A mi querido maestro y mentor
Héctor Ceballos Garibay.
Con cuya tutela intelectual y amistad
generosa e irrestricta estaré
en deuda por siempre.
Circunstancias y convicción. Apelar al gobierno de muchos en la toma de decisiones. O apurar el gobierno de uno, caudillo como se le llama.
Entre una y otra opción, entre circunstancia y convicción, se levanta una tercera opción, sobre todo para apurar el gobierno del uno solo: el oportunismo.
Ese oportunismo que se disfraza de “análisis” de circunstancia y que disfraza su interés rapaz y personal en un discurso de convicciones.
Han pasado más de 400 años y las palabras de Étienne de La Boétie, escritor y magistrado en Burdeos, sigue siendo una fuente obligada cuando de analizar los resortes de la obediencia se trata.
Con el título Tratado sobre la servidumbre voluntaria , escrito, se supone, alrededor de 1550, La Boétie dotó al problema de la obediencia, pero particularmente, del acto de mandar, de una dimensión ética, moral y filosófica sin precedente.

El siglo XXI, lo hemos dicho ya, al igual que su predecesor, el XX, decidió instalarse, históricamente hablando, con 20 años de retraso.
Una pandemia de dimensiones globales es, a no dudarlo, el signo a través del cual, como lo fuera en el XX una Guerra llamada Mundial, el siglo XXI ha decidido marcar su punto de verdadero arranque.
En el intento por controlar su propagación, o al menos disminuir la velocidad del contagio, se han dictado medidas extraordinarias en prácticamente todos los países del orbe.
Las naciones cuyas instituciones democráticas están mejor cimentadas, aun en la excepcionalidad, han cuidado hasta el último detalle de valerse de su propio marco institucional para dar forma a sus medidas extraordinarias.
Las de tradición autoritaria, o aquellas que atraviesan periodos de franco caudillismo, en cambio, navegan a la deriva y arbitrio del humor y consideraciones de sus respectivos líderes carismáticos.
Resulta significativo en este marco encontrar durante los últimos días fundados análisis sobre la complejidad del proceso mando-obediencia, ejercicio y legitimidad.

Con la lucidez, Gonzalo Rojas-May, ahora colaborador de El Semanario, desde Chile, hacía ver hace un par de días en las condiciones que la naturaleza uno de los factores que influyen en las tensiones entre mandar y obedecer.
Los chilenos obedecemos; casi siempre. Dice Rojas May, explicando, en parte, esta conducta a un país al que la naturaleza, rigurosa a cual más, recuerda a menudo quién manda ahí en realidad.
En su columna semanal, por su parte, tanto Sara Sefchovich como Jesús Silva Herzog-Márquez hablan de lo imprevisible que resulta el saldo que estos días dejarán a futuro, sobre las instituciones democráticas y los frenos a las tentaciones autoritarias.
Hay una sola cosa, escribe La Boétie, que los hombres, no sé por qué, no tienen ni siquiera fuerza para desearla: es la libertad.
Ese bien tan grande y dulce, que cuando se pierde, todos los males sobrevienen y que, sin ella, todos los otros bienes, corrompidos por la servidumbre, pierden enteramente su gusto y sabor.
El francés continúa sobre esa misma línea: Sólo a la libertad los hombres la desdeñan, únicamente, a lo que me parece, porque si la deseasen la tendrían: como si se rehusasen a hacer esa preciosa conquista porque es demasiado fácil.
Incierto el destino que espera a las sociedades del futuro en términos de este complejo equilibrio, entre libertad y obediencia, del que ya se alertaba con lucidez en Sobre la servidumbre voluntaria.
Complejidad a la que habrá que agregar la manera cómo la expansión en el uso de las herramientas y tecnologías digitales, ha reconfigurado la misma noción de mandar, de ordenar.

No es casual, no lo ha sido nunca, que las palabras “mandar” u “ordenar” se refiere tanto a obligar la obediencia, como a hacer envíos, enviar, por un lado, y, por otro, a dar orden, agrupar, jerarquizar.
Lo digital, no se sustenta en los aparatos, plataformas o herramientas, lo hemos sostenido una y otra vez, cual consigna central de la labor de AlfabetizaDigital.
Lo digital es la experiencia. La forma como una vivencia se desdobla, se incorpora, como nuevas formas de uso, y con estas, nuevas ideas sobre las cosas y la vida misma.
Las aplicaciones predeterminadas, las funciones que las plataformas realizan por sí mismas, o el uso, y abuso, de los algoritmos, despliegan hoy un vasto mapa donde la “última palabra” no la tiene el usuario.
¿Se sacrifica libertad en pos de comodidad? Muy probablemente sí. Y en ese espacio de práctica, quizá, una de las explicaciones en relación con la evidente pauperización que se observa en el grado de exigencia a muchos líderes.
El retorno, en el uso de la tecnología, y en la elección de quien conduce países, pareciera entonces recaer en las tres habilidades con mayor valoración de esta Era: Resolución de problemas, Pensamiento Crítico, Creatividad.
La nueva libertad, que a su vez será el nuevo tipo de obediencia al que habría que aspirar, si ha de serlo, habría de ser otra.
La de la inteligencia, crítica y creativa.
Estupenda reflexión, en efecto la adherencia al orden está pasado por una reformulación que tendrá repercusiones durante las próximas décadas.
La llegada precipitada de este nuevo mundo; cada vez más tecnologizado y con la incertidumbre como estado permanente, nos obligará a reformular lo que entendemos como liderazgo y como acatamiento de lo establecido.
Si aplicamos la premisa histórica en la que hemos obedecido lo que hemos entendido y/o tenido, la tarea que tenemos frente a nosotros es monumental.
Cuando parecía que vivíamos el “fin de la historia”, de pronto comenzamos a hacer historia.
Estupenda reflexión, en efecto la adherencia al orden está pasado por una reformulación que tendrá repercusiones durante las próximas décadas.
La llegada precipitada de este nuevo mundo; cada vez más tecnologizado y con la incertidumbre como estado permanente, nos obligará a reformular lo que entendemos como liderazgo y como acatamiento de lo establecido.
Si aplicamos la premisa histórica en la que hemos obedecido lo que hemos entendido y/o tenido, la tarea que tenemos frente a nosotros es monumental.
Cuando parecía que vivíamos el “fin de la historia”, de pronto comenzamos a hacer historia.