Después de tantos meses de cuarentena, confinamiento, discursos vacíos de contenido de los políticos y demás personajes que aparecían en los medios de comunicación, no sabemos realmente nada. La vacuna aún no surge y no creo que sea la salvación absoluta. Sigo pensando que el cubrebocas es el primer remedio y el más efectivo.
El COVID-19 vino para quedarse, como tantas otras cosas que nos acompañan y todos los programas que nos plantean al día después de la contingencia sanitaria, porque no es “el día después de la pandemia” cuando se extinga el virus, sino el día que aceptemos que debemos convivir con éste.
No comprendo al gobierno argentino y no sé cuáles son los objetivos al prolongar la cuarentena hasta el 11 de octubre. Debe haber algún interés político que los mueve a tomar estas decisiones que no son decisiones. La impresión de dinero sin productividad es un error. Los ricos, como siempre, por esas razones inexplicables, saldrán más fuertes tal como podemos leer en notas de todo el mundo. Los mayores afectados son la clase media y la pequeña empresa, y no es claro cómo y cuándo se recuperarán. La cuarentena se justificaba a mi entender para permitir reorganizar el sistema de salud e incluso la economía, pero no más de eso. Al día de hoy los datos son de 285 muertos por cada millón de habitantes y comparando con los países orientales como Japón con 12 y Corea del Sur con 7, muestra que el gobierno ha fallado. El sistema de cerrar todo con un mensaje “yo te protegeré” en lugar de dar un mensaje “cuídate”, deja mucho para pensar. Un mensaje que llegó hoy en Facebook describe la impresión que recibo de los mensajes de amigos: “Argentina está triste”.
La disfuncionalidad del gobierno es evidente a pesar de que la vicepresidente es una política muy experimentada habiendo sido dos veces presidenta y esposa del presidente que la antecedió.
Tampoco comprendo mucho al gobierno de Colombia y si bien la cuarentena, creo, se suspendió a partir del 1 de septiembre, todavía se mueve con mucha lentitud. Los restaurantes, por ejemplo, siguen vendiendo especialmente take away o domicilios. Con el pasar de los meses me he apartado mucho de la prensa y de la TV. Sencillamente me aburrí de escuchar tanto sobre la pandemia, la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos), la corrupción, etc. En un medio de comunicación secundario aparece en rojo el titular “Colombia sale mal librada de la larga cuarentena”. Aquí los datos a la fecha 20-9-2020 indican que son 475 muertos por cada millón. Sustancialmente más que en Argentina y sin que se publiquen datos de quiénes son los muertos, me permito pensar que la explicación está en la existencia de mejores planes sociales y jubilación en Argentina.
Aquí los trabajadores informales debían salir a obtener su alimento diario y escuché que muchos redujeron sustancialmente las calorías diarias. Datos que yo manejo intuitivamente o resultantes de mi larga experiencia profesional se muestran más detallados en otras de mis publicaciones; aquí sólo copio un párrafo: El COVID afecta mucho más a los pobres que los ricos, diez veces más grande la mortalidad entre el estrato 1 y 2 que con el estrato 6. Es distinto estar encerrada una pareja en un apartamento de cien metros cuadrados que una familia de cinco personas hacinadas en cincuenta metros. El COVID resultó que era desigual, ese cuento de que todos éramos iguales ante la muerte no resultó ser tan cierto.
No es una sorpresa para mí, el 31 de marzo se publicó una nota de mi autoría que anticipa que estaremos peor, muchas expectativas del comienzo del confinamiento no se cumplirán.
El presidente de Colombia es un joven político sin experiencia y sin tener una trayectoria de haber hecho algo. Fue un nombramiento de su mentor, el expresidente Uribe y ganó las elecciones no por sus méritos sino por el profundo odio que tienen amplios sectores de la población a la izquierda, a la guerrilla, a los asesinos, en gran medida fruto de la furiosa propaganda de la derecha. Y esto lo digo después de haber leído en los últimos meses mucha historia colombiana. En una nota publico: En el país se secuestran personas de todos los estratos y de todas las edades; secuestran grupos armados que se reclaman revolucionarios como las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN); grupos armados que se reclaman contra revolucionarios como los llamados paramilitares; secuestran delincuentes comunes, narcotraficantes y familiares, entre otros. También se asocian unos y otros perpetradores para secuestrar; es así que se observan prácticas como la venta de cautivos. Se secuestran personas durante horas, durante meses, durante años y durante lustros –la fuente de esta cita es de la policía y muestra claramente que la violencia es generalizada y no tiene padrino–.
Israel, mi tercer foco de interés, tiene otro tipo de problemas y es la falta de efectividad del gobierno cautivo de Netanyahu, que su único interés es no ir preso y hacer todo lo posible para sostenerse como primer ministro. Él se ha convertido como Luis XIV, el “rey Sol”, el Estado soy yo, cosa que les ocurre a muchos mandatarios. Con mucha inteligencia Netanyahu tiene a la prensa y la TV en sus manos y estimo que para evitar lo ocurrido en Estados Unidos con la guerra de Vietnam –recomiendo la película de Spielberg sobre este tema, sumamente interesante–.
No me extenderé en el tema de Israel, antes de la pandemia ya un 21% de los israelíes vivían bajo la línea de pobreza y en ese tiempo las arcas del gobierno estaban bastante llenas (pueblo pobre, estado rico), pero en estos meses se ha volcado mucho dinero para sostener la desocupación, el cierre de negocios y no hay proyectos claros de cómo salir de la difícil situación. Esta semana se determinó un cierre total, pero observando los detalles no parece muy total. Es más bien una cuestión política. Desde un comienzo sostuve que dejar a los políticos conducir esta guerra es un error. Prefiero recomendar la lectura de una nota del escritor David Grossman que es larga pero sumamente ilustrativa: Quienes han estado cerca de él testifican que nunca escucha. Está desapegado de la realidad y vive, a todos los efectos, en un espacio donde sólo él y sus intereses existen. Exteriormente puede mostrar, o hacer alarde de habilidad fantástica, poder, agresión, seguridad en sí mismo y una especie de preocupación paternal y compasiva por sus súbditos. Sin duda le gusta considerarse a sí mismo como un “padre de la nación”. Pero es un padre manipulador, cínico, explotador y utilitario.
Ciertamente preocupante y no es claro, en este caso, la función del Parlamento que supuestamente tiene 120 miembros que deberían supervisar al Ejecutivo. Todos, para mí, unos verdaderos traidores.
Israel llega hoy a 137 muertos por cada millón y por la información que dispongo también son los sectores más humildes los afectados.
El futuro, en este nuevo año hebreo, se ve gris.
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