De compras en Zona Maco

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El cliente número uno de Zona Maco somos todos nosotros, nos gusten o no las obras que vende. Lo que se ofrecía en los stands era lo mismo que año tras año hemos visto en las exposiciones de los museos del INBA.

Es escandalosa la simbiosis corrupta del Estado con las galerías que protege: exhiben lo mismo y el Estado compra a los artistas que promueven en paquete. Esto no es mecenazgo, es arribismo.

Para celebrar que esta es la última feria que tenemos al amparo proteccionista de un ministerio obsesionado en parecer un magnate sin cultura, no una institución cultural con sentido social, anunciaron que disponían de 20 millones de pesos para comprar arte en la feria. Conociendo que CONACULTA compra para mimetizarse con el mal gusto de los coleccionistas privados, que son los verdaderos directores de los museos del Estado -ahí estaba el área curada por Patrick Charpenel- hice una lista de lo que NO deberían comprar para evitarle al erario público el despilfarro y al espectador la mala experiencia de ver estas cosas expuestas en una sala oficial, desplazando al verdadero talento y denigrando espacios que antes tenían un significado y un prestigio.

Es un divertimento, obviamente nunca han solicitado mi opinión en temas de arte, porque ya la conocen. Cómo sugerir que la próxima vez que vayan a despilfarrar 20 millones los arrojen a la calle desde un helicóptero. Ante lo especialmente deprimente del conjunto que mostraron las galerías, daba miedo saber que un “consejo seleccionador de obras” andaba en el recinto gastando 20 millones de pesos de nuestros impuestos.

Ojalá no hayan comprado lo siguiente. Todos los precios son en dólares, menos cuando lo especifico.

Moris “escultura” de zapatos con troncos, 7,500.

José Dávila, muy productivo para hacer cosas de nula inteligencia estética, bloques de cemento con neón o neón sólo o cemento sólo, de 12 a 30 mil.

Mesa con recortes de papeles rayados de Antonio Vega Macotela, 10 mil euros.

Papel dorado enrollado de Gabriel Kuri, 33 mil.

Zapatos con el tacón invertido de Luis Carlos Urtado, 1,800.

Perro de tela sin ojos de Cosima Von Bonin, 180 mil.

De “Ale” de la Puente, papeles arrugados enmarcados y confeti envasado, de 45 mil a 90 mil pesos.

Cubeta con dos focos y manguera de Sarah Lucas, 95 mil libras esterlinas.

Mandala de corcholatas de refrescos de Emilia Azcarate 22 mil.

Joana Vasconcelos, esculturas prefabricadas de cemento cubiertas de tejido, 470 mil. Cintas para zapatos de Carlos Garaicos 60 mil.

Un alienígena dibujado por Adriana Lara, 18 mil.

Regaderas con pelo humano de Magnus Wallin 28 mil.

Gunilla Klinberg neones, esferas y madalas, muy disco fever delos 80´s, 50 mil.

Esculturas de grasa y sangre de Cristina Piffer, 7,500.

Es increíble que gasten 20 millones de pesos en esta feria, sin convocar a los artistas directamente y que, además, siendo el mejor cliente, no consigan que los alumnos de las escuelas de arte de todo el país entren sin pagar. Arribismo y falta de sensibilidad social.

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