El lunes 6 de marzo de 2017 falleció Jesús Silva Herzog Flores, una de las figuras políticas más brillantes y destacadas del último cuarto del siglo XX.
Jesús Silva Herzog Flores fue un destacado economista, diplomático y estudioso de la problemática de México. Fue sobre todo un servidor público de excelencia. Estudió Economía en la UNAM y se formó profesionalmente en el Banco de México. Obtuvo una Maestría en Economía en la Universidad de Yale y siendo aún muy joven tuvo una muy destacada trayectoria en el Banco Central. Al inicio del gobierno de Echeverría, en diciembre de 1970 fue designado Director General de Crédito de la Secretaría de Hacienda y dos años más tarde fue el Director fundador del INFONAVIT, hasta el cambio de gobierno en 1976.
Durante el gobierno de José López Portillo volvió al Banco de México y más tarde nuevamente a la Secretaría de Hacienda otra vez como Director General de Crédito, Subsecretario y al final de ese gobierno como Secretario de Hacienda, en el conflictivo y turbulento año de 1982, en el contexto de la drástica baja del precio del petróleo, la crisis de la deuda externa y las decisiones del entonces presidente de la nacionalización de la Banca y el establecimiento del control de cambios.
Fue Secretario de Hacienda en el gobierno de Miguel de la Madrid hasta junio de 1986. Durante ese periodo tuvo la responsabilidad de conducir la severa crisis financiera por la que atravesó el país, la más importante del México moderno hasta ese momento. La fuerte presencia política de Silva Herzog terminó confrontándolo con el propio Presidente de la Madrid. Al salir del gobierno realizó vida académica a nivel internacional, por su enorme prestigio en los medios financieros derivado de haber sido un protagonista de primera línea de la crisis financiera internacional de la primera parte de los años ochenta.
Más tarde fue Director General del CEMLA (Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos). En el gobierno de Carlos Salinas, su antiguo rival político, fue Embajador de México en España, durante el gobierno de Felipe González. Hacia el final de la gestión de Salinas fue titular de la Secretaría de Turismo. Al inicio de la administración de Ernesto Zedillo fue Embajador de México en los Estados Unidos durante el gobierno de Bill Clinton. Más tarde fue candidato a Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal, en el año 2000 que significó la alternancia electoral en la Presidencia de la República. Como se decía entonces de la candidatura de Silva Herzog: “Buen producto, pero mala marca”.
Tres de los momentos más importantes de la vida pública de Silva Herzog fueron la fundación y estructuración del INFONAVIT, periodo en el cual tuvo que enfrentar a poderosos intereses corporativos; su gestión como titular de la Secretaría de Hacienda, desde los últimos meses del gobierno de López Portillo y durante los primeros cuatro años del gobierno de Miguel de la Madrid, periodo en el que además de tener que resolver la problemática derivada de la desastrosa nacionalización bancaria le tocó el cambio de gobierno, instrumentar los programas de ajuste económico, la negociación de la deuda con los organismos financieros internacionales y la banca privada extranjera; el terremoto de 1985 y sus graves secuelas económicas y el nuevo desplome de los precios internacionales del petróleo en 1986. A su salida del gobierno de Miguel de la Madrid, fue objeto de un irracional linchamiento político por parte del gobierno al que sirvió. En sus apuntes autobiográficos “A la distancia. Recuerdos y Testimonios”, cita a Stefan Zweig “Sólo quien ha conocido el ascenso y la caída, sólo éste ha vivido de verdad”. Durante su también brillante gestión como Embajador en Estados Unidos le tocó una difícil época derivada de la crisis de diciembre de 1994.
En el balance general de su gestión destaca la habilidad y responsabilidad de Silva Herzog en el manejo de la crisis de la deuda externa que vivió México en la primera mitad de los años ochenta, lo cual le generó un amplio reconocimiento internacional.
La trascendencia de Silva Herzog radica en que fue un servidor público altamente capacitado en el manejo de las finanzas públicas, pero que distó mucho de ser un simple tecnócrata, ya que tenía un profundo conocimiento del país y de su historia. De igual forma, porque siempre actuó con un enorme sentido social, con ética, honestidad, seriedad y sobre todo con un gran respeto y un profundo amor a México. Al final de su vida fue un agudo analista de la problemática del país y de sus perspectivas.