Amor y desamor digital, los laberintos del cupido electrónico

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El uso masivo de Internet ha modificado de forma sustancial tanto la idea del amor como las prácticas sociales vinculadas a él. 

Quizá nunca un instrumento tecnológico tuvo una repercusión tan amplia y rápida en su efecto como lo ha tenido el advenimiento de la Era digital sobre nuestras ideas y prácticas en lo que suponemos es el amor.

Las fronteras entre lo público y lo privado, y aun lo íntimo, se han visto disueltas, o al menos seriamente adelgazadas a partir del uso de las redes sociales.

A la vez, la noción de ese espacio en el que el amor es posible (y visible), ha visto mutar con rapidez inusitada las nociones más férreamente conservadas durante siglos en torno al cuerpo, ese continente y contenido donde el amor tiene lugar, ni más ni menos.

Amor y corporeidad es un binomio tan insoluble como el de amor e historia. Entre ambos binomios, el papel de las tecnologías se ha colocado en el centro de estas dos construcciones.

En lo que constituye una extensa indagación sobre comunicación, amor, conflicto y nuevas tecnologías, Tania Rodríguez Salazar y Zeyda Rodríguez Morales hacían ver cómo los mundos de lo amoroso y lo sexual se están transformando drásticamente a partir del uso generalizado de Internet, la creciente disociación del sexo y los sentimientos, y el cuestionamiento a los fundamentos tradicionales del amor romántico.

amor y desamor en redes sociales
Imagen: Scty Lecaster.

Para las investigadoras de la Universidad de Guadalajara, estas transformaciones no solamente afectan el contacto en línea, sino también los encuentros cara a cara, teniendo como personajes protagónicos a los jóvenes que han crecido con las tecnologías y las usan con experticia en la vida cotidiana, estableciendo continuidad entre la socialización que ocurre en los mundos online y offline en sus vidas.

A sólo un par de años de distancia del reporte que como avance de investigación presentaron Rodríguez Salazar y Rodríguez Morales, destaca en primer ámbito la rapidez con la que la idea de una vida off line y otra vida on line, ha dado paso a una vida de conexión permanente.

De tal suerte que, si ya se adelantaba en la investigación citada el modo en que el uso de las plataformas digitales ha modificado las interacciones amorosas, diríamos no sólo entre los jóvenes, este fenómeno se ha ampliado y profundizado en los años que corren.

La conclusión salta a la vista y es constatable en el día a día, la instalación definitiva de una nueva era se constata en la modificación de los relatos tradicionales que forjaron la idea de relación de pareja “y todos sus correlatos: el cortejo, el ligue casual, la comunicación afectiva, la búsqueda de reconocimiento público, la socialidad romántica o sexual, entre muchas otras cosas”, tal y como aseguran las investigadoras mexicanas.

Destaca entre esas otras muchas cosas alteradas sin vuelta a atrás, la manera en que lo amoroso y sus manifestaciones en y a través de las redes sociales, ha asumido en torno a las rupturas amorosas, los amores fallidos, el abandono, la soledad, la nostalgia del otro, y un largo etcétera que puede se compendiando como las “formas del desamor” en la Era digital.

 En esta dirección, si nos valemos de la afirmación del sociólogo Zygmunt Bauman respecto a que una época, la nuestra, marcada por la noción de raudas obsolescencias, tendremos el elemento que cierra la pinza en relación con las formas del desamor y sus expresiones públicas a través de las redes sociodigitales.

del amor y los match
Imagen: El tiempo.

La experiencia del rápido desecho, asumida como la valoración social positiva del rápido cambio contra el principio de la duración y la prolongación, abre a quien experimenta el amor a un impulso semejante al de cambiar de licuadora (ya no digamos, de celular).

El asunto no pasa por el callejón sin salida de condenar moralmente las relaciones “fast track” de hoy, sino por comprender un entorno más amplio de ideas y prácticas en las que esto se hace presente.

El ligue raudo y el desligue doloroso, son expresiones del mapa de una época en la que los actores continúan tratando de comprender sus principales meridianos.

Bajo este arco de ideas, el que las redes se hayan vuelto una suerte de “vertedero a cielo abierto” de sentimientos de despecho y abandono, en el marco de una forma de representación del mundo en la que considerar obsoleta toda forma de permanencia, se ha vuelto la norma.

Dicho de otra manera, si se cambia de dispositivos, autos, trabajo, lugar de residencia, sin dar espacio para que la experiencia se haya agotado, que es ésa la tesis fundamental de Bauman, la pregunta que sobreviene es tan lógica como dura: ¿por qué no habría de cambiarse de pareja con la misma rapidez y afán con el que se aplaude toda “actualización”?

Con la diferencia, claro, de que una licuadora que se ha dejado atrás por otra con “más funciones”, no pondrá nunca un tuit reclamando su suerte.

Lo que se ha vuelto público son las formas privadas de lo impublicable: el cruento dolor. Ese virus, tan fácil de viralizarse.

Tan fácil.


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