Kraus, el médico filósofo. Reseña del libro “La morada infinita”

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La morada infinita, es un libro que como en su propia portada dice, es de lectura obligada para “entender la vida y pensar la muerte”.

En este texto, el autor Arnoldo Kraus parte de un principio fundamental, la autonomía de la voluntad. Para Kraus la vida –mi vida– es mía, y por ende puedo disponer de la misma, particularmente cuando las condiciones en que vivo no me parecen dignas.

Esta autonomía se basa en lo que el autor denomina “nuestra compañera perene”, la conciencia, elemento fundamental al momento de tomar decisiones que nos atañen de manera personalísima. Me queda claro que para Kraus el debate se ubica entre calidad de vida versus calidad de muerte, ya que nacer y morir es una condición natural e incluso necesaria para la subsistencia del planeta mismo.

Comparto con el autor respecto de esa absurda pretensión de reproducción ilimitada, reproducción sin muerte es imposible. Esta fantasía es absurda ya que “la muerte, siempre está agazapada entre nosotros”.

Para Arnoldo, la autonomía de la voluntad debería ser irrestricta en principio, y sus únicas limitantes deberían ser: no afectar los intereses de terceros. Así pues, en este contexto, disponer de la vida –de mi vida– tendría que ser un asunto que atañe únicamente a cada uno de los individuos en lo personal.

falsa autonomia
Ilustración: Neil Webb.

Sin embargo, el Derecho –siempre complejo e intrincado– inventó un concepto que siempre tendrá manipulaciones ideológicas y que se contrapone al concepto de autonomía de la voluntad. Ese concepto es lo que los abogados denominamos “orden público”.

Desde la perspectiva jurídica, el orden público se convierte en un elemento que autoriza restringir la autonomía de la voluntad de los ciudadanos.

En ese sentido, se parte del supuesto que sólo pueden renunciarse los derechos privados que no afecten directamente a dicho orden o interés público, y esto sólo es posible cuando la renuncia, además, no perjudica derechos de terceros.

Entre los más evidentes derechos irrenunciables podríamos mencionar los siguientes: Derecho a la vida, a la igualdad, a la no esclavitud, a pensar, a la integridad física y a la seguridad jurídica, entre otros.

Y es precisamente bajo este argumento que, temas relacionados con la vida, siempre serán objeto de debate.

Para el autor, la medicina ha cambiado radicalmente y esto es así a partir del uso y –en muchos casos abuso–de las tecnologías, el exceso de trabajo de los médicos que laboran en las grandes instituciones de salud y por la “nociva intervención de los abogados”.

Esta última frase del autor del libro resulta lapidaria por tres cosas: el abuso del derecho por parte de abogados, despachos jurídicos y jueces, la ignorancia de los médicos respecto del derecho, y la absoluta falta de comunicación entre ambas profesiones.

En los hechos tenemos un exceso de legislación, México es un país sobre-regulado. Para un médico, lo lógico es que temas como reproducción asistida, deben estar regulados desde la legislación sanitaria. Sin embargo, para el abogado tradicional, es muy probable que opine en oposición y crea que estos temas son –predominantemente– de incidencia familiar, por lo que deben regularse desde el derecho civil. Esto demuestra nuevamente que algo estamos haciendo mal, tanto médicos como abogados, pues la “multidisciplinariedad” de las ciencias, simple y llanamente no se da.

En el texto queda en evidencia el problema de la fuerte incidencia de la religión católica en la regulación jurídica –e incluso extra jurídica– de nuestro país, en temas relacionados con la vida.

No es fácil ser hombres libres y liberarnos de atavismos como la religión, siempre será más fácil ser dócil y seguir al mecías, que aceptar nuestra humanidad y con ello nuestra responsabilidad ante la vida. Así pues, entre las creencias mágicas y el orden público, es fácil, como bien lo señala el autor, “expropiar la conciencia”.

voluntad y autonomia
Ilustración: Jose David Morales.

Kraus habla de la autonomía y empoderamiento de los pacientes, a mí me gustaría hablar de la autonomía y el empoderamiento del ciudadano. Pero quizá ambos estamos perdidos, en el caso de Arnoldo porque los pacientes –particularmente viejos o terminales– están en un muy mal momento para empoderarse. Y en mi caso, porque dudo que más allá del Estado, el sistema, permita a los ciudadanos dicho empoderamiento.

En la actualidad el “ser social” vive y goza de la inmediatez, es poseedor de grandes apetitos externos, pero como bien lo señala el autor, “está yermo de inquietudes internas, vacío de aspiraciones, de autodeterminación”.

Por último, me parece, mi querido Kraus, que al médico se le educa para ser “paternalista” y no para promover la autonomía. Abundan médicos que con orgullo creen que lo suyo es una cruzada contra la muerte, no entienden que –como tú también lo señalas– están equivocados. La obligación del médico es con su paciente, no con la muerte, aunque vea a ésta como un rival a vencer –y, por cierto, nunca logrará–.

Dices que el bien morir es una de tus obsesiones, lo cual comparto y aplaudo, pero bien morir implica bien vivir, y no todas las personas estamos conscientes de ello.

En fin, para todos aquellos que deseen leer un texto inteligente y comprometido con el tema del final de la vida, La morada infinita. Entender la vida, pensar la muerte, es un libro que seguramente sabrán apreciar.


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