El influyentismo

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Destituir al Procurador Federal del Consumidor me parece único exceso a menos que este haya tenido injerencia en la vanidosa y prepotente actitud de su hija al mandar a cerrar un restaurante porque no le dieron la mesa que quería. Por otra parte la destitución deja muy claro que el Gobierno del Presidente Peña, no va a permitir este tipo de excesos y ojalá que, vengan de quien vengan, el mensaje enviado a los servidores públicos resulta de la mayor importancia y atiende uno de los mayores problemas de nuestro país donde precisamente el despotismo y la prepotencia que traen aparejada cuando los funcionarios no tienen la madurez suficiente, como para entender que sirven a la sociedad y no se sirven de ella.

 

Por otra parte la credibilidad de la PROFECO, ya estaba bastante disminuida. Humberto Benítez no tenía el tamaño que tuvieron Fernando Lerdo de Tejada o Roberto Campa Cifrian. Cuantas veces nos quejamos de malos servicios y no pasa nada; el caso de Telmex y Telcel es probablemente el mejor de los ejemplos: pactan multas a sabiendas que se seguirán cometiendo los mismos atropellos. La PROFECO tiene la responsabilidad también que las gasolineras vendan litros de a litro y esto sencillamente no sucede. Yo no conozco ninguna gasolinera que no haga trampa en la venta de combustible.

 

Existen otras dependencias que también defienden supuestamente, los intereses del público consumidor, como la COMISIÓN NACIONAL PARA LA PROTECCIÓN Y DEFENSA DE LOS USUARIOS DE SERVICIOS FINANCIEROS, la CONDUSEF, que tampoco ha logrado que los bancos dejen de hacer de las suyas, cobrado por tarjetas de crédito que nunca fueron solicitadas por los clientes y permitiendo que el Buró de Crédito tenga más deudores que nunca antes.

 

Lo que México requiere es un sistema en dónde se protejan los derechos de los ciudadanos en todos los ámbitos, no sólo en las dos dependencias mencionadas anteriormente. Si vemos nuestro sistema de justicia, es vergonzoso que se siga llamando así. Son muchos los procuradores del país que atienden a solicitudes de sus gobernadores en virtud de rencillas personales o bien de personajes influyentes que acuden a estos para lograr juicios a modo y no juicios justos. Los ministerios públicos en muchísimos casos son parte del problema.

 

Cuando hablamos de extorsiones de la delincuencia organizada, olvidamos la cantidad de funcionarios de sistema de “justicia” incluyendo a policías que extorsionan a diario a los ciudadanos. Un caso reciente en el que me trataron de extorsionar fue tanto la Policía Federal como las casetas fitosanitarias en el Estado de Guanajuato: en ambos casos pidieron documentos que no eran necesarios con la amenaza de mandar un trailer con caballos al corralón, con los consabidos problemas que esto acarrearía a los animales. Afortunadamente estando dispuesto a denunciar, me hicieron el “favor” de dejarme ir, pero cuanta gente está dispuesta a denunciar y luego a sufrir las consecuencias?

 

El mensaje del Presidente Peña, tiene que llegar a todos los niveles, pero con el mensaje tienen que llegar también mejores condiciones para los funcionarios: mejores sueldos y una capacitación que incluya el respeto por la ciudadanía; es decir mística de servicio.

 

Vivimos en el país del influyentismo y eso se debe a la falta de institucionalidad.

 

Lo de Lady PROFECO me parece que puede ser una buena señal; sólo espero que todos la vean y que todos actúen en consecuencia. Ahora bien, a esta muchachita grosera y mal educada, el ex procurador tendrá que sancionarla severamente, que se pase por lo menos un mes sin salir a restaurantes y aunque lo digo con ironía, la mala educación de los padres muchas veces es la causa de la falta de civilidad de los ciudadanos. Alguna vez mis hijos me preguntaron: ya que tu eres ( cuando era) Presidente del Consejo Ciudadano y que ayudaste a Manuel Mondragón a crear los alcoholímetros, si un día nos quieren mandar al torito, qué harías? Y mi respuesta fue, no haría nada por sacarlos! Si los padres educáramos a nuestros hijos correctamente y esto incluye el buen ejemplo, tendríamos un mejor país.

 

El influyentismo atenta en contra de los valores sociales y es una muestra de inmadurez nacional.

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