Hace veinticinco años falleció Gilberto Bosques Saldívar, quien ayudó a 20 mil republicanos exiliados en México, concedió 30 mil visados a minorías perseguidas por el ejército alemán y brindó apoyo a más de 120 mil refugiados españoles atendidos en alguna de las modalidades de ayuda del consulado mexicano.
El pueblo de Chiautla de Tapia, en Puebla tiene un héroe local, cuya historia es invaluable; ahí nació Gilberto Bosques Saldívar, un 20 de julio de 1892.
En 1939, con la Caída de la Segunda República Española, Gilberto Bosques es enviado a París como Embajador de México. Ahí tiene la encomienda directa de Lázaro Cárdenas de salvar a todos los mexicanos residentes del país. Además, le pide instalar el Consulado mexicano donde mejor sea conveniente. Con estas instrucciones, Bosques viaja al sur, en la región de Bayona. Pero al poco tiempo, son invadidos por los alemanes. De ahí, se mueven a Marsella, en donde sigue repatriando a mexicanos y también encuentra a grupos vulnerables, como los libaneses a quienes ayuda expidiendo pasaportes mexicanos.
También instala una oficina jurídica para defender ante los tribunales a españoles que eran buscados por el gobierno franquista. Los salvó de la extradición y envió a nuestro país. Hizo frente a los hostigamientos del gobierno francés pro-alemán y a la mismísima Gestapo, al esconder, documentar y enviar a México a un gran número de judíos, con la única condición de que ellos se comprometían a regresar a su país de origen en cuanto mejorara toda la situación. Esta labor, quizás era de las más peligrosas para el diplomático, porque les escondía en castillos, ocultaba sus datos, los cambiaba y les ayudaba a huir. Hasta que la región de Vichy (en donde estaba su Consulado) le dio la espalda.
El Cónsul decide poner fin al acuerdo que tenía con el gobierno de Vichy, y al romper relaciones, la Gestapo se hace dueña de la oficina, bajo el fundamento de operar “ilegalmente” dentro del país. Bosques es capturado junto a su esposa y sus tres hijos, así como con otros 38 colaboradores de la oficina. Son llevados a la ciudad de Bad Godesberg (Alemania) y apresados en contra de todos los estatutos diplomáticos. Ese día, sin miedo dijo a uno de los oficiales: “Todo el personal mexicano se someterá al reglamento que acababa de leernos, porque México está en guerra con Alemania y por ello somos prisioneros de guerra. Puede estar seguro de que no pediremos ninguna excepción, ninguna gracia sobre esas disposiciones, pero tampoco aceptaremos ningún trato vejatorio, como los que acostumbran ustedes con los prisioneros.”
Desde ahí, el Cónsul siguió dictando conferencias, e incluso organizó una conmemoración del Grito de Independencia.
Más de un año después fueron liberados en una negociación. Los mexicanos entregaron a un grupo de presos alemanes a cambio de la liberación y repatriación del grupo de diplomáticos; finalmente, en marzo de 1944, Gilberto Bosques Saldívar llega a la Ciudad de México en tren.
Al llegar a la estación ya lo esperaban miles de personas; eran todos sus refugiados, quienes lo sacaron en hombros como lo que era: un gran héroe.
Por esta enorme y honorable labor, Gilberto recibió homenajes, premios, condecoraciones; llevan su nombre una Plaza en Francia y una calle en Austria; incluso, se ha escrito una novela, una obra de teatro y un documental al respecto.
Sin duda, ésta es una de esas historias que inspiran y que nos dan lecciones importantes, entre las que se destacan:
*Ayudar a tus semejantes siempre estará bien.
*No demostrar temor ante las injusticias.
*Ser buena persona nunca pasará de moda.
Seamos fuertes de espíritu y ayudemos a los que nos necesitan. Ayudemos entre todos a México y a los mexicanos. Es la única manera de salir adelante. Hoy, lo necesitamos más que nunca.
Fuentes:
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