El silencio de Peña Nieto

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Era tradición en el régimen hegemónico priista que los presidentes guardaran silencio al concluir su mandato. Después del 68, en que la lucha estudiantil rasgó la hasta entonces intocable investidura presidencial, las cosas cambiaron. Fue el propio expresidente Gustavo Díaz Ordaz quien en su desacuerdo con la política “izquierdista” del presidente Luis Echeverría Álvarez, rompió esta regla de oro en la política mexicana en su encargo de Embajador en España, cuando después de ser operado de sus ojos, declaró que “seguía viendo dos presidentes”.  José López Portillo, su sucesor, quien envió como embajador a su antecesor a las Islas Fiyi, colonia ex británica en la lejana Oceanía, que resultaba un menosprecio a su amigo de toda la vida, hizo publicar la famosa frase de “También tú, Luis”, en los todavía sumisos medios de comunicación, principalmente la prensa, que ahondó el rompimiento del compromiso del “elegido por el PRI” como candidato presidencial, bautizado popularmente como el dedazo.

El expresidente Miguel de la Madrid, no se quedó atrás y declaró públicamente que su designado, Carlos Salinas de Gortari, se había robado la partida secreta presidencial, quien optó por presionarlo para decir por escrito, que no estaba en pleno uso de sus facultades mentales, para acallar el escándalo. En ello intervino directamente Emilio Gamboa Patrón, en ese tiempo jefe de la bancada del PRI en la Cámara de Diputados, quien había sido secretario particular del primero y secretario de Comunicaciones del segundo. Ernesto Zedillo tuvo un encontronazo con el propio Salinas de Gortari que le valió a éste el autoexilio en la Habana y Dublín, de donde regresó al triunfo del presidente Vicente Fox, y cogobernó el país, recuperando una importante tajada del pastel del poder político y económico.

presidentes de México
Imagen: Twitter @ben_leshem.

Enrique Peña Nieto, no sólo respetó el sexenio calderonista, sino que continuó sus iniciativas, fundamentalmente en materia educativa y petrolera, y logró el Pacto por México, con los dirigentes panistas y perredistas, que mantuvo al PAN a flote y hundió a una izquierda maltrecha y dividida, casi atomizada por sus llamadas tribus, que perdieron su exiguo capital político, olvidando que izquierda que transa, no avanza. Para Peña Nieto significó un triunfo espectacular, aunque efímero, pues la aplastante victoria de Andrés Manuel el 1º de julio de 2018, desinfló al PRD y dividió al panismo, con el surgimiento de Movimiento Regeneración Nacional que logró la hazaña, en sólo cinco años, de hacerse del Poder Ejecutivo y obtener mayoría en el Poder Legislativo Federal, gubernaturas y mayorías en legislaturas estatales.

No obstante la histórica derrota electoral, Enrique Peña Nieto, al parecer, ha optado por volver al viejo estilo del silencio, mientras Fox y Calderón se desgañitan criticando a AMLO –aunque el primero ha sido apaciguado momentáneamente mediante una amenaza fiscal y  ha preferido  declararse un “muerto de hambre” por habérsele quitado su jugosa pensión–, y mientras que Felipe Calderón, relacionado con los supuestos delitos de narcotráfico cometidos por su Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, sigue con su bulla estridente y divorciado del panismo, y junto con su esposa Margarita Zavala, intentan volver al poder mediante la formación de su propio partido político.

Peña Nieto y López Obrador
Imagen: Vértigo Político.

Hay varias preguntas en el aire: ¿Hubo un “silencio pactado” con el candidato de Morena, antes de la elección federal de 2018? ¿Fueron determinantes las encuestas oficiales que apuntaban como triunfador a AMLO, para la decisión de EPN, de rendirse antes de la batalla? ¿El candidato “patito” del PRI, José Antonio Meade, ajeno a ese partido y sin oficio político alguno, sólo fue una finta en la estrategia del posible acuerdo? ¿Por qué ante el desmantelamiento de las “reformas estructurales” –educativa, fiscal y petrolera– EPN, se ha quedado callado y permanece en su glamorosa vida de galán y seductor de bellas mujeres, a pesar de la evidente corrupción en su fatal sexenio? ¿Las reuniones del hoy presidente con Peña Nieto y Meade, posteriores a las elecciones presidenciales, son parte de este entramado subterráneo? ¿Por qué el presidente declara chivo expiatorio a Rosario Robles, hoy en prisión por la llamada Estafa Maestra y no se actúa contra EPN, por éste y muchos otros actos de corrupción durante su gobierno?

Por ahora nos quedaremos con la frase de Mario Benedetti, escritor y poeta uruguayo, que apunta: “Hay pocas cosas tan ensordecedoras como el silencio”.


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