Trump y el G-7

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Llegó a su fin la gira internacional de Trump quien visitó Arabia Saudita, Israel, el Vaticano, la reunión de la OTAN en Bruselas y la del G-7 en Taormina, Sicilia. Si bien Trump se ciñó al guion institucional en varios aspectos de sus visitas, en el fondo este viaje del Presidente de Estados Unidos fue una expresión más de las contradicciones y confusiones en todos los órdenes que caracterizan las declaraciones y las acciones del inquilino de la Casa Blanca.

En Riad anunció una venta multimillonaria de armas de Estados Unidos a Arabia Saudita, moderó el discurso anti-islámico, rodeado de gobernantes sunitas. Trump reiteró su intención de combatir el terrorismo islámico, pero su gira la inició precisamente en el país que promueve el wahabismo, fundamento doctrinal de la guerra de religión. Arabia Saudita ha sido reiteradamente acusada de apoyar a grupos radicales violentos, pero eso no le impidió a Trump hacer una venta multimillonaria de armas a ese país. Como era previsible, los intereses del complejo industrial militar se impusieron sobre la estrategia de seguridad.

En Israel reiteró su acercamiento hacia el radical gobierno de Benjamin Netanyahu. Si bien tuvo un acercamiento con el líder de la autoridad palestina, también ratificó su postura anti-iraní, con todas sus implicaciones en Siria y para el Islam chiita.

En la visita al Vaticano, el Papa Francisco expresó su visión sobre la paz, la tolerancia y la inclusión, así como acerca de la urgente necesidad de combatir el cambio climático. El Papa le regaló su encíclica “Laudato Si”, pero dudo que Trump la vaya a leer. En todo caso, no puede haber posiciones más distantes que las del Papa Francisco y Donald Trump en estos temas.

En la reunión de la OTAN su posición fue, como lo había anunciado desde su campaña, reclamar a sus aliados una mayor contribución económica para el sostenimiento de esa alianza militar. Pero la reunión con el G-7 en Taormina fue en la que se expresó el mayor nivel de desacuerdo en temas de fondo como el comercio, el medio ambiente, así como frente a Rusia.

Esta reunión del G-7 fue la más tensa de los últimos años y Trump se negó a firmar el acuerdo sobre el cambio climático. La Canciller alemana Ángela Merkel calificó la negociación como difícil e insatisfactoria. En suma, como era fácilmente previsible esta gira internacional de Trump, fue un desastre.

Es claro que la renovación de gobernantes es un elemento consubstancial en un sistema democrático, pero lo que parece ser imprevisible es la llegada al poder de un populista como Trump. El contraste con otros nuevos gobernantes como Justin Trudeau de Canadá y Emmanuel Macron de Francia es enorme.

La capacidad y sensibilidad política de Trudeau, así como la formación intelectual y la experiencia profesional de Macron marcan una enorme diferencia. El problema para el mundo es que la principal potencia global tiene en su puente de mando una profunda confusión. En unos cuantos meses Trump ha logrado que Estados Unidos pierda liderazgo en todas partes.

A nivel interno, los problemas del Presidente Trump se siguen intensificando. El principal problema político que tiene es la investigación sobre la “descarada” participación de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016, según declaró ante el Senado el ex Director de la CIA, John Brennan, y el posible involucramiento de directivos y allegados de la campaña de Trump en esa participación.

La probable responsabilidad es gravísima, ya que habría puesto en riesgo al sistema democrático estadounidense, al permitirle que lo manipulara el gobierno de un Estado autoritario que fue el principal enemigo de Estados Unidos durante el siglo XX. Rusia, además de participar en la tragedia Siria, es la principal amenaza para la paz y la estabilidad en Europa.

Un elemento adicional de las complicaciones de Trump es que su influyente yerno, Jared Kushner, está siendo investigado por el FBI en relación con la conexión rusa. Kushner tiene una vinculación informal con la Casa Blanca (no cobra sueldo), pero es muy influyente tanto desde la campaña como en el actual ejercicio del gobierno. Entre sus encomiendas están las relaciones en el Medio Oriente, México, China y el intento de promover un proceso de paz entre israelíes y palestinos.

Esto se suma a las investigaciones sobre el General Michael Flynn, el primer Consejero de Seguridad Nacional que tuvo que renunciar por mentir sobre sus contactos con los rusos y Paul Manafort, quien fue Director de la campaña presidencial hasta agosto del año pasado, cuando se supo de sus vínculos con empresarios rusos y ucranianos.

Todo esto, desde luego, en medio del escándalo por el despido de James Comey, Director del FBI por investigar este tema. Para el periodista Carl Bernstein, quien junto con Bob Woodward investigó el “Watergate”, ya se llegó al nivel en el que la discusión sobre la destitución de Trump comienza a ser razonable.

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