Apenas hace un par de días, el Buró del Censo de Estados Unidos publicó las últimas estadísticas del comercio de Estados Unidos: en 2019 –y tema destacado en varias contribuciones de esta columna– México se convirtió en el primer importado de Estados Unidos, representando el 14.83% del comercio estadounidense, y por encima del de Canadá (14.77%) y de China (13.49%). Si bien México “nadó de muertito”, el incremento del comercio de Estados Unidos con México de apenas un 0.5% con respecto a 2018, fue suficiente ante el crecimiento de Canadá (-1.0%) y particularmente de China (-15.3%). El tema requiere de mayor análisis, pero ¿cuál pudiera ser el impacto, al menos igual de importante que el coronavirus (COVID-19), que irrumpió a finales de enero de 2020 en la provincia de Hubei y en su capital Wuhan (de unos 60 y 11 millones de habitantes, respectivamente)?
Para ello, es importante conocer algunas de las características del COVID-19. Por un lado, si bien hasta el lunes 10 de febrero se habían confirmado en China más de 40,000 casos y más de 900 decesos (con un lento y creciente proceso de infecciones fuera de China y en 24 países, ninguno en América Latina). La tasa de mortalidad –muertes por infectados– es cercana al 2% y muy por debajo de otros virus como el SARS, MERS y el AH1N1; otra característica inusual del COVID-19 es su alta variación en el período de incubación, de tres hasta 24 días, período en el cual en muchos casos, los portadores no necesariamente reflejan síntomas específicos.
El principal reto, sin embargo, radica en su rápida expansión y su impacto, además de que no existe un tratamiento en la actualidad (y con suerte hasta dentro de seis meses): ya para el 10 de febrero habían muerto más personas por el COVID-19 que por el SARS. La incertidumbre radica en hasta cuándo se esperaría que el crecimiento de los infectados aumente y llegue a su pico: a principios de febrero, diversos especialistas esperaban que el punto de inflexión fuera a mediados del mes –lo cual resulta iluso actualmente–, y otros planteaban el máximo hasta marzo o incluso después. Aerolíneas como Cathay Pacific de Hong Kong y otras en Estados Unidos, por ejemplo, prácticamente han suspendido los vuelos transpacíficos hasta finales de marzo, con lo que los escenarios para definir el impacto económico pudieran ser muy superiores a los inicialmente esperados.
Será igualmente importante conocer cómo se mantendrán las fuertes medidas por parte del sector público chino: inicialmente se buscó ampliar por algunos días las festividades del Año Nuevo Chino, además de la cuarentena en más de 15 ciudades chinas particularmente en Hubei y de Wuhan, aunque no existe certeza cómo se mantendrán estas medidas –y la forma como millones de pobladores de Hubei y Wuhan regresarán a sus lugares de procedencia después de haber salido para festejar el Año Nuevo Chino–.
Las drásticas medidas tomadas desde finales de enero por parte del sector público chino –contando con un amplio reconocimiento internacional y de la Organización Mundial de la Salud– y el reconocimiento de una “situación grave” sanitaria por parte del presidente Xi Jinping desde finales de enero, pues se han visto afectados todos los ámbitos socioeconómicos de China.
Estimaciones iniciales a principios de febrero de 2020, por ejemplo de Gavekal Dragonomics, señalaban que en un escenario optimista –en donde el COVID-19 alcanzara su máximo de personas infectadas en febrero– el impacto en China se concentraría regionalmente y en el primer trimestre de 2020, que coyunturalmente es el trimestre de menor actividad económica: el impacto pudiera ser de un trimestre con crecimiento negativo y particularmente en sectores de servicios (construcción y transporte), así como en la manufactura; este escenario coincide con las previsiones iniciales del Fondo Monetario Internacional a inicios de febrero de 2020. Fundamental para la economía china (y global en 2020) será sin embargo, si el impacto se concentra en el primer trimestre o si incluso va más allá: el 85% de la construcción en China, por ejemplo, se realiza después del primer trimestre de cada año.
De igual forma, los principales afectados por el COVID-19 en Asia en el corto plazo han sido los receptores más de 150 millones de turistas chinos –Hong Kong, Tailandia, Japón y Vietnam por ejemplo– dado que uno de los principales efectos ha sido la práctica cancelación del turismo (tanto en grupos como en forma individual); en Asia, el turismo chino representa entre el 30%-50% e incluso en Estados Unidos el 14% del total. En estos países el impacto en el corto plazo será muy significativo. Por el momento sólo algunas empresas como Airbus, Fiat Chrysler Automobiles, y particularmente la planta de Hyundai en Ulsan, se han visto directamente afectadas, aunque es previsible que el impacto sea mayor en las siguientes semanas.
¿Y su potencial impacto en México? A diferencia de la crisis del SARS en 2003, por ejemplo, el PIB chino global entonces apenas representaba el 4% y es cercano al 16% en la actualidad; es además el segundo socio comercial de América Latina y el Caribe (ALC) –el primero de países como Argentina, Brasil, Chile y Perú– y una fuente de inversión extranjera directa y de financiamiento significativa, como lo viene analizando con detalle la Red Académica de América Latina y el Caribe sobre China (Red ALC-China). Si bien el turismo chino todavía participa reducidamente en el turismo total de ALC, en países como Argentina, Brasil, Chile y Perú creció a tres dígitos durante 2015-2018.
En caso de que la emergencia sanitaria en China y global se prolongue hasta después de marzo, el impacto será significativo y afectando la proveeduría de múltiples cadenas globales de valor en México: con base en la información del Cechimex el impacto pudiera ser particularmente significativo en productos electrónicos y en autopartes, que generaron más de 18,480 y 34,000 millones de dólares en importaciones en 2018, respectivamente. Las importaciones chinas, el segundo socio comercial de México desde 2003, representan un 91% de productos intermedios y de capital; el resto son importaciones finales.
No obstante, la moneda, sin embargo, está en el aire.
También te puede interesar: Predecir el futuro y evitar contagios de virus.