La muerte rondaba un Colegio
que la bioética decía estudiar
a la huesuda le pareció sacrilegio
que de eutanasia quisieran hablar.
Asunción Álvarez del Río
le gritó a la catrina enojada
no olvides que la muerte es lo mío
y al cajón la mandó de volada.
María de Jesús Medina
quiso a Asunción rescatar
pero la Parca que era ladina
la tuvo también que matar.
Héctor Mendoza quien sólo miraba
con la huesuda quiso alegar
no sabía que la Parca pensaba
ya está muerto, y él no lo sabe apreciar.
El presidente que era Patricio
con la Catrina pretendió negociar
la parca no tuvo prejuicio
y también se lo vino a cargar.
Gretter la vicepresidenta
de genomas le quiso explicar
y la muerte toda contenta
los tenis le hizo colgar.
Luego un señor de apellido Tapia
a la muerte pretendió regañar
cuando ésta vestida de sepia
con la sola mirada, lo vino a matar.
De frente a tal circunstancia
Pedro reclamó a la muerte
exijo firmada constancia
para poder defenderte.
La flaca que era canija
en la sesión se puso a gritar
no la hagan de pedo que m’ija
a todos se los va a llevar.
Quien es tu hija, flaca huesuda
Vázquez se puso a increpar
m’ija es la muerte y es testaruda
y de seguro contigo, contigo, va a comenzar.
Entonces salió Brena Sesma
queriendo la ley invocar
la flaca le dijo, ay, ay, mi reina
sí a ti también… te voy a matar.
Al primer presidente Ruy Pérez Tamayo
la muerte le dijo sonriente
ahora serás mi lacayo
aunque seas tan prominente.
De Blacarte y su educación laica
la muerte se vino a burlar
Laika es la perra rusa astronauta
y con ella, con ella te voy a mandar.
Gustavo queriendo defender a la Laika
de sus derechos quiso alegar
y la muerte con mirada algebraica
a la “n” lo vino a mandar.
Raymundo Canales que era valiente
a la innombrable pretendió cuestionar
pero la muerte le dijo sonriente
ay mundo, mundito, a ti también, te voy a tronar.
María Elena que a todos veía
pensó… ahoritita se los van a cargar
¿levanto el acta? decía
pero nadie; nadie, alcanzó a contestar.
También te puede interesar: Paradojas de la maternidad subrogada.
Gracias por esa increible calaverita querido Héctor. Un abrazo