Las vacunas contra COVID han llegado. Mucha gente no las quiere. No soy antivaxxer, pero no es preciso serlo para preocuparse aquí. Normalmente, desarrollar una vacuna nueva toma una década (a veces más). Estas nuevas vacunas recibieron una autorización de emergencia y se apresuró su producción en unos cuantos meses, con pocas pruebas, para luego autorizar de tajo su distribución mundial. No sabemos cuáles serán los efectos a largo plazo—es una tecnología de ARNm totalmente nueva. Y la evidencia temprana de Israel—donde las inoculaciones avanzan a paso furioso—es preocupante concerniendo su efectividad.
¿Acaso debimos echarnos este clavado con vacunas enteramente nuevas y apresuradas? No si existen alternativas. De acuerdo a las reglas establecidas:
“La autorización para usos de emergencia reconoce que en tiempos de necesidad extrema, la vacuna cumple con ciertos requerimientos para justificar su uso durante la pandemia de COVID-19, incluyendo que no existen alternativas adecuadas, aprobadas, o disponibles.”
¿Será que realmente no hay alternativas? Quizá haya una.
En la pujante ciudad industrial de Querétaro, México, famosa por su hermoso centro colonial, el Dr. Manuel Aparicio Alonso, quien dirige un hospital llamado Centro Médico Jurica, afirma que todos y cada uno de los pacientes con COVID por él atendidos, tanto en el hospital como en sus casas, se han recuperado pronto, casi todos en el espacio de tres días. Ninguno ha muerto—ni siquiera los casos más graves—. Su total de pacientes es más de mil. ¿Qué hace? Les da dióxido de cloro (ClO2).
Arde una gran controversia sobre esto—quizá lo haya escuchado—.
De un lado están los ministerios de salud del mundo y la Organización Mundial de Salud, quienes vedan los estudios clínicos para explorar la posible efectividad del dióxido de cloro contra el COVID, y quienes afirman—al unísono—que es peligrosamente tóxico para los humanos y, además, inútil para prevenir o curar el COVID. Dichos asertos los corean a grito de pecho las marcas de medios más grandes. Y los repiten muchos doctores. A su manera de ver, los defensores del dióxido de cloro son todos unos charlatanes. Los llaman locos. Los llaman peligrosos.
Del otro lado están miles de doctores médicos (sí, con título) de toda la civilización hispana, que estrechan lazos con doctores en otros lados, y que se han organizado como Coalición Mundial Salud y Vida (COMUSAV). El antes mencionado Dr. Manuel Aparicio Alonso es el vicepresidente de COMUSAV México y director médico de la COMUSAV a nivel mundial. Estos doctores afirman que han administrado colectivamente el dióxido de cloro a miles de pacientes con COVID. A su manera de ver, los burócratas de salud son dogmatistas ciegos. Los llaman mal informados. Los llaman corruptos.
Ésta es una controversia médica legítima, con médicos de ambos lados. ¿Quién tiene la razón?
Las condenas oficiales y mediáticas contra el dióxido de cloro inicialmente me hicieron pensar que era peligroso y además inefectivo contra el COVID, pero al enterarme de los médicos de la COMUSAV me surgieron dudas, pues me resultaba difícil impugnar sus motivos. ¿Por qué habrían miles de doctores de suplicar a las autoridades—como han hecho—que permitan a los pacientes terminales de COVID ensayar dióxido de cloro como terapia compasiva de última instancia—a menos que les interese salvar vidas y además crean que el dióxido de cloro es efectivo?
Pero si USTED no es doctor (yo tampoco), quizá le parezca atractivo decir: “Bueno, pero la OMS y otros ministerios de salud hablan por el Estado, y eso resuelve la cuestión.” El problema, sin embargo, es éste: las autoridades médicas con apoyo del Estado han sabido equivocarse en el pasado—y en escala pandémica—. No quisieron escuchar, por ejemplo, al Dr. Ignaz Semmelweis, por mucho el mejor médico de todos los tiempos (si medimos el éxito médico en números brutos de vidas salvadas).
Semmelweis enseñó la importancia de la higiene. Para los europeos, cuyas calles medievales habían sido caños a cielo abierto, la importancia de la higiene no estaba clara todavía en el siglo XIX. Los doctores terminaban sus autopsias y se iban directo a asistir partos sin primero limpiarse. Semmelweis demostró que lavarse las manos con una solución clorada de cal hacía que las asombrosas tasas de mortalidad en las clínicas se desplomaran. Pero su victoria científica tendría que ser póstuma porque las autoridades médicas de su día, indignadas de ira de verse culpadas por tantas muertes, lo internaron a la fuerza en un psiquiátrico donde pronto fue apaleado a muerte (por los guardias). Era el año 1865.
¿Cuál es la lección?
La última vez que nos trataron de vender los poderes sanadores de la desinfección clorada, las necias autoridades médicas se rehusaron a contemplar la evidencia o intentar el experimento sencillo e inofensivo de desinfectar sus manos. Murieron océanos de personas. Esta vez, tenemos no uno sino miles de doctores luchando contra el sistema burocrático de salud para otra vez ofrecernos la desinfección clorada. Entonces, ¿qué? ¿Damos por descontado que la COMUSAV tiene razón? No, esa no es la lección. La lección es que, en vez de confiar ciegamente en la autoridad burocrática, debemos pensar críticamente, tomarnos en serio a la COMUSAV, e investigar sus afirmaciones.
Como la mayoría de la gente, yo no sabía nada sobre el dióxido de cloro. Pero sí sé leer. Entonces, para tratar de decidir esta cuestión por mí mismo, comencé con una investigación básica de biblioteca, tan fácil de hacer ahora gracias a las bases de datos científicas en línea. Me interesaba saber si existían publicaciones científicas sobre las siguientes tres cuestiones:
1.el potencial tóxico para los humanos del dióxido de cloro;
2. la efectividad en potencia del dióxido de cloro como asesino de virus, y más específicamente, como asesino de coronavirus; y más especialmente,
3. si el dióxido de cloro, ingerido en solución acuosa, puede matar al coronavirus SARS-CoV-2 que causa el COVID-19.
En menos de 20 minutos encontré una bonanza de publicaciones sobre las primeras dos, la mayoría aparecidos en los últimos 20 años, y algunos tan atrás como los años 1980. La tercera pregunta no ha recibido respuesta todavía en la literatura científica.
Aquí enseguida lo que encontré.
Dióxido de cloro—¿blanqueador industrial o purificador de agua?—
Consideremos primero la forma como el dióxido de cloro es discutido oficialmente. En Estados Unidos:
“La FDA [Food and Drug Administration] ha previamente advertido a los consumidores de no comprar o beber productos de dióxido de cloro que se venden en línea como tratamientos médicos, pues la agencia no conoce evidencia científica alguna para apoyar que sean seguros o efectivos y representan riesgos significativos para la salud de los pacientes. La FDA actúa así para proteger a los estadounidenses en respuesta a la pandemia global de COVID-19.
… Las páginas web que venden productos de dióxido de cloro típicamente describen el producto como un líquido que es 28% clorito de sodio en agua destilada. Las instrucciones del producto instruyen a los consumidores a mezclar la solución de clorito de sodio con ácido cítrico—como puede ser jugo de limón—u otro ácido—como ácido clorhídrico—antes de beber. En muchos casos, el clorito de sodio se vende como parte de un paquete que incluye un ‘activador’ de ácido cítrico. Cuando se añade el ácido, la mezcla se convierte en dióxido de cloro, un agente blanqueador poderoso que ha causado efectos secundarios serios y potencialmente letales.”
Lo anterior es un tanto extraño. Primero, el dióxido de cloro es “un agente blanqueador poderoso” sólo cuando se usa en concentraciones elevadas. Segundo, contrario a lo que sugiere la FDA, ni la COMUSAV ni otros que promueven el dióxido de cloro como tratamiento para el COVID han recomendado que la gente lo beba directamente. Lo que recomiendan es dióxido de cloro en baja concentración, diluido en agua.
Por lo mismo es relevante—aunque la FDA no lo mencione—que todos los días, durante décadas, grandes hordas de gente han estado tomando solución de dióxido de cloro en baja concentración sin padecer efectos adversos.
Pero no hace falta que me crea a mí. Un documento oficial de 2004, de la EPA (Environmental Protection Agency) de EE.UU. explica que:
“El dióxido de cloro se añade al agua para consumo humano para proteger a la gente de bacterias dañinas y de otros microorganismos. La mayoría de la gente se expone al dióxido de cloro, y a su derivado desinfectante, los iones de clorito, cuando beben agua que ha sido tratada con dióxido de cloro.” (Taylor, Wohlers, & Amata 2004)
Desde que el cloro (Cl) fue primeramente usado para purificar agua al amanecer del siglo XX (una gran revolución en la salud moderna), el dióxido de cloro (ClO2) ha ido reemplazando al cloro como el purificador favorito para el agua potable municipal.
El dióxido de cloro fue primero usado en la planta de tratamiento de Niagara Falls en 1944. “Para 1977 había 107 instalaciones en EE.UU. y 10 en Canadá que habían usado o estaban usando el material.” Y para 1990 “varias miles de instalaciones” en Europa habían usado o lo estaban usando. ¿Por qué ha crecido la preferencia por el dióxido de cloro? Porque su potencia como asesino de microbios “es por lo menos igual, si no es que superior, a la del cloro, y es claramente superior a la de la cloramina”—y además parece ser más seguro—. De hecho, documentar efectos adversos con el dióxido de cloro en mamíferos requiere “concentraciones relativamente altas.”
“La experiencia humana con el dióxido de cloro [en dosis bajas] tanto en estudios prospectivos controlados como en su uso actual en el suministro de agua para las comunidades hasta la fecha no ha podido revelar efectos adversos en la salud.” (Smith & Willhite 1990).
¿Acaso habremos de considerar a esta sustancia que es—a todas luces—inofensiva y que asegura la potabilidad de nuestro consumo de agua como un veneno? Sí, porque “Todo es veneno,” dijo Paracelso, padre de la toxicología, “y nada está libre de veneno; es la dosis, y nada más, lo que establece que una cosa sea o no veneno.” Dicho de otro modo, todo es simultáneamente veneno y no veneno. Pero, ¿cuál es la dosis que hace de algo veneno? Eso depende del organismo. La misma dosis pequeña de dióxido de cloro en solución acuosa es inofensiva para los mamíferos grandes y letal para los patógenos pequeños.
Dado que el coronavirus SARS-CoV-2—causante del COVID-19—es un patógeno pequeño, la siguiente pregunta exige respuesta: ¿Por qué hablan los ministerios de salud y las grandes marcas de medios como si tratar el COVID con dióxido de cloro requiere ingerir una dosis gigante y tóxica para los humanos?
Ya vimos arriba a la FDA. Veamos ahora un caso (perfectamente representativo) de los grandes medios: un artículo de la revista Forbes publicado en agosto 2020. El artículo contiene, para mayor facilidad de comprensión del mensaje principal, una “cita crítica,” explícitamente etiquetada como tal:
“ ‘Los productos de dióxido de cloro no han demostrado ser seguros y efectivos para uso alguno, incluyendo para el tratamiento del COVID-19,’ dijo el Departamento de Salud Pública de Georgia, añadiendo que ‘el dióxido de cloro son [sic] los ingredientes activos en los desinfectantes y tienen usos industriales adicionales. No es para que la gente lo beba.’ ”
¿El dióxido de cloro es totalmente inútil pero un buen desinfectante? Contradicción patente. ¿Y el dióxido de cloro tiene “usos industriales”? Pues sí que los tiene. ¿Pero qué relevancia tiene eso? Si me preguntan cómo me hice de cenar, y contesto que tomé un arma letal para esparcir crema de maní sobre un pedazo de pan, estoy desvariando, aunque un cuchillo de cocina sin duda sí puede ser un arma letal, tal y como el dióxido de cloro también puede tener “usos industriales.” Lo importante aquí es que el dióxido de cloro es un purificador común de agua. ¿Por qué no se menciona eso? ¿Será que, si sí lo mencionan, los lectores verán que el dióxido de cloro (en dosis pequeñas) sí es “para que la gente lo beba”?
Se vale la pregunta: ¿Será que Forbes está emocionalmente comprometido con ahuyentarnos del dióxido de cloro? Ahí está el título del artículo: “Algunos Estadounidenses Trágicamente Siguen Tomando Blanqueador como ‘Cura’ para el Coronavirus.” Otra vez: blanqueador. Nos quieren hacer entender, por lo visto, que la gente traga desinfectantes de aseo doméstico, para lo cual es perfecta la imagen única del artículo: un popurrí de botellas que sugieren productos para limpiar baños, etc. Pero si por algún milagro llegáramos al final del artículo sin haber imaginado a un lunático devorando su Lysol, Forbes nos ayuda poniendo liga a otro artículo con el siguiente encabezado: “El fabricante de Dettol y Lysol Alerta contra Beber e Inyectar Desinfectante, en Respuesta a una Sugerencia de Trump.”
No puede uno andarse con demasiado cuidado, así que pido indulgencia. Que conste: Los doctores de la COMUSAV jamás han recomendado que persona alguna se trague o se inyecte los desinfectantes de aseo doméstico (tampoco lo hizo Trump). Lo que recomienda la COMUSAV es dióxido de cloro en dosis muy pequeñas, diluido en agua. O sea que no es tan distinto de lo que la gente ya viene haciendo, sin daño alguno, cuando beben el agua purificada en sus municipios, excepto que la COMUSAV sí está recomendando dosis mayores a las que se usan en la purificación de agua municipal.
Entonces, las nuevas preguntas son:
1.¿Acaso las dosis recomendadas por COMUSAV son dañinas para los humanos?; y
2. ¿Acaso pueden dichas dosis matar al coronavirus SARS-CoV-2?
¿Qué dice la literatura científica?
Los grandes medios publican artículos citando de forma rutinaria a los ministerios de salud, según quienes no hay evidencia científica que avale al dióxido de cloro como seguro o efectivo para combatir el COVID. Pero la literatura científica parece decir otra cosa.
Un artículo reciente publicado en la prestigiada revista científica Frontiers in Microbiology, del Dr. Govindaraj Dev Kumar y colegas (2020), disponible en PubMed Central (una base de datos del National Institutes of Health), hace una revisión de las substancias que podrían matar al nuevo coronavirus. Entre ellas, figura prominentemente el dióxido de cloro, sobre el cual dice: “El dióxido de cloro (ClO2) … es un desinfectante efectivo tanto en estado gaseoso como líquido, y eso lo convierte en un agente biocida versátil.” En concentraciones bajas, mata a los virus SARS: “Para conseguir la inactivación completa del virus [SARS COV-1] en aguas residuales, ClO2 [dióxido de cloro] a 20 ppm requiere 5 min de contacto.” También es efectivo como gas, y “puede igualmente usarse con seguridad en concentraciones bajas en el entorno de los animales y la gente para controlar virus en el aire.”
Encontré muchos otros artículos científicos que testimonian el carácter inofensivo del dióxido de cloro en concentraciones bajas, su efectividad contra los virus de influenza, y los mecanismos conocidos mediante los cuales produce su efecto oxidativo que lo vuelve tan buen desinfectante. Sobre ninguno de estos puntos parece haber una controversia importante en la literatura científica.
Pero más extensa todavía que la mía es la revisión de literatura que hizo la Dra. Karina Acevedo Whitehouse, presentada en un seminario organizado por la Universidad Católica de Murcia (España). Reproduzco aquí sus diapositivas con los artículos relevantes:
La postura de Acevedo Whitehouse me parece responsable, escéptica, y empírica—lo que debe hacer un científico cuidadoso—. Ella lamenta igualmente que algunos defensores del dióxido de cloro afirmen que cura todo “desde cáncer hasta calvicie” y que los detractores no quieran considerar siquiera su posible utilidad en la lucha contra el COVID. Sobre la segunda cuestión se muestra cautelosamente optimista aunque todavía agnóstica. Pero sobre su toxicidad para los seres humanos, dice, la literatura científica es clara:
“Una revisión de la literatura [científica] demuestra que mientras las dosis [de dióxido de cloro] utilizadas [para tratar COVID], ya sea por la vía oral, o por vía endovenosa en algunos casos, están por debajo de los niveles ya establecidos de toxicidad, los efectos negativos sobre los organismos, incluyendo el humano, son de leves a nulos.”
La COMUSAV está recomendando un protocolo desarrollado por el Dr. Andreas Kalcker, a quien los medios han denostado salvajemente con ataques ad hominem, y quien ha estado estudiando el dióxido de cloro durante años. En el protocolo de Kalcker una persona debe beber, para efectos preventivos, dosis de 1.5 mg o 3 mg de dióxido de cloro por litro de agua. Comparando, consideremos que Judith R. Lubbers, uno de los científicos en la lista de Acevedo Whitehouse, administró a sus participantes humanos, en uno de sus estudios, una solución con 5 mg de dióxido de cloro por litro de agua, cada día por 12 semanas, sin observar efectos adversos.[1]
Los estudios de Lubbers han sido considerados como el estándar de oro para establecer la toxicidad del dióxido de cloro en un reporte publicado—nada más y nada menos—por la OMS. Dicho reporte, de 2002, dice lo siguiente:
“En una serie de estudios extensivos con voluntarios humanos sobre los desinfectantes de agua, grupos de 10 varones recibieron dióxido de cloro en solución acuosa en distintos protocolos… (Lubbers et al., 1982, 1984; Lubbers & Bianchine, 1984). Las observaciones incluyeron examinación física (presión arterial, ritmo respiratorio, pulso, temperatura oral, y electrocardiografía), bioquímica extensiva de la sangre, hematología, análisis de orina, y el registro subjetivo del gusto. No se registraron efectos adversos para ninguno de los parámetros medidos.” (Dobson & Cay, 2002)
Acevedo Whitehouse ha encontrado en la literatura científica sólo 4 casos reportados de toxicidad por ingesta de dióxido de cloro o su precursor, clorito de sodio acidificado, “y uno de esos casos fue por un intento de suicidio; una persona que tomó cantidades tremendamente altas, muy por encima de los niveles de toxicidad.” Pero “en todos esos caso, incluyendo éste, hubo una recuperación absoluta sin secuelas” (énfasis mío). Los efectos negativos del dióxido de cloro en bajas concentraciones, cuando ocurren, dice, pueden siempre ser revertidos.
Acevedo Whitehouse está menos segura sobre si el dióxido de cloro puede eliminar virus dentro de nuestros cuerpos cuando se ingiere en solución acuosa. Precisamos de estudios clínicos cuidadosos. Regresaré a este punto más abajo. Pero quedémonos un poco más sobre la cuestión de la toxicidad y cómo se le comunica al público.
¿Qué dicen los grandes hospitales?
El hospital Ángeles Lomas, un hospital privado de alta calidad en la Ciudad de México, lo dirige mi amigo el Dr. Werner Damm. Le mencioné que estaba investigando este tema y me comentó que el hospital ha venido tratando pacientes que llegan con quemaduras en el tracto digestivo superior luego de ingerir dióxido de cloro. Me dijo que, de acuerdo a los expertos, el dióxido de cloro no tiene efecto alguno sobre el SARS-CoV-2. También me compartió una hoja informativa sobre dióxido de cloro que ha circulado mucho y que el hospital publicó en su revista Enlace Médico (diciembre 2020).
Esta hoja informativa afirma que el dióxido de cloro es un gran oxidante y, como tal, es un buen desinfectante, purificador de agua, agente limpiador, y blanqueador. Pero, como tratamiento para el COVID, “su uso no ha demostrado beneficio alguno cuando es aplicado en la garganta o ingerido.” En cuanto a su toxicidad, la hoja explica que causa “la muerte celular en los sitios donde se tenga contacto.” Cuando mata muchas células, hay “erosión del epitelio y entonces, luego de ingerirlo se presentan vómito, náusea, dolor abdominal, diarrea e incluso hemorragia del tubo digestivo.” La proporción de dióxido de cloro que se absorbe luego impide que la sangre traiga oxígeno a los tejidos, y destruye los glóbulos rojos. “Otros efectos incluyen lesión renal, alteración en la producción de hormonas tiroideas, lesión miocárdica (que puede derivar en arritmias letales) y efectos neurológicos como crisis convulsivas.”
Leyendo eso, se me pusieron los pelos de punta. Pero mirando más de cerca noté que esto parecía tratarse de consumir dióxido de cloro en directo, en su forma pura, sin diluir, pues la hoja afirma que “la FDA lo aprueba como potabilizador, pero no para su consumo directo” (énfasis mío). Y concluye con lo siguiente: “El dióxido de cloro elimina el virus igual que lo haría el ácido muriático, pero eso no significa que podamos ingerir alguno de los dos sin dañar nuestro propio organismo.”
Nuevamente cuestioné la relevancia. Los muchos miles de personas que están consumiendo dióxido de cloro como tratamiento para el COVID bajo supervisión de COMUSAV no se lo toman en directo. El tratamiento recomendado por la COMUSAV en absoluto es como tragar ácido muriático. Se trata de diluir cantidades muy pequeñas de dióxido de cloro en agua. ¿Entonces?
Para tratar de aclarar esto, le marqué al Dr. Guillermo Pérez Tuñón, jefe del Centro de Toxicología de Ángeles Lomas, y el autor de la hoja informativa sobre dióxido de cloro. Amablemente, me brindó una hora de su tiempo. Le pregunté específicamente si la hoja estaba considerando dióxido de cloro consumido en solución acuosa. Me contestó que sí—no me esperaba eso—.
Pero siendo que mucha gente con regularidad consume dióxido de cloro—sin daño alguno—en el agua purificada que beben, ¿por qué no había especificado él las concentraciones de dióxido de cloro que precisan las lesiones de su listado? “Porque es una concentración muy variable en la que se han presentado [en el hospital] los diferentes pacientes,” me dijo. “Son concentraciones que se han realizado más de manera doméstica.”
“Pero,” insistí, “¿qué tal que se la volteo? ¿Abajo de qué concentración se vuelve inofensivo el dióxido de cloro.” Me contestó: “Ese dato no está disponible. No lo tenemos disponible. … No hay un artículo científico que mencione que hay una concentración segura para consumir por vía oral dióxido de cloro.”
Eso me pareció inconsistente con toda la literatura que había examinado y, más puntualmente, con la hoja informativa del propio Pérez Tuñón, donde se afirma, invocando la autoridad de la FDA, que el dióxido de cloro es seguro, en bajas concentraciones, para purificar agua municipal para consumo humano. Y de hecho es seguro consumirlo en concentraciones bastante más altas, según los estudios de Judith Lubbers, aquellos que la propia OMS ha considerado como el estándar de oro para establecer la toxicidad del dióxido de cloro (ver arriba).
Siendo así, le pregunté al Dr. Pérez Tuñón sobre los estudios de Lubbers. No los conocía. Cuando le leí todo lo que Lubbers había examinado, en términos de efectos adversos en potencia, sin encontrar uno solo, él notó que faltaba algo en aquella lista. Me dijo:
“Bueno, habría que analizar bien el estudio. Realmente, en ninguno de estos parámetros [mencionados] yo veo identificada una muestra tisular de mucosa gástrica, que es el principal sitio de contacto primario donde se registra la lesión inicial por dióxido de cloro, por oxidación. … No, mucosa gastrointestinal, podríamos decir, mucosa desde el nivel de la cavidad oral, del esófago, del estómago. Porque la mayor parte de los casos reportados en los pacientes que hemos tenido y que se han reportado en la literatura [por problemas luego de tratarse su COVID con dióxido de cloro] hacen más referencia al estómago—lesiones gástricas, como tal—.”
En efecto, Lubbers nunca menciona posibles lesiones gástricas. Pregunté entonces sobre esto al Dr. Manuel Aparicio Alonso, director médico de COMUSAV a nivel mundial.
No hay razón alguna, me dijo, para que Lubbers se preocupara por lesiones gástricas, porque cuando el dióxido de cloro se prepara correctamente, como sin duda se hizo en aquel estudio, tiene un pH neutro, es decir, ni ácido ni alcalino, y no daña la mucosa. “Por eso nosotros [en COMUSAV] hacemos mucho hincapié en que el inicio de un tratamiento con dióxido de cloro es tener un buen producto…—lo ideal es que un químico lo produzca.” La COMUSAV acerca a la gente a un proveedor que ellos avalan, entrenado por el químico del propio COMUSAV, cuyo producto los doctores de la COMUSAV están empleando ellos mismos.
¿Pero entonces por qué llegan a los hospitales pacientes con lesiones gástricas?
Esto sucede, dice el Dr. Aparicio Alonso, porque mucha gente se está automedicando con dióxido de cloro. Dichos pacientes están usando ya sea un producto fraudulento, ya sea uno elaborado de forma subóptima.
El doctor dedica mucho tiempo—como expresó en un seminario de la Universidad Católica de Murcia—examinando fotos de productos que le envía la gente, para decirles si tienen el correcto y cómo usarlo, o para decirles dónde adquirir dióxido de cloro bien hecho. Aun cuando tienen el producto correcto, quien se automedica a veces toma una dosis demasiado fuerte, o la toma demasiado rápido.
O también hay gente con intolerancia gástrica, “pero como tienen intolerancia gástrica a tomarse una aspirina, a tomarse un café, o a comer irritantes.” Su incomodidad con el dióxido de cloro, dice Aparicio Alonso, no es específica a la sustancia, sino al paciente. Entonces al recetar cualquier medicina, él primero pregunta si hay intolerancia o sensibilidad gástrica, y si la hay, primero:
“Yo les receto un protector de la mucosa gástrica, y si tienen una hernia hiatal les receto un procinético, que es algo que aumenta el vaciamiento gástrico, porque cualquier medicamento les va a exacerbar los síntomas. Lo mismo con el dióxido de cloro.”
Aquellos pacientes con sensibilidad que toman dióxido de cloro (o alguna otra medicina), me dijo, deben ser cuidadosos con sus dietas. Para alguien como yo (tengo hernia hiatal), al tomarlo como profiláctico, me recetaría primero una dosis baja, subiéndola gradualmente conforme mi cuerpo haga resistencia. Y recomendaría en contra de consumir alimentos acidificantes como son los lácteos, azúcares, pan, y pasta (además de lo obvio: café, alcohol, vinagre, etc.). Si un paciente muy sensible ya tiene COVID y necesita un tratamiento de emergencia con dióxido de cloro, dijo, se lo administra con un enema. En pacientes ya muy críticos, se hace endovenoso.
Por ésta y otras razones, la COMUSAV aconseja a la gente que no se automedique con dióxido de cloro. Sin embargo, me dice Aparicio Alonso, los problemas gástricos que surgen con el uso subóptimo de solución de dióxido de cloro, en las concentraciones bajas que la mayoría está usando, no supone un peligro letal.
Luego de esto, regresé con el Dr. Pérez Tuñón. Quería estar totalmente claro sobre lo siguiente: ¿Acaso él esperaba ver lesiones serias—como las que había listado en su hoja informativa—si la gente consumía dióxido de cloro de acuerdo a las recomendaciones de la COMUSAV, mismas que siguen el protocolo de Andreas Kalcker?
Proyecté el protocolo de Kalcker en la pantalla para que Pérez Tuñón pudiese ver la concentración exacta de dióxido de cloro en solución acuosa que Kalcker recomienda. El doctor estuvo de acuerdo que, con este protocolo, sólo pacientes con sensibilidad gástrica tendrían problemas. Sin embargo, me expresó su escepticismo de que, tomando dióxido de cloro oralmente en dichas concentraciones, pueda haber todavía una cantidad suficiente, luego de pasar por el hígado, para que pueda matar virus en el cuerpo.
En lo que concierne a la hoja informativa del Ángeles Lomas, añadió, no fue elaborada para informar sobre lo que sucede con el protocolo específico de Kalcker porque la gente se automedica de distintas formas, así que se preparó la hoja para advertir sobre el rango total de problemas que pueden verse cuando la gente consume cantidades peligrosas de dióxido de cloro.
La COMUSAV no recomienda el MMS
Un producto de dióxido de cloro muy popular es el Miracle Mineral Solution, o MMS. El Dr. Pedro Chávez Zavala, presidente de COMUSAV México, me explicó que el MMS adquirió una mala reputación cuando gente en España comenzó a automedicarse con él y tuvo problemas. Las autoridades españolas prohibieron la sustancia sobre la base de reportes informales y no hicieron una investigación. Luego de eso hubo un tropel mediático en contra del MMS en España y otros países.
¿Es peligroso el MMS?
Según la COMUSAV, este producto sí puede llegar a producir efectos secundarios que, sin embargo, “no son severos.” Aun así, la COMUSAV prefiere que la gente no lo consuma. Lo que recomiendan es la solución de Andreas Kalcker, conocida como CDS (Chlorine Dioxide Solution), misma que se esmeran en diferenciar del MMS. Como dicen:
“Mucho se ha dicho en los medios de comunicación sobre el riesgo de consumo de MMS y muy a menudo se confunde con el CDS. Es importante aclarar que el MMS es una solución preparada mezclando unas pocas gotas de cada uno de los dos reactivos: clorito de sodio, por un lado, y un ácido que puede ser cítrico o clorhídrico, por otro.”
La reacción produce dióxido de cloro.
“Esta mezcla se añade a un litro de agua, se coloca en una botella, se sella y se consume por vía oral durante todo el día. El problema de esta mezcla es que ninguno de los reactivos es químicamente puro y al ingerir esta mezcla de estos dos reactivos, también se ingieren las impurezas de estos. Estas impurezas o subproductos químicos pueden generar molestias como diarrea, vómitos y otros efectos secundarios que, aunque no son graves, sí son irritantes, sobre todo cuando se bebe una dosis elevada de estos productos debido a la escasa información que existe en el público en general, lo que, debido a la emergencia sanitaria al tratar de prevenir o tratar el COVID-19, lleva a no buscar consejo o consulta médica y a consumir productos que no han sido preparados bajo la supervisión de profesionales capacitados para su fabricación.” (p. 7)
Por contraste con el MMS, dice la COMUSAV, el CDS es muy puro, y “no contiene absolutamente ningún clorito de sodio, ni ningún ácido.”
La posición de la COMUSAV sobre el MMS es más difícil de comunicar que la distinción binaria: ‘el MMS es malo; el CDS es bueno.’ Por un lado, la COMUSAV no quiere a la gente bebiendo MMS porque produce algunos efectos adversos; por otro lado, rechazan la demonización del MMS como inefectivo contra el COVID y, además, como una amenaza para la vida.
¿Pero, realmente funciona el dióxido de cloro contra el COVID?
Que el dióxido de cloro sea bueno matando virus en el aire, en las superficies, y en las muestras tisulares en laboratorio, y que sea seguro beberlo en concentraciones bajas disuelto en agua, no quiere decir, como apunta la Dra. Acevedo Whitehouse, que la solución de dióxido de cloro tomada tendrá éxito matando coronavirus ya en el cuerpo. Eso es lo que llaman el ‘efecto antiviral en vivo.’ Un artículo defendiendo la hipótesis de que el dióxido de cloro sí debiera tener dicho efecto fue publicado en el Journal of Molecular and Genetic Medicine.
El primer paso para testear una hipótesis como ésta normalmente es demostrar que una sustancia tiene efectos antivirales en modelos animales. Siendo así, un grupo de científicos, entre quienes la Dra. Acevedo Whitehouse, han ensayado la efectividad de la solución de dióxido de cloro para matar coronavirus en embriones vivos de gallina. Su estudio, posteado a Bioarchiv, “demuestra que el ClO2 [dióxido de cloro] puede ser una opción viable para controlar los coronavirus aviarios, y nos presenta con la posibilidad de que pudieran observarse efectos similares con otros organismos.” Si se confirman estos resultados, se justifica proceder con el test más importante: estudios clínicos con humanos.
A los doctores de la COMUSAV dichos estudios no les hacen falta. Ya están completamente convencidos de que el dióxido de cloro es asombrosamente eficaz contra el COVID. Lo han visto funcionar en humanos, dicen, miles de veces. Pero para convencer a muchos de sus colegas se necesitan estudios doble ciego con humanos. Así las cosas, la COMUSAV ha suplicado a las autoridades en todos lados—las mismas que aprobaron vacunas desarrolladas en tiempo récord con una tecnología totalmente nueva—que aprueben protocolos para dichos estudios clínicos. Hasta la fecha, sin éxito.
La razón, me dice el Dr. Eduardo Insignares, es que las advertencias oficiales de peligro de las burocracias de salud han atado las manos de los comités de ética que deben aprobar los estudios. La excepción es Bolivia, donde el Dr. Insignares ha completado un estudio clínico cuya publicación está pendiente.
Los estudios clínicos, empero, no son la única manera de hacer ciencia. También tenemos estudios epidemiológicos: investigaciones estadísticas sobre las correlaciones de ciertas variables o tratamientos con las consecuencias de salud en poblaciones grandes. El Dr. Manuel Aparicio Alonso me dice que tiene 50,000 pacientes tomando dióxido de cloro en dosis preventivas. Además, varios miles de pacientes infectados con COVID han sido tratados por los doctores de la COMUSAV con dióxido de cloro (alrededor de mil tan sólo por Aparicio Alonso). La COMUSAV está creando un registro cuidadoso de los resultados. Estos datos, dicen, demuestran que el dióxido de cloro funciona, y están preparando dichos datos para publicación en las revistas científicas.
La experiencia boliviana
Bolivia constituye una gran intervención de campo, a nivel nacional. Se reportó en julio que los legisladores bolivianos, aconsejados e influenciados por la COMUSAV, habían aprobado una ley para volver accesible el dióxido de cloro a la población—sobre las objeciones del ministerio boliviano de salud—. Hecho lo cual, se volvió general el tratamiento de dióxido de cloro en todo el país.
Bolivia es un país pobre (su ingreso per cápita es apenas superior a un tercio del mexicano) y no dispone de una infraestructura médica de primer orden. Por lo cual, es relevante que, luego de aprobarse la ley de dióxido de cloro, los casos de COVID en Bolivia se desplomaron rápidamente mientras que en el resto del mundo—incluyendo los países ricos de Occidente—surgieron de nuevo los casos en los últimos meses de 2020.
¿Es un dato concluyente? No. Hace falta más información. Los datos bolivianos pudieran reflejar una coincidencia. Quizá alguna otra peculiaridad boliviana haya intervenido al mismo tiempo para producir esa curva. O pudiera ser un efecto placebo. Empero, es notable que ningún otro país en el continente americano hizo bajar sus casos de COVID a esta velocidad. Y los datos bolivianos vienen del ministerio boliviano de salud, mismo que durante este periodo se oponía a la ley de dióxido de cloro, o sea que un sesgo a favor de este resultado no ensucia los datos.
El reportaje de los grandes medios sobre Bolivia es difícil de explicar. Ahí está por ejemplo (caso perfectamente representativo) de Business Insider.
Luego de las elecciones, que hicieron subir al poder a un nuevo gobierno, con un nuevo ministro de salud que sí recomienda el dióxido de cloro, Business Insider publicó el 1 de diciembre el siguiente encabezado: “El nuevo gobierno de Bolivia alienta a la gente a consumir blanqueador tóxico como cura para el COVID-19.” Blanqueador tóxico. Otra vez esto.
En ninguna parte del artículo se menciona que el dióxido de cloro se usa de forma rutinaria y segura para purificar agua municipal. Tampoco menciona que los casos de COVID se desplomaron en Bolivia luego de comenzar el uso extendido de dióxido de cloro. Son omisiones muy extrañas. Especialmente considerando que, cuando Business Insider publicó aquel artículo, los datos de COVID en Bolivia se veían así (fuente: worldometers):
¿Y qué puede decirnos Business Insider sobre los efectos supuestamente devastadores de este “blanqueador tóxico”? Nada. ¿Por qué? ¿Acaso no hay nada que reportar? Lo único que mencionan es un artículo que publicaron ellos mismos en el lejano septiembre, donde reportaban tan sólo una presunta muerte boliviana por ingestión de este “blanqueador tóxico.” Un país entero; una presunta muerte.
Pero seamos justos: el artículo de septiembre sí decía que Business Insider había visto una “nota urgente” que “habían compartido doctores bolivianos encarados con un surgimiento de pacientes que dañaron sus cuerpos” con dióxido de cloro. Y eso suena a cosa seria. Pero a diferencia de los líderes de la COMUSAV, quienes, si bien se arriesgan a la sanción (o peor) de las autoridades, se identifican por nombre y están públicamente disponibles para entrevistas, los doctores bolivianos que supuestamente hablaron con Business Insider “pidieron se respetara su anonimidad.” Lo cual es raro porque, en aquel momento, su posición en contra del dióxido de cloro era apoyada por el ministerio de salud boliviano. ¿De qué se preocupaban? En todo caso, ni yo ni nadie puede contrainterrogar a estos presuntos doctores sobre el presunto “surgimiento” de cuerpos dañados.
Es cierto, empero, como sin duda señalarán los detractores del dióxido de cloro, que los casos COVID en Bolivia se levantaron en diciembre a los niveles del verano, y más alto aún. Y eso no pinta bien para el dióxido de cloro. Le pregunté al Dr. Pedro Chávez Zavala sobre esto, pues está en contacto íntimo con las autoridades bolivianas. Según él, los bolivianos se confiaron porque, viendo la situación mejorar tanto, imaginaron que la crisis se había superado y dejaron de tomar dióxido de cloro justo cuando empezaron a congregarse para las fiestas decembrinas—de ahí el surgimiento de casos—.
Sin embargo, es importante señalar, me dice el Dr. Aparicio Alonso, que los pacientes con síntomas serios de COVID continuaron recibiendo tratamiento de dióxido de cloro, y esto, en su opinión, es lo que explica que los fallecimientos por COVID se hayan mantenido bajos. En las dos gráficas que siguen (fuente: worldometers) puede apreciarse que, si bien los casos de contagio subieron muchísimo a partir de diciembre, las muertes durante este segundo surgimiento han sido una fracción de las muertes veraniegas.
La COMUSAV está ahora mismo organizando entrenamiento extensivo para la infraestructura de salud de los militares bolivianos—e incluso para todo el cuerpo militar—. La universidad militar se está encargando de producir el dióxido de cloro para los bolivianos. Y los militares, y la policía, se hacen cargo de su distribución nacional con la creación de brigadas de salud que viajan a todas las comunidades. En consecuencia, la COMUSAV espera que los casos de COVID bolivianos se desplomen nuevamente durante el mes de febrero.
Estemos atentos.
¿Qué concluyo?
Comencé esta investigación muy escéptico sobre el dióxido de cloro, y muy aprehensivo por los reportes mediáticos como para darle una probada. Ahora pienso que el sesgo oficial en contra del dióxido de cloro es una desinformación: el tratamiento de baja concentración que recomienda la COMUSAV ha sido falsamente representado como una dosis alta comparable con las concentraciones que requiere un blanqueador industrial. Aun si resultase que el dióxido de cloro en baja concentración no ayuda con el COVID, no creo que sea un peligro para la salud humana.
Será interesante ver cómo reaccionan a este artículo algunos doctores, entre quienes están mis amigos y alumnos, pues han venido advirtiendo en contra del dióxido de cloro. Creo que mis amigos hacen esto con total honestidad. ¿Pero acaso lo harán equivocados? Quizá hayan sido influenciados en demasía, por un lado, por los asertos oficiales de los ministerios de salud (mismos que citan por reflejo), y quizá los hayan impresionado demasiado, por otro lado, los pacientes que, luego de automedicarse, presentaron problemas.
Comparto, como nota personal, que conozco mucha gente que sigue las recomendaciones de la COMUSAV y ha estado tomando CDS por un tiempo; no han contraído COVID ni experimentado efectos secundarios adversos. También conozco gente, incluyendo miembros de mi familia extendida, que dieron positivo para COVID con síntomas serios y que afirman haberse curado muy rápido (tres días) tomando CDS, por contraste con quienes no lo toman.
¿Acaso es el CDS la solución? No lo sé. No puedo dar una conclusión definitiva. Pero este clavado en el tema me ha convencido de que el CDS debe ser urgente y masivamente investigado. Por lo menos algo de recursos debiera destinarse a esto, en vez de demonizar la sustancia. Y en lugar de prohibirla, debiera estar regulada para darle al público certeza de lo que consume, mientras que los doctores debieran legalmente poder administrarla a los pacientes que dan su consentimiento, porque en la dosis recomendada por la COMUSAV, no parece ser tóxico. No veo problema con que pacientes afectados por COVID lo ensayen como tratamiento, o que la población general—o por lo menos los familiares de los afectados—lo tomen de forma preventiva (pero claro, bajo supervisión médica).
Esta postura me parece responsable y ética, congruente con la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial:
“En el tratamiento de un paciente, cuando no existan intervenciones probadas o que hayan sido efectivas, el médico, luego de buscar asesoría experta, y con el consentimiento informado del paciente o de un representante legalmente autorizado, podrá utilizar alguna intervención no probada si en el juicio del médico ofrece alguna esperanza de salvar la vida, restablecer la salud, o aliviar el sufrimiento. Donde sea posible, dicha intervención debe ser objeto de una investigación, diseñada para evaluar su eficacia y seguridad. En todos los casos, las nuevas informaciones deben ser registradas y, siempre que sea oportuno, de conocimiento público.”
La COMUSAV ha invocado explícitamente la Declaración de Helsinki. Obtienen consentimiento informado por escrito de todos los pacientes que reciben dióxido de cloro, y están, dicen, investigando y recopilando registros cuidadosos. Estos datos figurarán en los artículos que preparan para publicación en las revistas científicas.
Pero si los esfuerzos de la COMUSAV, apegándose a la Declaración de Helsinki de la Asociación Médica Mundial, son éticos y responsables, queda una pregunta. ¿Por qué hemos visto a las burocracias de salud, por un lado, tan fanáticamente optimistas sobre las vacunas nuevas—hechas, éstas, con una metodología enteramente nueva, desarrolladas en un abrir y cerrar de ojos y costando una fortuna—mientras que, por el otro lado, están muy paranoicos con el dióxido de cloro, que es bastante seguro y además muy barato?
Posdata: ¿Y la ivermectina?
Muchos médicos de la COMUSAV, entre ellos Manuel Aparicio Alonso, recetan también ivermectina, un medicamento muy conocido para combatir parásitos. Arde también una controversia sobre la ivermectina, pero por lo menos sobre esta cuestión sí se han aprobado estudios para evaluar su efectividad contra el COVID, y la evidencia parece indicar que es efectiva.
[1] Lubbers JR & Bianchine JR. Effects of the acute rising dose administration of chlorine dioxide, chlorate and chlorite to normal healthy adult male volunteers. J Environ Pathol Toxicol 5(4-5):215-228, 1984.
Lubbers JR et al. Controlled clinical evaluations of chlorine dioxide, chlorite and chlorate in man. Environmental Health Perspectives. Vol. 46, pp.57-62, 1982.
Lubbers JR et al. Controlled clinical evaluations of chlorine dioxide, chlorite and chlorate in man. Environmental Health Perspectives. Vol. 46, pp.57-62, 1982.
Lubbers JR et al. The effects of chronic administration of chlorine dioxide, chlorite and chlorate to normal healthy adult male volunteers. J Environ Pathol Toxicol Oncol 54(5):229-238, 1984a.
Lubbers JR et al. The effects of chronic administration of chlorite to glucose-6-phosphate dehydrogenasedeficient healthy adult male volunteers. J Environ Pathol Toxicol Oncol 5-4(5):239-242, 1984b.
También te puede interesar: ¿Nos ha vuelto racistas la izquierda?
Excelente artículo y que buena investigación. Conclusión vale la pena tomar el CDS de manera preventiva y de que aprueban ya los ensayos clínicos del dióxido de cloro.
Estoy aprendiendo del tema, y empiezo a creer en la eficacia del dióxido de cloro, hay muchísimos intereses detrás para ocultar sus beneficios. De eso estoy segura.
Felicidades Francisco, tu artículo muy documentado y considero que nos permite tomar la decisión correcta, que es consumirlo correctamente. Muchas gracias y ojalá lo lean los médicos contras y los responsables de la compañías de seguros; es muy evidente el conflicto de intereses que hay en la negativa al ClO2.
Excelente articulo. Muchas gracias pot tomarte el tiempony la investigación objetiva del tema. A mi me consta la eficacia del CDS en matar al Covid y recuperar personas infectadas en breve tiempo. Yo tengo 1 año tomándolo en las dosis que indica Andreas Kalcker en su libro, y estoy perfectamente sano y curado de otras dolencias.que tenía;, no me ha dado Covid aunque he convivido con positivos y familiares de éstos, y no tengo ningún daño.como falsamente se afirma por consumirlo. Bendiciones
Muy completo! y me queda claro que el poderío farmacéutico esta desvariando. “Renunciarán” al seguro de gastos médicos mayores a las personas que ingieran dióxido de cloro (El Financiero 22.01.2021)
Excelente artículo, muy acertado, gracias por tomarse el tiempo de investigar por muchos de nosotros. Me parece objetivo y sincero su artículo, de nuevo gracias.
Muy interesante su investigación acerca del dióxido de cloro en mi caso me ayuda a tener una visión mas clara del CDS.
Podríamos hacer una petición en Chan.org solicitando se destinen recursos para la investigación seria del ClO2 a nivel institucional
Jalo
Muy buena investigación. Muchas gracias. Yo soy de la opinion de que tan malo es creérselo todo como no creerse nada. Yo tambien fui muy precavido cuando me hablaron por primera vez del cds pero lo que hice fue informarme bien y si son mas de cuatro mil medicos los que lo recomiendan al meno merece el esfuerzo de investigarlo, nunca se sabe pero quisaz algun dia nuestra vida dependa de esa investigación.
Decir que el Clo2 es un agente blanqueador equivale a decir que las espinacas tambienson un blanqueador.
El acido oxalico tambien es un agente blanqueador en concentraciones altas.
La s espinacas y casi todas las verduras contienen acido oxalico, el té, el chocolate, las naranjas, las acelgas, las fresas etc….. contienen acido oxalico
Sólo aclarar que en Bolivia, diciembre es verano y julio y agosto, invierno. Lo demás es como se manifiesta en los últimos párrafos y los artículos científicos avalados correspondientes. No sería la primera vez que se refuta con hechos indiscutibles la verdad oficial. En Israel están logrando niveles de inmunidad altos con una sola dosis.
Hay un gremio importante de médicos usando el dióxido de cloro con excelentes resultados , acá la alerta para la población es no medicarse , ya que no es lo mismo Dióxido de cloro que hipoclorito . Dado que no hay un abc 100% eficaz aún la experticia médica es fundamental . Gracias
Excelente información. gracias Fco. Saludos…yo lo tomo desde hace 5 meses para la artritis reumatoide y como preventivo contra el C19. Un primo me mandó informacion del Dioxido de cloro CDS y me interesó tanto que antes de iniciar el consumo. Leí parte del libro de Andreas Kalcker SALUD PROHIBIDA y también algunas conferencias de COMUSAV y decidí tomarlo. Siguiendo las instrucciones de Andreas Kalcker. Existe un video de él mismo, de como preparar el CDS . Yo mismo me lo preparo para mí consumo personal. (yo tomo el protocolo C) Y quiero comentarles que me he sentido muy bien. Saludos desde León Guanajuato México. Médicos de todas las especialidades; abran sus mentes y conozcan el Dioxido de cloro y sus beneficios… Tan tan.
Artículo muy Interesante y serio. Aunque creo que acerca del rechazo de los organismos de salud, y de los gobiernos hacia el CDS además de la forma de referirse a él o incluso de ignorarlo, de la inmensa mayoría de los medios de comunicación metecería un estudio mucho más profundo.
Tomo el CDS de manera preventiva desde mayo 2020, pues en YouTube se fueron publicando vídeos con entrevistas a Andreas Kalcket misma que fueron eliminado de la plataforma sin dar un poco de crédito a su basta e interesante investigación y experiencia científica.
Confieso que he hecho una vida casi normal, hasta dónde se puede; pero no he dejado de besar y abrazar a la gente que quiero; Lo considero inhumano.
Certifico que funciona y protege vs C19. Espero que pronto el gobierno autorice su uso de forma médica pues es muy triste con mueren familiares de gente cercana y por la desinformación le tienen miedo al CDS.
Gracias por tu investigación
Me parece muy acertada la diferencia en que, por una parte se aprueba una vacuna al vapor, con estudios incompletos, y por otro lado, no se investiga y aprueba un método que ha dado resultados positivos en Bolivia, con costos bajos.
Acaso si habrá otros intervención de las grandes farmacéuticas?
Felicitaciones, excelentes reflexiones, es claro que la información es manipulada nivel mundial por grandes intereses económicos. A seguir utilizando con cuidado Cds y profundizando en las investigaciones.
El artículo más completo y sincero que he leído sobre el tema. Toca todos los puntos sobre los que teníamos dudas o ausencia de información. Gran trabajo.
Estimado Francisco, mi más profundo agradecimiento por el tiempo dedicado a tan exhaustiva investigación. Con tu imparcialidad y rigor académico para llegar a esta conclusión lograste producir un documento de gran importancia y utilidad para compartir con quienes tienen la apertura para cuestionar al establishment y hacerse responsables de su propio destino recurriendo a fuentes fiables sin limitarse a obedecer a ciegas.
Hola buen día.si yo lo estoy tomando y me irrita un poco el estómago. Que debo tomar .para proteger la mucosa intestinal? Gracias.
Cualquier antiacido, como Melox por ejemplo!!…
Ecosidio en tu aparato digestivo
Felicidades Francisco por el artículo, me parece una investigación que permite se pueda tomar una decisión responsable sobre le consumo del dióxido. Gracias
abrazo fuerte. Mon
Felicidades Francisco por la investigación y por lo bien que escribes.
Este artículo le falta aún temas a cubrir. Me gusta mucho como se salen por la tangente los “Medicos” del COMUSAV encontrando supuestas explicaciones a lo de Bolivia. No veo que el artículo mencione que aunque la lejía del dióxido de cloro fue aprobado por los senadores de tan educada nación, el ministerio de salud de ese país prohibió su uso y emitió un comunicado. Por ello los médicos que lo dan están cometiendo un crimen. Es cierto el tema de la toxicidad del dióxido de cloro en que a menores dosis es menos el daño. De hecho se recomienda que la dosis segura para potabilizar el agua es de 0.8 gramos por litro. El Gurú de la lejía, Andreas Kalcker, dice que se deben colocar 3 gramos por litro. Si 0.8 gramos no tiene efectos para el ser humano… esos 0.8 gramos tienen efecto para atacar virus y bacterias? Si el dióxido de cloro no llega a la sangre, porque se convierte en cloritos y cloratos – los cuáles son altamente reactivos y no se encuentran libres en la naturaleza… – a una concentración tan baja… reacciona antes con paredes celulares del esófago, estómago, riñones e hígado…que llega a la sangre y a los pulmones, puntos de entrada del coronavirus? Para que hacen pruebas en pollos que genéticamente son muy alejados del ser humano y no tienen tanta compatibilidad genética con este? Los estudios deben ser contratados a doble ciego… el estudio del que hablan de los pollos… no tuvo doble ciego. Los médicos del COMUSAV y todos los que defienden la lejía no deben rogar al gobierno porque les autorice protocolos… simplemente diseñen su protocolo y preséntenlo a CONaCYT, a la revista Science o a la UNAM para que un panel de expertos valide si sus asunciones valen la pena para recibir fondos. Que le faltó a tío artículo? Incluir un análisis desde el punto de vista de química y bioquímica. Con ecuaciones que nos enseñan en la prepa a los que queremos analizar los efectos del dióxido de cloro , se llega a la conclusión de que esta lejía no tiene cabida y que es un absurbo como la homeopatía, las flores de Bach, la acupuntura y el rezar. Te dejo acá uno de los primeros videos de un químico que analiza a esta lejía y que tira muchas de las bases de los pseudo médicos del #COMUSAV . También te falto ver el lado del negocio. Cuanta ganancia obtienen los que venden dióxido de cloro? Según ellos lo hacen también porque las farmacéuticas son unas insensibles. Rascarle un poco al tema de las ganancias que estos amigos obtienen por la venta del dióxido de cloro – que acompañan con los protocolos del gurú de la lejía – sería interesante. https://youtu.be/eRfSLcIVca4
Pues cada quien con sus conclusiones. No lo tomes y Ya!!… para ti es Lejía para muchos No. No pasa nada!!… amigo… se nota que eres de los que les gusta tener la razón por el Gusto. Gran Ego amigo!!…
Al fin leo alguien con criterio
don francisco: aparecen visibles los teléfonos de varios opinantes ¿ está bien eso ?
Excelente artículo. Muy bien documentado y planteado. Hacen falta artículos como este y tambien que se les de seguimiento al tema. Saludos y Muchas Gracias!!…
El mejor análisis en profundidad, serio e imparcial que he leído sobre el CDS. Como consumidor de esta maravillosa sustancia, aplaudo la investigación desarrollada de esta nota, incluso la comparación con esta contradicción en la rapidez para autorizar vacunas de dudosa procedencia, y no autorizar los ensayos clínicos “oficiales” sobre el CDS, lo cual me lleva a creer, -aun contra mi voluntad-, que el lobby de las corporaciones farmacéuticas (Big Pharma) es más poderoso que los Gobiernos, excepto en Bolivia, obviamente. Felicitaciones!
Cómo entra el dioxido de cloro a las celulas infectadas? Es algo que nadie de los expertos menciona.
Excelente artículo de revisión y muy completa. Como médico, le agradezco al Antropólogo Francisco Gil-White el haber, intrépidamente, incursionar en un tema médico muy controvertido. Si lo leyeran las autoridades reguladoras, comenzando con la OMS, y luego por la OPS, la FDA, la COFEPRIS sus equivalentes en todos los países, estoy seguro que se consideraría cambiar la política en contra del Dióxido de Cloro; autoridades que extrañamente mienten sobre la toxicidad del Dióxido de Cloro, muy seguramente porque están siendo sobornados por la mafia farmacéutica que dejaría de ganar trillones de dólares si se aprobara a esta fórmula magistral como medicamento.
Felicidades Antropólogo Gil-White por compartirnos sus investigaciones y conclusiones sobre esta formula magistral.
Francisco Gil, al principio pensé que tu artículo tenía sesgos basados en el temor natural al COVID, pero al continuar leyéndolo me di cuenta que todo esto se trata de un publireportaje en el que se transcriben fielmente todas las mentiras y falacias que usa la COMUSAV y su líder el charlatán probado Andreas Kalcker, el cual ni estudios ni conocimiento empírico tiene como para que tú le asignes el título de doctor.
¿Ataques Ad Hominem dices?
Te parecerá eso a ti, pero para quienes sabemos de fisiología, de clínica médica y de biología molecular, escuchar a este innombrable héroe/martir hablar, cuando menos da náusea su discurso plagado de mentiras, errores y tergiversaciones que usa para convencer a incautos (quisiera creer que tú eres incauto y no sobornado).
Es entendible que no tengas el conocimiento en temas médicos, y no puedas diferenciar la verdad de la mentira, pero de un antropólogo hubiese esperado un discurso basado en los temas que si domina y no en un reportaje ¿pagado? Por la COMUSAV.
Felicidades por tan amplio y minucioso reportaje, sin duda las que están muriendo por esta PANDEMIA, no se dan a la tarea de informarse, mueren por su falta de interés en saber, aprender y sobre todo informarse, y no sólo dejarse guiar, por INTERESES ajenos a crear bienestar para la humanidad, los intereses económicos de los menos por ENCIMA del bienestar de las mayorías, quitemos la benda de los hojos yo ya debería estar bien muerto DESDE hace un año que inicié su CONSUMO entre yo y mi familia.