¡Entendámonos!

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El día sábado mi querido hijo Ramón, pero en este caso el muy buen aficionado, me recordó un pasaje del extraordinario libro de Manuel Chaves Nogales, autor de una de las mejores biografías taurinas y tratado para entender el toreo, cuyo título es: Juan Belmonte, matador de toros.

Manuel era sevillano, su abuelo, José María Chávez Ortiz, fue un conocido pintor de temas taurinos que realizó el primer cartel ilustrado de la Feria de Sevilla en 1878. Manuel Chaves Rey, su padre, era periodista del periódico El Liberal. Fue académico de la Real Academia de Buenas Letras de Sevilla y cronista oficial de esta ciudad. Su madre, Pilar Nogales, realizó estudios de música y era concertista de piano. Su tío, José Nogales, abogado, escritor y periodista, fue el primer director de El Liberal de Sevilla. Esto quiere decir que le venía de casta lo intelectual, en 1935 publicó su obra más famosa, una biografía sobre el mítico torero Belmonte: Juan Belmonte, matador de toros, su vida y sus hazañas.

En 1931 se convirtió en director del diario Ahora, importante periódico de aquella época e ideológicamente próximo a Manuel Azaña, de quien Chaves fue políticamente partidario. Organizó una nueva red de reporteros a escala mundial. Él mismo viajó cubriendo acontecimientos que empezaban a convulsionar el mundo. Entrevistó a Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, al que calificó en un reportaje de “ridículo e impresentable”, y advirtió de los campos de trabajo del nuevo fascismo alemán.

¿Para qué tanta letanía?, “calmantes montes, alicantes pintos”, diría un dicho mexicano.

Reproduzco lo que redactó Manuel, de una deducción de Juan Belmonte sobre el porvenir de la lidia: A mi juicio, no hay más que dos salidas: o el público sigue siendo partidario de las corridas vistosas y la lidia afiligranada, exacta e igual a la que ha llegado, o hay que volver atrás, dar armas al enemigo, acumular dificultades en el toro en vez de quitárselas. Pongámonos a lidiar toros viejos, resabiados, broncos, ilidiables. La fiesta quizá vuelva a encender así los antiguos apasionamientos; pero entonces, ¡adiós a la torería actual!, ¡adiós a la filigrana y la maravilla del toreo!, ¡volveremos a los tiempos en que se cazaba al toro como buenamente se podía!

Y es que o somos más claros en nuestro lenguaje o perdemos a todo mundo con nuestras afirmaciones que confunden al unísono; casta, raza y bravura. En mi opinión y para no hacernos bolas, la raza es la de Bos Taurus que le corresponde como bovino al toro de lidia; la casta es en ascendencia y descendencia los caracteres de los individuos, en este caso los toros de lidia y luego entonces la bravura es el comportamiento que va desde la absoluta mansedumbre hasta la fiereza impredecible.

Por ello la corrida del domingo 19 de noviembre de 2017 de Teófilo Gómez que se lidió en la Plaza México para inaugurar la Temporada Grande la calificó de bravura en un grado bajo de acometividad y codicia en las embestidas, a lo que me di calificar de light.

Pero ojo, bravura al fin y al cabo, que permitió con su gran nobleza, que el torero madrileño Julián López El Juli pleno de sapiencia, se relajará para interpretar el toreo, con gran plasticidad y preciosismo, con filigrana como diría Belmonte y que compensó la gran entrada que provocó en La México, en especial en el segundo de su lote, Rebujito, en el que entre otros pases, los naturales fueron de campeonato.

A Joselito Adame le fue complejo remontar la cuesta de un público duro con él desde el paseíllo y sólo por momentos, en especial cuando colocó tres grandes pares de banderillas se le entregó, lo demás fue exigirle cuando la materia prima no necesariamente era propicia.

Cada quien tiene un prisma y por lo tanto lejos estoy de querer tener razón en lo que escribo, pero agradezco a Ramón Carazo Canto, que me haya abierto la brecha para tratar de explicar, sin convertirme en juez flamígero, lo que tanto disfrutamos.

Que la temporada siga viento en popa, para bien incluso de aquellos que claman por un comportamiento de un toro que hace más de un siglo ya no existe, porque hoy en día todos los ganaderos de toros de lidia, con diferentes matices en el mundo buscan que sus toros propicien armonía, para gestar belleza y no una confrontación de guerra, que de cuando en cuando es necesaria pero no es la constante, que quede claro.

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