2020, el año que llegamos a un punto de inflexión

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Al iniciar este año 2020 nos proponíamos –con moderado optimismo– abordar el tránsito del mundo unipolar al multipolar, pero el 2 de enero nos sorprendió un dron asesino teledirigido desde Estados Unidos, que masacró en Irak al general iraní Qassem Soleimani. En la región el comandante de la Fuerza Quds, era conocido por su hábil estrategia antiterrorista, pero Donald John Trump afirma que ordenó su aniquilación “para parar una guerra”. La secuela del hecho alteró la agenda de Jefes de Estado y analistas, que hoy consideran que la geopolítica está ante un punto de inflexión.

¡Y cómo no! Mientras gran parte de África sufre de crisis multidimensional, el Brexit se consuma ante el bloque europeo donde ganan control el separatismo. Los fascismos ganan espacio en nuestra región, donde el derechista partido español VOX afina sus vínculos con las derechas locales, en particular las bolivianas.

Y en el colmo de la hipocresía, los gobiernos que abandonan a sus trabajadores y clausuran el Estado de Bienestar exigen democracia y transparencia en sus rivales políticos.

El lastimoso espectáculo del “Impeachment”, contra el presidente de la superpotencia bélica mundial no ayuda en nada a la democracia estadounidense, pues los republicanos usarán ese escenario para catapultar la campaña reeleccionista del magnate.

Imagen: Geopolitical futures.

A la vez, el mundo atestiguó atónito que la política exterior de Trump incluye el impune asesinato político. ¡Y le va bien! Hace días zanjó la mal llamada “guerra comercial”, un conflicto político-tecnológico con China; al tiempo que consiguió que México le sirva de muro anti-inmigrantes.

 El aislacionismo internacional del Ejecutivo mexicano frena el proceso de integración latinoamericana. Y aunque se esperan giros simbólicos en su presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAV), el Comando Sur sigue maniobrando a sus anchas en la región.

Este año Occidente sólo enfrenta un foco rojo para su interés geopolítico: la pugna energético-comercial que libra en dos escenarios. Uno en Medio Oriente, donde el nacionalismo iraní le impide adueñarse de esa gran riqueza petrolera y gasera. Y el otro con la exitosa diplomacia del presidente de Rusia, Vladimir Putin. Así, el Kremlin obtiene logros inéditos: mientras consolida su pacto euroasiático con China, construye el puente que une a Crimea con territorio ruso y afirma su alianza energética con Turquía. Ante esa avanzada del país eslavo, se le castiga acusándolo de dopaje de Estado y se le impide ir a las Olimpiadas.

Un actor no gubernamental que se fortalece en nuestra región son las sectas evangélicas. Afinan sus estrategias y se alían con las más reaccionarias fuerzas con un objetivo: alentar el conformismo, asegurar la explotación y afinar su plan de control de masas, explica el analista Miguel Leyva. Jair Bolsonaro logró la presidencia de Brasil al aliarse con esas fuerzas reaccionarias.

Alberto Fernández, presidente de Argentina; Jair Bolsonaro, presidente de Brasil (Imagen: Infobae).

Por eso, aunque veremos a un Lula da Silva más activo, no se anticipan cambios favorables en el gigante latinoamericano. Y si en 2019 Bolsonaro privatizó tres parques nacionales, incluyendo una parte de las Cascadas de Iguazú, esperamos que haga algo similar en la Amazonia.

Entretanto, la Argentina de Alberto Fernández enfrenta el reto de resolver la cuantiosa deuda externa (50,000 millones de dólares) que adquirieron sus antecesores. Ese obstáculo le impedirá tejer vínculos más estrechos con los gobiernos de Cuba y Venezuela, lo que beneficiará la agresiva política exterior de Donald Trump contra esos Estados, a los que ha sometido a sanciones asfixiantes.

Tampoco se prevén buenas noticias para la democracia boliviana. El gobierno de facto de la primera mujer dictadora de América Latina no garantiza respeto a un eventual triunfo del Movimiento al Socialismo en las elecciones.  Los golpistas no se irán.

De ahí que observadores anglosajones anticipen meses menos previsibles, con un clima político más impulsivo y caótico. Coinciden que cada vez más las grandes decisiones geopolíticas dependerán de actores no estatales.

Emiliano Teran Mantovani (Fotografía: Punto de corte).

El investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de Barcelona, Emiliano Teran Mantovani, quien habla ya de una crisis civilizatoria y que será evidente este año en distintos puntos del planeta, así la explica: “El tiempo que vivimos es un tiempo extraordinario. Todo está en juego. Las posibilidades de vida en la Tierra, tal y como las conocemos, pueden cambiar radicamente. Más allá de diversos imaginarios sociales sobre colapsos y apocalipsis, eso tiene efectos en los marcos de convivencia social, los ciclos de lluvia y períodos secos, en las migraciones, la producción y distribución de alimentos, la pérdida de los últimos refugios ecológicos, la conflictividad social y geopolítica por los recursos indispensables para la vida, el nivel de los océanos, el mantenimiento de las instituciones sociales y las infraestructuras, y un muy largo etcétera”.

Sabemos pues que los próximos meses serán cruciales para la paz, seguridad, economía y preservación medioambiental. Revertir ese sombrío panorama, pasa por construir una ciudadanía culta, que consulte fuentes diversas de información y domine la tecnología. Sólo así se logrará influir en las decisiones políticas.

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