Día de la Humanidad

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El Día de la Raza si, pero es día de la humanidad conciliada también y en efecto, que por nuestra Raza hable el espíritu.

 

La raza, es muchas cosas en México, una estación de metro, una parada de camión, un monumento, un lema universitario, un día del año dedicado a los pueblos originales, un slogan político…

Hispanidad conciliadora en un extremo, etnicidad reivindicadora en otro. Se dice a menudo que México es el único país de América Latina que sigue enojado con la conquista. Por allí, perdidos en una iglesia del Centro Histórico, yacen con más pena que gloria los despojos humanos de aquél conquistador que quedó emparedado entre piedras de tierra mexicana.

Dice el historiador Duverger que la segunda, la segunda, no la primera generación de españoles en México, perpetró el más grande genocidio americano. Tras el envenenamiento de las acequias alrededor de la ciudad y algunas poblaciones importantes, se diezmó a millones de aborígenes por instrucciones de algún milico loco que dio su propia interpretación a la palabra del Virrey. Una especie de Ayotzinapa pero elevado a la potencia cinco e igualmente impune.

En la plaza grande de la bella medieval, romana y augusta ciudad de Trujillo, en España, cabalga hierático Pizarro, el capitán que conquisto el Perú, aunque dicen las lenguas y anima la leyenda que en realidad se trata del conquistador Hernando Cortés que no fue aceptado en México a riesgo de considerarse una afrenta y una vejación y que en consecuencia fue trasladado a Cáceres y puesto en la ciudad de Trujillo bajo el nombre del conquistador nacido en esa localidad de Extremadura.

En América del Sur, la conquista se vive diferente, de modo menos cuestionado más indulgentemente, más conciliadora y prospectivamente, sin rabietas, sin coraje, quizá porque las capitanías generales y los Virreinatos habían aprendido algo el trato a los locales, quizá la menor beligerancia de los pueblos y su mansuetud y aceptación.

No puede cualquier persona hoy, dejar de reflexionar cuando se visita en Yucatán en Veracruz, en Hidalgo, en Michoacán o en México, en los miles de códices, de pieles de venado, de hojas de amate, quemados en la pira inquisidora, los cientos de piedras labradas, destruidas con los mazos y las picas del soldado violentado por la provocación de una religiosidad inculta, las decenas de edificios vejados sin miramiento ni respeto por recintos considerados sagrados por la población local. Ese ejercicio de ingeniería social renacentista e importado a la Nueva España, llamado La Puebla, se ejerció sin miramiento y buscando sólo la consecuencia de una encomienda esclavista, sádica y supremacista.

Los marquesados, la hacienda, la tienda de raya, son todas formas menores de un ejercicio genocida que perduró tres siglos y cuyas consecuencias se viven hoy en el cotidiano de una mexicanidad que no ha visto emerger un imaginario mejor que implique, haga soñar y trabajar a la población con la orientación de afanes constructivos y el respaldo de la historia, de esa historia que se hace cuando se trascienden generaciones buscando un mismo fin, con una sociedad que sienta estar construyendo porvenir.

La rabia, el mal coraje mexicano que caricaturalmente se observa en los luchadores que versionan en kitsch del kitsch, a los héroes de los comics norteamericanos, (Blue Démon, Huracán Ramírez, El Santo y el Irreverente y anti célibe Hijo del Santo, Rey Misterio, Último Guerrero, Mesías, Dos Caras Jr.) la enjundia de los danzantes que pisan el cemento que cubre una tierra que no se alcanza a sentir. Mezcla fraguada que lastima con su dureza los pies ajados de cuerpos mal formados por grasas abusadas, de adeénes modificados y azúcares refinadísimas y diabeteizantes, es asunto que no ha hecho catarsis y que por tanto no ha podido conciliar. Ese es el territorio de populismos instrumentales en que se fincan afanes políticos en el país de nunca acabar.

Imagen: Internet
Imagen: Internet

Es en el México del Siglo 21, donde la liga de la historia se ha estirado al punto de ruptura cuando el coming out nacional se convierte en mandato. Ayer, en la clausura del festival cinematográfico Viva México, comentaba con la actriz principal de la película Made in Bangkok, Morgana, un personaje transexual que se práctica una reasignación de sexo y que con profunda sinceridad, transparencia y sensualidad conquista al auditorio que en el cinema Étoile Lila de París le dedicó en presencia del Embajador García López y una sala llena al límite de la seguridad, una larga ovación con el público en pie.

Una posición política -le dije-, parte de la acción mexicana en su coming out, basta de imitaciones, basta de fingir lo que no se es. México requiere dejar atrás sus querellas con la historia y resolverlas con indulgencia, con memoria desde luego, pero con afán sobre todo de sublimación.

La revuelta de las cañadas en Chiapas es la expresión postrera de la revolución 100 años después y con el corolario de las autodefensas en Michoacán. El sistema ha quedado establecido pese a que las zonas infringidas por el crimen organizado y la ley de plata o plomo siguen siendo las responsables de buena parte de la imagen el país.

Ahora, la acción en favor del país, puede ser (y está siendo) sin embargo, mas ciudadana. Asumir los acuerdos tácitos. Re aprender el discurso de la mexicanidad positiva, revisar la historia y discurrirla positivamente en el presente con afán de porvenir mejor y de certidumbre del futuro.

Orgullo para señalar que la aportación del mestizaje mexicano abona en el proyecto global de la mixidad, que la ingeniería social mexicana debe tal, que bien resuelta aporte una visión del mundo a los nuevos países receptores de migrantes.

Ondea en el Palacio Municipal de Madrid una manta de bienvenida a los refugiados, cierto, pero en los cafés del intelectualizado barrio de Chueca se sigue señalando a los sudacas. Berlín pregona su cuota mayor de recepción mientras las agrupaciones neonazis se acentúan. Diálogo, diálogos necesarios e impostergables, diálogos en México o en Londres sobre el mismo tema, en Alepo y en Bangladesh. Diálogos por la cultura humana, por el mestizaje irrestricto, encuentros por el hombre y por la mujer.

El tiempo nuevo si es de porvenir es un tiempo de conciliación en un linaje, el humano, el linaje del enriquecimiento de la especia por la vía genética. Ya en tiempos bíblicos la salida de Isaac del pueblo de sus mujeres y su suegro, es una salida con las ovejas más resistentes las híbridas, las mezcladas. Deja detrás las blancas y puras (?) aparentemente las mas sanas. Quizá la cura, -hablen los genetistas- a muchas epidemias y males esté precisamente en la mezcla de genéticas que hagan de la humana, una raza mas resistente.

El Día de la Raza si, pero es día de la humanidad conciliada también y en efecto, que por nuestra Raza hable el espíritu.

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