AMLO: El sembrador de vida

Primero fue el presidente salvadoreño, Nayib Bukele, quien en junio recibió el respaldo mexicano a través de su dignatario Andrés Manuel López Obrador (AMLO), para llevar a cabo el proyecto “Sembrando Vida”, con base en la donación de treinta millones de dólares. A finales de julio le tocó el turno de visitar las tierras aztecas –con el mismo propósito y la misma “receta” económica– a Juan Orlando Hernández, el cuestionado presidente “catracho” que se encuentra en el ojo del huracán, pues la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York, desclasificó a finales de la semana pasada, un documento en donde se le hace ver como conspirador en el tema, a través de la recepción de 1.5 millones de dólares procedentes del narcotráfico como apoyo político.

Lo realmente interesante de esta iniciativa mexicana de apoyo hacia estos devastados países centroamericanos (debido a la violencia y la falta real de oportunidades), es que se pone el acento en el campo, en las ecologías rurales de estas dos naciones donde se puede observar la precarización de las condiciones de vida; todo a raíz del sistemático ataque en los últimos años del fenómeno “El Niño” (sequías e inundaciones desproporcionadas), provocado por el cambio climático. Creo que lo realmente importante es que este proceso se hará efectivo en tanto la contraparte mantenga una continuada supervisión “sobre el terreno”, pues en países como Honduras, a través del tiempo ha permeado una especie de “vicio” en la gestión de proyectos para el desarrollo, anclado en la sectorización política y los cacicazgos locales, lo cual consecuentemente se traduce de nueva cuenta en una gestión desigual del desarrollo local.

El hecho de que los dos visitantes centroamericanos hayan sido recibidos en estados sureños (Chiapas y Veracruz) de la República Mexicana, reviste un “especial” simbolismo en tanto creo que la idea subyacente es la de promover la integración de fuerzas, herramientas y recursos para potenciar un desarrollo integral basado en culturas relativamente homogéneas en estos territorios.

Me parece que AMLO, en un acto de “buena voluntad” demuestra estar ampliamente consciente del enorme desafío que tenemos en torno a la regeneración de la vida medioambiental, pues la degradación de la misma ha venido indudablemente a acrecentar el problema migratorio. Debido a que los sectores campesinos se han visto abruptamente arropados por la falta de opciones alternativas a la producción agrícola y no hallando horizontes claros, deciden la emigración externa.

Recientemente el Director General de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura  (FAO, por sus siglas en inglés) Graziano da Silva, ha remarcado que, según él, “hay necesidad de hacer dos cambios culturales: la voluntad política desde los gobiernos para hacer los cambios; y, la participación social organizada”. A mi parecer, ambas son interdependientes, pues la apatía y falta de acción desde las comunidades tiende a la conformación de sociedades sumisas, retrasando de tal forma los procesos de gestión democrática del desarrollo.

El hecho que Da Silva apunte a “la necesidad de potenciar el desarrollo rural y la seguridad alimentaria en la región”, es un indicativo de que se debe “estimular” un cambio sustantivo en el ámbito rural, lo cual es un reconocimiento indirecto al “olvido social” en el que se han visto estos núcleos poblacionales, que ha motivado una especie de “desesperanza aprendida” y “latente” en la comprensibilidad y logro del florecimiento humano.

En definitiva, la actual situación de nuestros territorios no puede entenderse si no reconstruimos lo que ha sido destruido con complicidad –ya sea por acción u omisión de gobiernos nacionales y locales–. Es la llamada desde el norte a sembrar vida a través del sustancial proyecto de reforestación “Sembrando Vida”, y el complementario programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”, lo cual contribuye a retrotraer la armonía en la relación humano-medioambiental.

P.D.: Estas actividades ya impulsadas “sobre el terreno”, forma parte de la iniciativa mexicana en el marco del Plan de Desarrollo Integral para Centroamérica. En el Salvador se busca reforestar 50,000 hectáreas de terreno; mientras tanto en Honduras, revertir la “penosa” destrucción de la foresta boscosa causada por el fenómeno llamado “gorgojo descortezador”, entre otras actividades. En este contexto, al parecer el Parlamento Centroamericano (PARLACEN) quiere ser un protagonista activo en la ejecución e implementación de esta iniciativa, pues desde ya busca promover la instalación de una red ferrocarrilera que conecte México con Panamá. Pretenden discutir en octubre próximo los criterios tendientes a la realización de este proyecto.