El duelo

Lectura: 4 minutos

En memoria de Salvador Arriola García.

Todos, en alguna etapa de nuestra vida, habremos de sufrir la pérdida de un ser querido. Es una experiencia que experimentaremos, casi con tanta certeza, como nuestra propia muerte.

Por eso, vale la pena conocer al menos lo básico sobre cómo enfrentar el duelo, ya sea para nosotros mismos o para consolar y guiar a un ser querido cercano que está experimentando una pérdida.

El duelo es un proceso que culmina con la aceptación de la pérdida, momento en el cual nos reencontramos con nuestro ser querido en nuestro interior.

Si bien es cierto que hay una carga cultural muy fuerte en torno a las pérdidas de un ser querido, no todos los comportamientos a los que nos induce la tradición son el mejor camino a seguir.

Hay ocasiones en que tenemos que desmantelar las creencias aprendidas y no reflexionadas para dar paso a una adecuada gestión del duelo. Entender que podemos continuar en la vida más fortalecidos y más plenamente humanos como consecuencia de esta dura experiencia.

Es un hecho que el sufrimiento tiene una poderosa capacidad transformadora, misma que bien canalizada nos puede ayudar a mantenernos enteros y ser mejores personas.

¿Cómo vivir el duelo?

La elaboración del duelo de una pérdida es un proceso largo, lento y doloroso, cuya magnitud dependerá de la dimensión de lo perdido y de las características particulares de cada doliente. El duelo busca armonizar nuestra situación interna frente a una nueva realidad externa.

Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que ha dejado la pérdida de lo que ya no está, valorar su importancia y experimentar el sufrimiento y la frustración que implica su ausencia.

El duelo termina cuando somos capaces de recordar lo perdido sintiendo poco o ningún dolor, cuando hemos aprendido a vivir sin aquel que ya no está, cuando hemos dejado de vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra energía en el presente.

Do’s & Don’ts en las pérdidas

Lo que debemos hacer:

  • Abrir las puertas de la comunicación. Si no sabe qué decir, pregunte: “¿Cómo está hoy?” o “he estado pensando en ti, ¿cómo te está yendo?”.
  • Escuchar un 80% del tiempo y hablar un 20%. Hay muy pocas personas que se tomen el tiempo necesario para escuchar las preocupaciones más profundas de otro individuo. Sea una de ellas. Tanto usted como la persona que ha sufrido la pérdida pueden aprender cosas en el proceso.
  • Ofrecer ayudas concretas y tomar la iniciativa de llamar a la otra persona. Si, además, respetamos la intimidad del superviviente, éste valorará nuestra ayuda concreta con las tareas de la vida cotidiana.
  • Esperar “momentos difíciles” en el futuro, con intentos activos de afrontar sentimientos y decisiones difíciles durante los meses que siguen a la pérdida.
  • “Estar ahí”, acompañando a la persona. Hay pocas normas para ayudar, aparte de la autenticidad y el cuidado.
  • Hablar de nuestras propias pérdidas y de cómo nos adaptamos a ellas. Aunque es posible que esa persona tenga un estilo de afrontamiento diferente al nuestro, éste tipo de revelaciones pueden servirle de ayuda.
  • Entablar un contacto físico adecuado, poniendo el brazo sobre el hombro del otro o dándole un abrazo cuando faltan palabras. Aprenda a sentirse cómodo con el silencio compartido, en lugar de parlotear intentando animar a la persona.
  • Ser paciente con la historia de la persona que ha sufrido la pérdida y permitirle compartir sus recuerdos del ser querido. Esto fomenta una continuidad saludable en la orientación de la persona a un futuro que ha quedado transformado por la pérdida”.

abrazo duelo

Lo que no debemos hacer:

  • Obligar a la persona que ha sufrido la pérdida a asumir un papel, diciendo: “Lo estás haciendo muy bien”. Debemos dejar que la persona tenga sentimientos perturbadores sin tener la sensación de que nos está defraudando.
  • Decirle a la persona que ha sufrido la pérdida lo que “tiene” que hacer. En el mejor de los casos, esto refuerza la sensación de incapacidad de la persona y, en el peor, nuestro consejo puede ser contraproducente.
  • Decir: “Llámame si necesitas algo”. Este tipo de ofrecimientos indefinidos suele declinarse, y la persona que ha sufrido la pérdida capta la idea de que nuestro deseo implícito es que no se ponga en contacto con nosotros.
  • Sugerir que el tiempo cura todas las heridas. Las heridas de pérdidas no se curan nunca por completo y el trabajo de duelo es más activo de lo que sugiere esta frase.
  • Hacer que sean otros quienes presten la ayuda. Nuestra presencia y preocupación personal es lo que marca la diferencia.
  • Decir: “Sé cómo te sientes”. Cada persona experimenta su dolor de una manera única, por lo que lo mejor que podemos hacer es invitar al afectado a compartir sus sentimientos, en lugar de dar por supuesto que los conocemos.
  • Utilizar frases hechas de consuelo, como: “Los caminos del Señor son insondables”. Esto sólo convence a la persona de que no nos preocupamos lo suficiente por entenderla.
  • Intentar que la persona se dé prisa en superar su dolor, animándola a ocupar su tiempo, a regalar las posesiones del difunto, etc. El trabajo de duelo requiere tiempo y paciencia y no puede hacerse en un plazo de tiempo fijo.

Finalmente, es importante entender que lo central es salir de esta sensación de dolor, de pérdida, junto con todos los temores y limitantes que implica, lo más pronto posible. Retomar nuestra vida generando nuevos objetivos o continuando con las actividades que ya teníamos previas a la pérdida.

Debemos entender que las pérdidas son inherentes a la vida, pero ésta ni acaba ni se detiene por estas amargas experiencias. Si entendemos esto, habremos comprendido que la pérdida es un reto más para seguir creciendo, superarse como seres humanos y, de esta manera, enfocar nuestra energía a… Vivir con Sentido.

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Martha García Y Baca

Muy útil para comprender un poco más las pérdidas de un ser querido

Roberto Arriola García

Unos cuantos tips para navegar en el océano del dolor.

Ma. Elena Rico

Muy buen artículo. Nos hace profundizar, aprender, comprender y entender a quien está pasando por el duelo de un ser querido.

Roberto Arriola García

Es un inevitable proceso para el cual no preparan poco o nada. Así que no sobran un par de consejos provenientes de los expertos.

Mario Alberto

Retirarse, esconderse por un momento, es compartir involuntariamente, pero para bien, la sospecha a los misterios y confines del amor, es alargar el cariño en el tiempo y acortarlo a la intimidad del encuentro con uno mismo.

Dedicado al sentimiento de mi amigo

Roberto Arriola García

Gracias Mario. Aprecio tu sensibilidad.

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