Por más que las familias mexicanas lo quieran creer, la realidad que viven es otra. Y es que Banxico ha cambiado tanta veces la fecha de cuando van a bajar los precios que no sería raro que alguien pusiera en duda su última promesa sobre la inflación.
Ya es casi costumbre que cuando el INEGI revela los datos de la inflación, el Banco de México (Banxico) salga a dar un discurso sobre el comportamiento de los precios, el buen dinamismo de las variables económicas en reacción a su política monetaria y lance esperanzadoras promesas de que en un futuro cercano los costos al consumidor comenzarán a bajar.
Después de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) anunciara un nuevo incremento generalizado de precios, con cifras máximas no registradas desde 2009, Banxico emitió un comunicado de política monetaria en donde señaló que el balance de riesgos para la inflación no presentó cambios con respecto a su informe previo y mantuvo su previsión de que su meta objetivo de inflación fijada en 3 +- un punto porcentual, se alcanzará a finales de 2018.
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Bajo la perspectiva del organismo liderado por Agustín Carstens, el incremento de los precios en la economía mexicana están llegando a un techo máximo y prevé que “este año la inflación general retome una tendencia a la baja y que esta se acentúe durante el año siguiente, conduciendo a la convergencia al objetivo de 3.00 por ciento hacia finales de 2018”.
Los mensajes de Banxico son alentadores cuando se leen, pero por desgracia, cada quincena que le toca a INEGI revelar sus cifras, existen factores que dan impulso adicional al comportamiento de los precios, como lo fue en julio el incremento en el jitomáte, los combustibles y el transporte.
Frente a esta realidad, Banxico decidió aplicar un incremento en su tasa de interés para contrarrestar el efecto de la inflación en la economía; sin embargo, Carstens señaló que espera que baje en los próximos meses y se mostró optimista para que en los próximos 18 meses la inflación baje.
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