Que los bancos en México expolian a quienes les entregan sus ahorros o les solicitan un crédito, lo dice la Auditoría Superior de la Federación (ASF) de otra manera, pero también muy clara: encontró “la existencia de condiciones estructurales e institucionales que afectan a los usuarios de servicios financieros”.
El hallazgo es de la Auditoría 122-GB “Marco institucional de las tasas de interés y de las comisiones de la banca múltiple al sector privado”, que forma parte de la primera entrega de informes individuales de la cuenta pública 2017, presentados por la ASF en junio pasado.
Entre las condiciones estructurales que afectan a la clientela mexicana, destaca el control del mercado: “los cinco oferentes más grandes en cada segmento de crédito tuvieron una participación entre el 75.3 por ciento y el 98.6 por ciento del mercado”.
El predominio de esos cinco bancos les permite ser los que cobran tasas hasta tres veces más altas que los más pequeños. Por ejemplo, al cierre de octubre del año pasado, las tasas del Banco del Bajío promediaron 13.50% y las de Banregio 16.20%, mientras que las Citibanamex fueron de 32.5% y las de Banorte de 36.8% (El Financiero, enero 31, 2018).
Si los bancos pequeños pueden ofrecer esas tasas, quiere decir que el mercado mexicano no impone costos de operación extraordinarios a los bancos, como suelen argumentarlo.
Las condiciones institucionales tampoco favorecen a la clientela; dice la ASF que el Banco de México no se ha ocupado de regular las tasas de interés: “las disposiciones regulatorias emitidas por Banxico y la supervisión realizada en 2017, no se relacionaron con tasas de interés ni con variables que las determinan”.
Ningún otro propósito regulatorio de la banca tiene objetivo más importante que las tasas de interés pasivas y activas, de las que resulta el margen de intermediación financiera. Muchos países, desde Estados Unidos hasta Chile, las regulan.
Por falta de regulación en México, la ASF encontró que el margen de intermediación bancaria fue, en promedio, “de 8 puntos porcentuales (pp) en 2017, superior al de Alemania (3.5 pp), Chile (1.6 pp), España (1.6 pp) y Francia (2.5 pp)”.
Un ejemplo para entender porque es tan amplio ese margen en México: BBVA Bancomer nos cobra 49.9% como tasa efectiva anual por una tarjeta de crédito, la misma que en Colombia, emitida por BBVA, tiene una tasa de 29.62%. ¿Qué justifica esos 20 puntos de diferencia?
Nada lo justifica, pero lo explican las condiciones estructurales e institucionales a las que hace referencia la ASF; su efecto son enormes utilidades de los mayores bancos que, después de la reforma financiera de 2014, han crecido de manera extraordinaria.
El Grupo Financiero Citibanamex reportó una utilidad de 24 mil 344 millones de pesos en 2017, 46 por ciento más que el año anterior, y Bancomer la vio crecer en 11.8 por ciento. Son tasas varias veces mayores que la del PIB nacional, que gira alrededor del 2% anual.
Regular a la banca extranjera por parte del Banco de México debería figurar entre los asuntos de mayor importancia del futuro próximo; igualar tasas a niveles internacionales, sería un factor decisivo de estímulo a las inversiones empresariales y al fortalecimiento de nuestro mercado interno.
