Los frentes de ambas potencias mundiales, Estados Unidos y China, se repliegan para replantear su estrategia en una de las más grandes y arriesgadas guerras comerciales de los últimos tiempos.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos vino a cambiar el curso que por años se había mantenido en el comercio internacional. Las ideas proteccionistas de Trump lastimaron los acuerdos logrados por su predecesor, Barack Obama, y en su intento por lograr “hacer grande a América de nuevo”, ha iniciado una guerra comercial con la potencia asiática, China.
En el más reciente capítulo de la historia de esta guerra entre gigantes comerciales, se anunció una “tregua” con la que se detienen las imposiciones recíprocas de aranceles, dejando en suspenso la estrategia que aplicarán desde cada trinchera.
Parece que Trump tuvo que poner un alto a sus presiones ante la resistencia de China para ceder a sus “caprichos” comerciales y, como resultado de las conversaciones entre ambas potencias, Washington y Pekin se han comprometido a adquirir mercancías y servicios estadounidenses por valor de 200 mil millones de dólares y reducir así el desequilibrio en la balanza comercial, principal queja de Estados Unidos.
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Pero, el acuerdo podría no lograr que la guerra comercial haya tenido un fin definitivo. Mientras Estados Unidos tenga un déficit comercial de 335 mil millones de dólares con respecto a China, Trump no dejará de insistir en la reducción de esta cifra ya que fue una de sus promesas de campaña y si quiere lograr la reelección, deberá presionar más para alcanzar su objetivo.
El secretario Mnuchin le dijo a Fox News que China le compraría más a EE.UU. “para reducir sustancialmente el déficit comercial”. China, por su parte, se refirió a lo acordado como un “avance saludable en las relaciones económicas y comerciales”.
Los cambios en la compra de productos estadounidenses obligan a China a aplicar cambios estructurales en su economía para permitir a las firmas de Estados Unidos competir en su mercado, algo que tomará tiempo y puede ser que la impaciencia de Trump lo lleve a presionar con algún mensaje en Twitter como tiene acostumbrado al mercado.
