El senador demócrata Bernie Sanders decidió salirse de la carrera presidencial de Estados Unidos en un momento de crisis provocada por la pandemia del coronavirus. Ya en días pasados el otro candidato, el ex presidente Joe Biden, opinaba que lo mejor para la campaña en estos momentos difíciles era que Sanders se saliera de la competencia electoral.
El partido demócrata tiene que concentrar todos sus esfuerzos en la derrota de Trump y Sanders entendió perfectamente lo que tenía que hacer. Consideró que lo mejor para el país no era su ambición personal, sino apoyar al candidato puntero Joe Biden.
Si bien Sanders se baja de la contienda, no deja al partido, su nombre seguirá apareciendo en las boletas para seguir obteniendo votos que significan delegados y que le darán fuerza política dentro del mismo. Lo que quiere decir que, primero, no perderá su lugar dentro de la estructura demócrata y desde allí puede seguir avanzando su agenda política y, segundo, que si obtiene más delegados en las elecciones por venir, tiene una posición mejor para negociar su apoyo a Joe Biden y obtener ganancias para su plataforma política.
En un discurso muy emotivo, Sanders expresó los motivos de tan difícil decisión. Enmarcados en una dialéctica que es el centro de su ideología: la lucha constante entre los poderosos intereses establecidos contra los que no tienen poder. Para él son los intereses de las grandes élites económicas y políticas, a quien llama la élite corporativa, los que limitan las posibilidades de desarrollo de la gran mayoría de los norteamericanos que carecen de poder para enfrentar dichos obstáculos.
El también senador Sanders construye un discurso que busca dar esperanza de cambio, del sí se puede, enmarcado en dos palabras clave: creer y tener derecho a.
El cambio está en creer que se tienen derecho a la salud universal; a tener sueldos y salarios mejores, propone, por ejemplo, el aumento de 15 dls., el salario mínimo; a tener jornadas laborales mejores; a un medio ambiente que produzca energías limpias y alejado de la energía fosilizada. Tener derecho a un país sin racismo, sin sexismo, sin xenofobia. Si no se cree en el cambio, se permite que los poderosos le arrebaten el sueño de transformación a los indefensos.
Es claro que esas palabras se han vuelto atractivas sobre todo para los jóvenes y para una población adulta de menores de 50 años, trabajadores y minorías como los latinos que transformaron su plataforma política en un movimiento de bases, multirracial e intergeneracional en búsqueda de una sociedad más justa.
Es un movimiento, no sólo por la cantidad de gente que moviliza, sino porque sus ideas han pasado de estar en la periferia de la discusión política norteamericana a estar en el centro de la discusión política. Su éxito se ve más claro a nivel local, en ciertas ciudades de la Unión Americana, en las que se nota de manera muy clara su influencia. Pero fue principalmente en las elecciones de 2018, que el movimiento produjo nuevos liderazgos al lograr que personas como una joven activista de origen latino, Alexandria Ocasio-Cortez, llegara a tener un curul en la cámara de representantes del Congreso norteamericano por el estado de Nueva York.
Sanders se baja de la contienda porque el número de delegados no le daba para ganar a Biden, pero no se retira del movimiento, lo seguirá impulsando desde su trinchera en el Congreso, velando por transformar las instituciones.
La pandemia provocó en Estados Unidos una crisis brutal económica y social que deja al descubierto las fallas del sistema norteamericano. Un sistema que ha llevado a millones de personas a perder su empleo –las últimas cifras eran de 6.6 millones– y que le permite a Sanders recalcar su crítica al sistema de salud norteamericano, basado en que el acceso a la atención sanitaria solamente la tienen aquellos ciudadanos que conservan un empleo. Su propuesta para la atención de la salud, que es el tema central de su movimiento, es el derecho a la salud universal, en la que el seguro a la salud sea pagado por los impuestos y administrado por una sola entidad, el gobierno.
Para Sanders, el cambio va a ser más lento que si él hubiera logrado la Presidencia, pero al ser progresivo, se puede no sólo cambiar a Estados Unidos, sino al mundo entero.
Bernie Sanders es un idealista.
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¡Excelente artículo!
Una pena perder a Sander como candidato a la presidencia. Era mi favorito para patearle el trasero a Trump.
Sin embargo, es bueno saber que su agenda seguirá siendo impulsada.
Los gringos se merecen un mejor gobierno del que han tenido.
Excelente articulo.