El Día del Padre busca reconocer los valores de la figura paterna en la familia; sin embargo, en los últimas décadas, estos valores se han visto modificados gracias a la desarticulación de los estereotipos femeninos y masculinos.
Aunque existen distintas versiones de cómo y porqué se instauró el tercer domingo de junio como el Día del Padre, en todas ellas se busca reconocer el valor de la figura paterna como parte esencial de la vida familiar. Sin embargo, es importante destacar que dichos valores se han visto modificados a lo largo del tiempo, sobre todo después de la segunda mitad del Siglo XX ya que es a partir de estos años que empiezan a darse cambios significativos con relación al rol de la mujer en la familia y en consecuencia al del hombre.
Durante muchos años, la sociedad consideró que ser un padre responsable era equivalente a ser un buen proveedor, es decir, ofrecer a la familia los recursos materiales y económicos para llevar una vida confortable. Aunque vigente, hoy día esta equivalencia se pone en entredicho dentro las familias dados los cambios significativos que se han hecho en relación al papel que desempeña la mujer en la sociedad.
Según la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el término “paternidad responsable” implica “asumir una gama más amplia de compromisos y funciones en el cuidado de los hijos e hijas, desde una mirada incluyente del rol del hombre en la familia”.

Por hábito, se ha normalizado el hecho de que las mujeres dediquen el doble de tiempo al cuidado de la familia, sobre de todo de la crianza de los hijos. Esto, sumado a la inequidad que existe en la asignación de trabajo doméstico no remunerado, propicia un desapego irresponsable de los padres con los hijos y con las dinámicas que sostienen buena parte de la vida familiar.
Lo anterior, no sólo está relacionado con la idiosincrasia de las personas, también está vinculado a las políticas públicas. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que aproximadamente 92 países no conceden ni un solo día de baja por paternidad remunerada, India y Nigeria, por ejemplo; en otros casos, como el de Brasil o República Democrática del Congo, las bajas paternales son de corta duración. Lo más alarmante es que en 8 países no existen políticas que garanticen ningún tipo de baja remunerada ni para padres ni para madres, Estados Unidos se encuentra entre ellos.
La ONU cita a Henrietta Fore, directora ejecutiva del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), para explicar que “no podemos estar ‘Para cada niño’ si no lo estamos ‘para cada padre’. Tenemos que pedir más a los gobiernos y los empresarios si vamos a dar a los padres y madres el tiempo y los recursos que necesitan para criar a sus hijos, especialmente durante sus primeros años de vida”.
Es de suma importancia que en este nuevo siglo, en el que la mujer busca reivindicar su papel en la sociedad, la figura paterna sea resignificada. En un artículo para El País, Ricardo Becete opina que
Para hacerlo posible, los hombres tenemos que encargarnos de la parte que nos corresponde, contribuyendo a la consolidación de una nueva forma colectiva de entender y ejercer la paternidad, radicalmente asociada a asumir plena y equitativamente, de forma personal e intransferible, la responsabilidad que nos corresponde en todas las fases y trabajos que se desprenden del proceso de la crianza. Corresponsabilidad. Para lograrlo, se antoja esencial resignificar la paternidad, como un conjunto de prácticas y acciones, a través de las que los varones cultivamos, activamos y desplegamos, todas nuestras capacidades humanas, así como nuestro potencial biopsicológico para ejercer y practicar los cuidados.
Artículo relacionado: Día del Padre, una celebración con historia