El discurso inaugural de Trump y sus primeras acciones

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El viernes 20 de enero de 2017 Donald Trump tomó posesión como el Presidente número 45 de los Estados Unidos de América. Su discurso inaugural plantea un profundo cambio geo-político a nivel mundial. El mensaje establece también un cambio de fondo en los principios que supuestamente han regido la política exterior estadounidense en los últimos cien años.

 

Se trató de un discurso populista, triunfalista e imperial con una buena dosis de agresividad y resentimiento. En el mensaje argumenta que muchos países han prosperado gracias a los Estados Unidos y que llegó la hora de revertir esta situación, centrándose en el interés nacional, como si alguna vez no hubiera sido así. Reitera Trump su concepción de que Estados Unidos ha costeado la defensa de otros y que esto va a cambiar. Es claro que se espera un enfrentamiento con China, un distanciamiento con Japón y Corea del Sur en el contexto asiático regional de la amenaza de Corea del Norte. Su política marcará también la revisión del reciente acuerdo con Irán y el enfrentamiento con los países árabes, entre otros, por el apoyo al ala radical del Estado de Israel. También enuncia un acercamiento con Rusia, con diversos proyectos como el del combate al terrorismo del Estado Islámico. Se confirma un alejamiento de la Unión Europea y en particular de Alemania, dejando a Europa en una delicada situación de vulnerabilidad frente al expansionismo ruso sobre Ucrania, con graves riesgos para los países bálticos, Polonia y los Estados escandinavos, entre otros. Pero desde luego los primeros afectados serán México y Centroamérica. En su discurso inaugural Trump reiteró el proteccionismo comercial y el aislacionismo político, lo cual le puede traer graves consecuencias a su propio país en el mediano plazo.

 

El mensaje tuvo un tono populista que apeló a los olvidados de la modernidad. Reiteró su promesa de devolver los empleos a los Estados Unidos y esbozó el autoritarismo al descalificar a las instituciones y a la clase política y conectarse directamente con el “pueblo”. También dejó un mensaje de fundamentalismo religioso al insistir en el excepcionalísimo estadounidense basado en un cristianismo evangélico dogmático. Además, reiteró la promesa del desarrollo de la infraestructura, si bien ha insistido en la reducción de impuestos directos a las empresas y a las personas, lo que probablemente lo haga recurrir a la imposición indirecta, regresiva. Por supuesto, no hizo ninguna referencia al cambio climático.

 

Para México se confirma un mal escenario por el hostigamiento a los migrantes hispanos, el muro fronterizo, la posibilidad de que el gobierno de Estados Unidos grave u obstaculice las remesas que se envían a nuestro país. Pero también se abre una gama de oportunidades. Es el momento de discutir finalmente lo que queremos ser como nación, con visión de largo plazo y de formular escenarios en el marco de una sólida planeación estratégica.

 

Las amenazas para México están enmarcadas en los riesgos que Trump plantea para todo el mundo y para su propio país. Esto es, no estamos solos. Trump se va a enfrentar con China, con la Unión Europea, en particular con Alemania, con el mundo musulmán y en forma específica con los países árabes. Está también confrontado con la ONU, la Unión Europea, la OTAN. La comunidad científica internacional está en su contra por su rechazo del calentamiento global de origen antropocéntrico. Dentro de los Estados Unidos si bien el Partido Republicano controla las Cámaras de Senadores y Representantes, perdió por casi tres millones del voto popular, tiene en contra a poderosos estados de la Unión Americana tanto en las costas del Atlántico y del Pacífico y a sectores muy amplios de la sociedad, una pequeña muestra son los millones de personas que marcharon en su contra en Washington, así como en varias ciudades de los Estados Unidos y en el mundo. El nuevo Presidente está también peleado con la prensa. Además, en caso de implementar sus planes va a afectar seriamente a la economía estadounidense.

 

Frente al proyecto mexicano de integrar un bloque con América del Norte competitivo a nivel global que parece diluirse, nuestro país tiene la oportunidad de la diversificación comercial con el área Asia-Pacífico y la India, el acercamiento con Canadá, América Latina y Europa, pero sobre todo la revisión de nuestro modelo de desarrollo para atender el mercado interno, lograr un efectivo combate de la pobreza, el hambre, la desigualdad y la reconstrucción del Estado de Derecho. Hay que pensar el futuro, pero también ya es tiempo de poner orden en la casa, y no me cansaré de insistir en ya tomar en serio el combate a la corrupción y a la impunidad. Requerimos frente a Trump una actitud firme y digna.

 

Es claro que México enfrentará momentos difíciles y que debemos estar unidos, respetando nuestras naturales diferencias ideológicas y propuestas políticas. Pero ninguna llamada a la unidad puede prosperar si no se combate realmente la pobreza y la desigualdad, la corrupción y la impunidad.

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