Disciplina partidaria

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La disciplina es consustancial

al ejercicio del poder.

El autor.

A lo largo de la Historia, el poder público ha sido resultado de la organización de las élites: militar, intelectual, económica, religiosa. científica, tecnológica e institucional. Estos diferentes tipos de dominio entremezclados han sido producto de la “Disciplina” que cada grupo ha sido capaz de definir, reglamentar y regular para sí mismo y los otros, en el esfuerzo de gobernar a las mayorías.

La Disciplina exige cumplir requisitos de pertenencia, identidad, orden, actividades personales y colectivas, actitudes y aptitudes; ha de contribuir a movilizar y modificar conductas sin romper principios, de esta forma ayuda a adaptarse sin destruir, precisamente para permanecer.

A partir del siglo XIX, los partidos políticos se inscriben en nuestra narrativa socioeconómica y política, como instituciones idóneas para garantizar una vía racional y pacífica de acceso al poder, y mantenerlo, de tal manera que evidentemente sea socialmente productiva. Los partidos políticos deben y pueden acudir siempre a sus orígenes, tradiciones, costumbres, etc. con el fin de actualizar sus reglas y transformar sus quehaceres; si no lo hicieren así, se perderían en el camino, confundirían al electorado y perderían su legitimidad, y hasta el poder, su verdadera razón de ser.

En México, las distintas reformas políticas que se han sucedido desde 1929, han derivado en la transición de un sistema cerrado de partido dominante o hegemónico (PRI), a otro abierto y competitivo, con normas constitucionales y legales que garantizan una institucionalización de la lucha política. Tan es así que actualmente contamos con una pluralidad de nueve partidos nacionales, más algunos locales y representantes independientes, que comparten el poder Municipal, Estatal, y Federal.

A menos de cien años de la creación del Partido Nacional Revolucionario (PNR), la transformación ha sido cualitativa y cuantitativamente enriquecedora de nuestra frágil democracia. Este desarrollo de luces y sombras, invita a reflexionar sobre la importancia de la disciplina partidaria.

Desde un ángulo positivo, son tres los incentivos que motivan a asumir una disciplina política dentro de un partido: la posibilidad de participar del poder público; la representación legal y legítima para actuar por uno mismo y por los demás, y el reconocimiento social por las tareas realizadas. Desde el punto de vista negativo, el impulso radica en la posibilidad de ejercer arbitrariamente un cargo público, de enriquecerse impunemente, o simplemente de contar con una influencia que en lo personal no se tendría.

Pero tratemos de dilucidar acerca de la utilidad de la disciplina partidaria para nutrir al sistema de equilibrios, particularmente si la observamos en tres ámbitos:

Para el gobierno, significa ejercer la autoridad con conocimiento de causa y mística de servicio apegado a la Ley. La ciudadanía espera un desempeño eficaz, transparente, con cuentas claras, eficiente y congruente con las demandas y necesidades. Estamos hablando de una profesionalización en el ejercicio del poder, con responsabilidad en el liderazgo, resultado de haber comprendido el qué y el porqué de los marcos de actuación establecidos en el propio partido político y aderezados con una formación y capacitación sobre la Rés Pública traducidos para adecuar la marcha de la administración, la legislación y la impartición de justicia; la militancia no consiste en pasar lista o levantar la mano, es un proceso de aprendizaje sobre el fondo y la forma de gobernar con lucidez y honradez.

Para la gobernabilidad implica negociar y consensuar con los factores del poder, lo cual requiere de diversas capacidades adquiridas en forma disciplinada dentro del partido y en el contexto social, como las de saber informarse e informar, argumentar, comunicar, convencer y ceder, y también, presionar y exigir dentro del Estado de Derecho.

Para la gobernanza la disciplina se conforma como parte de una cultura cívica y política de la sociedad, de una ciudadanía con responsabilidad compartida y solidaria. A ello podrían contribuir con éxito los partidos a través de las campañas electorales, la divulgación de ideas y principios, así como la organización de tareas de capacitación cívica a la sociedad.

En el entorno actual: ¿qué nos ofrecen los partidos en cuanto a Disciplina?

La disciplina en el PRI es tradicional; parte de la indisoluble liga entre el gobierno y su partido: cuando están en el poder constituyen uno sólo. Por ello, la decisión respecto del candidato a sucederlo corresponde al Presidente, una vez que teóricamente éste ha sopesado las características de sus colaboradores, de la opinión de las fuerzas internas y la percepción de la sociedad. No hay que olvidar que en las ocasiones en que el PRI intentó una competencia interna, quedó dolido y fracturado (en 2000 y en 2006 perdió la presidencia).

Esta férrea disciplina priista vive momentos álgidos dada la situación de pobreza, desigualdad, violencia y corrupción en la que estamos inmersos, material altamente explosivo para sus críticos.

Por lo que respecta a MORENA, su disciplina descansa en una sola voz y ante el desacuerdo se configura la imposición, se inventa una encuesta, se acude al azar, o de plano se ignora a la disidencia interna y sistemáticamente se insulta a quienes le disputan el poder constitucional.

Ante las condiciones actuales de la competencia y la lucha por la dirigencia interna, la rígida tradición doctrinaria en el PAN, se ha resquebrajado, la disciplina salió de vacaciones y varios de sus dirigentes y militantes se han manifestado a favor del pre-candidato del PRI: ¡hágame el favor!

En el PRD, la disciplina ha sido y es tribal; el consenso obedece a intereses personales, de grupo y regionales; la disciplina está sometida a una constante presión para alcanzar acuerdos mínimos de convivencia, lo cual se demuestra con las desbandadas de representantes de importancia nacional, e inclusive, al someter sus decisiones de liderazgo doméstico a los órganos de justicia electoral.

De los demás partidos se podría decir que su principal impulso disciplinario es el oportunismo al cuidar el registro y sus prerrogativas, mediante alianzas electorales o débiles coaliciones de gobierno.

En síntesis, este mosaico disciplinario, podría ayudarnos a discernir acerca de las fortalezas y debilidades de cada partido en las elecciones de 2018.

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Dr. Rogelio Ríos González

Estimado Dr. Castelazo un gusto seguir disfrutando de su gran visión política en un momento como el actual, donde los límites de la disciplina de partido, se pondrán a prueba sobretodo en el PRI, para quedar como una práctica antigua en desuso por su falta de efectividad real o como la estrategia de fuerza de un partido poderoso. Sea cual sea el resultado, me parece que una disciplina bien administrada en sus fines y en sus medios, es indispensable para alcanzar resultados colectivos sanos que se traduzcan en armonía social. Lo importante como siempre es aprender lo que resulte útil de nuestro pasado. Un abrazo desde la Secretaría de Educación en Jalisco.

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