Tamaulipas, la verdad que el presidente Peña Nieto no contó en la ceremonia de conmemoración del Día de la Marina, fue relatada por The Washington Post en un reportaje escrito por Joshua Partlow.
Una zona rica en petróleo al sur de Texas, es la más nueva zona de crisis de la guerra de la droga en México: TWP
Washington, EU.- Este sábado el diario estadounidense The Washington Post habló del nivel de violencia y situación de inseguridad que vivimos en México. Medios locales la han referido hasta el cansancio a través de plumas, reportajes, crónicas y libros, solo que este domingo, el presidente, Enrique Peña, no comentó ni respondió a la crónica y advertencia que el diario de Estados Unidos publicó, a pesar de ser un mandatario que ha encontrado en los medios internacionales, su mejor escaparate para estrategias de relaciones públicas y gasto en publicidad, debido a las reacciones generadas como su famosa portada de Saving Mexico, que le editó la revista Time.
Como es normal en los discursos de Peña Nieto, su mensaje que ofreció este domingo en Tamaulipas estuvo desmembrado de cualquier referencia a la crítica situación de inseguridad que se vive en la entidad, donde recientemente armonizó a autoridades federales con las de ese estado, para llevar a cabo una redimensión de la inseguridad que aqueja a los tamaulipecos y que reseña Partlow en su artículo que de manera parcial, a continuación referimos.
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Con puntualidad infalible, el tendero recibe mensajes de texto desde su extorsionador en el último día de cada mes. Los estudiantes de medicina dejan sus batas de laboratorio en la escuela, para evitar la itinerancia de capos que deambulan a su caza porque necesitan cirugía.
Con los años, el miedo a la violencia de los cárteles de drogas en este estado fronterizo, rico en petróleo al sur de Texas, ha preocupado de manera cada vez preocupante dentro de la vida cotidiana. Sin embargo, un aumento de la violencia en los últimos dos meses, con decenas de cadáveres que se amontonan, ha aumentado la ansiedad y transformado el estado de Tamaulipas en la nueva zona de crisis para el gobierno mexicano.
Este mes, el gobierno federal desplegó más de mil soldados para tratar de recuperar el control en la entidad, desplazando el centro de atención en la guerra contra las drogas fuera del estado occidental de Michoacán y en este campo de batalla olvidado de largo y que es una ruta comercial clave para los Estados Unidos. Las fallas en la seguridad de Tamaulipas, símbolo de la incapacidad del gobierno mexicano para llevar a cabo la ley y el orden, podría ahuyentar la inversión petrolera justo cuando la industria se ha abierto a los extranjeros por primera vez en décadas.
Una reciente visita a esta rica ciudad portuaria, reveló una población que vive con la preocupación sofocante. Los autobuses han dejado de funcionar por la noche. Las balas vuelan fuera de las tiendas de Wal -Mart y Best Buy.
“Estamos en un Estado fallido “, dijo un estudiante de la Universidad Autónoma de Tamaulipas, que habló bajo la condición del anonimato por temor por su seguridad. ” No hay ninguna ley. Es la ley de las armas”.
Tamaulipas, con su costa del Golfo de México rica en petróleo y las refinerías de petróleo y las empresas de servicios , tiene una importancia estratégica, sobre todo ahora que México está abriendo su industria petrolera a los extranjeros por primera vez en 75 años. Los hombres de negocios de aquí creen que el calendario de las nuevas operaciones militares son, en parte, un esfuerzo para establecer suficientemente la ley y el fin de atraer la inversión petrolera.
Para muchos residentes, sin embargo, el simple reconocimiento de lo mal que la vida se había convertido proporcionó un poco de alivio.
“Es como con un alcohólico: Si usted no acepta que hay un problema, no se puede avanzar”, dijo Eduardo Cantú, un líder de las recientes marchas contra la violencia aquí . “Nosotros, como ciudadanos no podemos perder la esperanza. Tenemos que seguir como si la paz fuera posible”.
Tampico, una ciudad portuaria de 300 mil habitantes con las refinerías de petróleo , las palmeras y Starbucks, se ve notablemente ordenada pese a todo el caos, pero una razón de la angustia aquí -más allá de la extorsión generalizada, secuestros diarios y tiroteos en las calles- es la sensación de que los funcionarios del gobierno local y la policía trabajan mano a mano con los cárteles. Los residentes han aprendido de la experiencia, que a menudo no reciben el apoyo de las autoridades cuando hablan en contra de los crímenes.
El exgobernador de Tamaulipas Tomás Yarington fue acusado el año pasado por los fiscales federales de Estados Unidos, por cargos de crimen organizado y ahora es un fugitivo. El actual gobernador Egidio Torre, fue elegido sólo después de que su hermano fue asesinado a tiros . Este mes, el jefe de guardaespaldas de Torre fue arrestado bajo sospecha de orquestar el asesinato del jefe de inteligencia del Estado.
El problema para el gobierno federal de México , ya que intensifica las operaciones militares es que ” ellos no tienen un socio de confianza para trabajar en el gobierno del estado”, dijo Carlos Heredia , exdiputado y gobernador que se crió en Tampico.
El gobierno federal ha colocado cuatro comandantes militares a cargo de los diferentes sectores del Estado – en esencia, suplantando la autoridad del gobernador- para tratar de aplacar la violencia del narcotráfico . Pero a diferencia de las operaciones militares en curso en Michoacán, no hay ningún levantamiento de los ciudadanos contra los cárteles aquí para ayudar al gobierno.
Sólo existe el temor generalizado en una ciudad que está en constante búsqueda sobre su hombro.
“Toda la gente que habla demasiado la matan”, dijo un tendero en Tampico , que accedió a hablar sólo si no se identificaba.
En su tienda familiar, el tendero paga un impuesto mensual de 775 pesos al cártel del Golfo desde hace años. El proceso se ha convertido ordenadamente. En el último día de cada mes, se organiza por teléfono celular y mensajes de texto para encontrarse con su contacto del cartel y entregar el dinero en efectivo. Su extorsionador, dijo, viene sin armas y en general es amable. Una vez, cuando su pago fue un día de retraso, el tono cordial desapareció. “No dejes que eso vuelva a ocurrir”, le dijeron.
“Primero te dan problemas legales”, dijo, explicando que un inspector de la ciudad se presenta con una serie de violaciones de salud inventadas o infracciones de código.
Mediante el pago de los cárteles, el tendero dijo, las empresas locales también compran ellos mismos un buffer de supervisión gubernamental. Él vende licor las 24 horas del día, a pesar de que es técnicamente ilegal porque él paga su “impuesto” fielmente.
La última ola de violencia en Tampico estalló el primer fin de semana de abril, dos días después de la detención de un jefe del cártel del Golfo conocido como Comandante 14 . La lucha que siguió a la autoridad se derramó en las calles, con el funcionamiento de los tiroteos en varios barrios , dejando a menos 17 personas muertas .
“La información fluye muy lentamente aquí”, dijo Lubin Jimenez Horak, quien conduce un programa de radio dos veces al día y que tiene una reputación de hacer frente a la violencia más abiertamente que la mayoría. “Todos sabemos que el problema existe , pero ¿qué podemos hacer ?”.
El once de mayo , la Universidad del Noreste en Tampico alertó a los estudiantes de medicina que deben llevar ropa de civil en lugar de la vestimenta hospital. Los cárteles habían secuestrando doctores obligándolos a tratar a los soldados heridos del pie.
“Ellos piensan ,ah, usted sabe cómo suturar y curar heridas , venga conmigo”, dijo un estudiante de medicina en la Universidad Autónoma de Tamaulipas. “Los carteles secuestran por dinero, pero la mayoría de las veces es para curar sus heridas”.
“Estábamos acostumbrados a salir y divertirse un poco (…) Pero ahora que han quemaron todos los bares”, refiere otra de las fuentes consultadas por Partlow.
