La emoción y la excelencia

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De forma recurrente llega a mi pensamiento la reflexión de mantener y sobrepasar la calidad del trabajo que realizamos en el equipo de la empresa a la que pertenezco. Esta idea se acompaña en un contexto donde, desde luego, pienso en el compromiso que tenemos para con los clientes que trabajamos y la satisfacción que se siente cuando superamos expectativas y forjamos relaciones de largo plazo que generan, entre otras cosas: credibilidad, recomendación y ganancias (fundamentales para mantener cualquier labor).

En mi particular experiencia, la búsqueda interminable de la calidad y los buenos resultados, han sido fácil de mantener vigente: me gusta lo que hago, lo disfruto enormemente y eso de alguna forma me lleva a tratar de hacer las cosas lo mejor posible cada vez, y aportar algo al equipo o a las personas con las que colaboro.

A pesar de haber encontrado el eslabón perdido de la automotivación, también he aprendido lo difícil que es transmitir y contagiar el uso de esta herramienta a las personas. Más allá de citar algún estudio referente a la relevancia del trabajo en equipo, al momento de conseguir grandes resultados o ser muy productivos, afortunadamente lo he experimentado en primera persona. Es cierto que puede haber individuos muy capaces en sus diferentes profesiones, pero ninguno lo será tanto como la suma de todos ellos trabajando hacia un fin común ‒aplíquese a una Pyme, una transnacional, un gobierno o una sociedad‒.

equipo de trabajo

Me parece una labor fundamental de quienes lideramos equipos de trabajo de alto desempeño, tener en claro que la consecución de objetivos debe basarse en aspectos cualitativos más que cuantitativos y velar por ese balance lo más posible. Debemos ser objetivos también, y asumir que hoy día el estilo de vida laboral y la globalización nos hacen pasar por un momento crítico donde el alto desempeño, las jornadas largas y la competencia profesional, nos ponen a prueba para llegar al logro de ese anhelado equilibrio vida-trabajo del que tanto se habla últimamente ‒no siempre se puede‒, pero no significa que no deba de ser una meta.  Inclusive, considero que este adagio sobrepasa generaciones y aplica de la misma manera en la actualidad como hace 50 años: grandes logros, requieren grandes sacrificios.

Creo firmemente que, si somos capaces de encontrar nuestra verdadera vocación, la ruta de crecimiento profesional, aprendizajes, sacrificios y logros, se hará sostenible casi de manera natural. Entonces, tal vez, la búsqueda de la excelencia será motivada por la emoción de descubrirla y llegar más lejos. Necesitamos divertirnos más, atrevernos más, co-laborar más y cuestionarnos más.

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