Los consumidores actuales son activos, receptivos y analíticos, dejaron de tener un rol pasivo y ahora son capaces de cuestionar a las marcas por sus acciones, premian o castigan sus decisiones con respecto a su entorno social y con el ascenso de los famosos “influencers”, la reputación de las compañías está en juego de manera constante, por eso la pregunta que surge es si las empresas deben asumir alguna postura política y social para ganar clientes.
Ciudad de México.- Con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y sus discursos racistas y las amenazas en contra de los mexicanos, muchos aplaudimos que algunas marcas de cervezas, de ropa o aerolíneas expresaran abiertamente su descuerdo con estas opiniones, lo que les valió ser en su momento los impulsores de campañas publicitarias de protesta.
¿Pero por qué una empresa debe asumir este rol en temas polémicos? La realidad es que ya no se trata solo de convencer a los clientes con acciones aisladas, sino que se han convertido en los momentos idóneos para que las personas conozcan los valores y principios sociales que los rigen.
De acuerdo a un estudio realizado por la consultora Havas Media Group y que retoma el sitio Merca 2.0, el 59 por ciento de los encuestados valora las acciones y el papel que desempeñan las empresas para influir de manera positiva en el entorno social y en el bienestar de las personas, lo que es un factor para influir en sus decisiones de compra.
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Además, “el 52 por ciento de los consultados busca de manera regular información sobre el comportamiento de las empresas con la sociedad”, dice esta información, lo que revela el hecho de que los consumidores si valoran las acciones de las marcas.
Y esto se traduce en ventas y número positivos para las compañías, ya que otro estudio –este realizado por eMarketer-, reveló que 50 por ciento de los consumidores compra en función de los “valores éticos que respaldan a una marca”.
Esto representa un cambio importante en la configuración de los hábitos de consumo de las personas, ya que no basta con productos bonitos o baratos, sino que además, está el componente ético y moral con que actúan las empresas, algo que puede ser un valor agregado muy preciado o una arma que puede ser usada en contra de su propia reputación como compañía con poca responsabilidad social.
