Se estima que alrededor de 5 millones de personas sean las beneficiadas con la acción ejecutiva del presidente Obama, una medida importante pero no heroica, situación que casi nadie esperaba ya.
Ciudad de México.- La tan esperada acción ejecutiva del presidente Obama, cuyos detalles dará a conocer este jueves por la noche, traerá esperanza a alrededor de 5 millones de personas, y dejará sin solución a por lo menos otros 6 millones. La acción del presidente estadounidense, se dice, planea “proteger” a los migrantes indocumentados, esto a partir de algunos criterios de inclusión y exclusión que ciertamente afectarán las vidas de muchísimas familias.
Se ha adelantado que probablemente los padres de ciudadanos estadounidenses, residentes legales, y una parte de los jóvenes conocidos como Dreamers, serán beneficiados, pero muy seguramente se excluirá a los padres de niños que carecen de ciudadanía, circunstancia que organizaciones de migrantes han resentido. Las medidas que propondrá Obama no darán la residencia permanente ni cambiarán el estatus migratorio de ninguna persona, pues esta acción es exclusiva del Congreso.
Una de las medidas con la que se protegerá a los migrantes indocumentados, será la suspensión de la orden de deportación (prosecutorial discretion), una figura ya utilizada con anterioridad, pero que dependía de la defensa de abogados especializados en la materia que cobran cantidades exorbitantes, o de profesionales que estuvieran dispuestos a invertir una cantidad considerable de tiempo de manera gratuita para lograr la resolución en un juicio, figura que además deja a las personas prácticamente en el limbo ya que no se les otorga un permiso para trabajar; otra medida será el permiso temporal para trabajar en casos muy particulares.
Cabe mencionar que esta acción ocurre en la misma administración que llegó a deportar a casi 400,000 personas al año. Esta situación tiene su paralelo en 1986 cuando la Ley de Reforma y Control de la Inmigración (IRCA en inglés) otorgó la residencia legal a casi 3 millones de indocumentados al mismo tiempo que tuvieron lugar deportaciones masivas, periodo que fue bautizado por Douglas Massey como la “era de la contradicción” por la determinación de Estados Unidos de promover la apertura comercial pero no la laboral.
Esta vez, la cifra de beneficiados aumentó, de 3 a 5 millones, pero la medida no es proporcional con respecto a la de 1986, ni en términos cuantitativos ni en términos cualitativos: más personas serán excluidas y menos sustanciales serán las soluciones. Aunque sí es un paso adelante, este deberá ser valorado en su justa medida.
