dañando las economías de ambos países, en el caso de Estados Unidos en el mediano plazo. Pero ante esta situación que lejos de atemperarse, continúa siendo extremadamente beligerante contra México ¿Qué es lo que debemos hacer?

 

En primer término, en materia de política exterior es necesario ser claros y defender la soberanía con dignidad. Ahora ya no se trata de las ofensas y descalificaciones de un candidato, sino de las declaraciones y los actos de un Presidente.

 

Coincido desde luego en la prudencia, en evitar caer en provocaciones y en defender los intereses de los migrantes, como del comercio y la inversión, así como de todos los temas involucrados en nuestra extensa relación bilateral. Pero también es necesario aclarar que la pasividad, la sumisión y la obsecuencia son un gravísimo error. La mayor amenaza para nuestra política exterior es la sombra de Neville Chamberlain. El apaciguamiento frente a alguien con el perfil de Donald Trump es un suicidio. Se ha sostenido que lo importante son los hechos no los dichos, pero las palabras importan y mucho, basta ver las reacciones a las declaraciones de Trump en los mercados financieros y el tipo de cambio en México.

 

También es cierto que entrar en una guerra comercial puede ser pésimo para nuestro país. Se han planteado varias opciones, desde la que enuncia que una negociación larga del TLCAN genera incertidumbre y de que un mal arreglo puede ser perjudicial por lo que  no hay que temer abandonar dicho Tratado hasta la de promover la modernización de dicho instrumento y salvar lo posible del mismo. Pero es fundamental ver los intereses del país en su conjunto y no ceder en aspectos como la migración, los derechos humanos, el muro o el medio ambiente con tal de salvar algunos aspectos del comercio y la inversión.

 

La otra parte que resulta fundamental es la revisión del modelo de desarrollo en México. El TLCAN ha sido en general benéfico para México. Sin duda promovió el incremento de las operaciones comerciales, de las exportaciones mexicanas y de la articulación de cadenas productivas con algunos sectores. Pero también ha sido devastador para amplios ámbitos de la industria, el comercio y el sector agropecuario, en especial para numerosas empresas medianas y pequeñas.

 

Ésta es una valiosa oportunidad para revisar la política del desarrollo, ya llevamos 35 años con un crecimiento del PIB muy bajo, la pobreza persiste y la desigualdad se incrementa. La globalización contemporánea ha impulsado el crecimiento económico en el mundo y ha logrado reducir la pobreza y el hambre en muchos países pero sus logros han sido muy modestos en el caso de México.

 

Por último, debemos enfrentar unidos, a pesar de nuestras profundas y legítimas diferencias, la peor agresión del exterior que ha sufrido el país en más de cien años.

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