La creciente desigualdad en la distribución del ingreso: ¿Riesgo social y político?

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A raíz de la crisis económica y financiera ha resurgido entre los economistas el tema de la desigualdad en la distribución del ingreso y el análisis de sus consecuencias.  Tal interés ha recorrido el largo camino de la academia y la difusión pública general, hasta llegar a los mismos organismos financieros internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI).  Ello en el contexto mundial de una creciente desigualdad en la distribución del ingreso observada desde los 1980´s, que ha corrido paralela a la desregulación económica y financiera y a la globalización.

Algunos economistas han considerado que el crecimiento y el progreso económico llevan necesariamente a una concentración del ingreso y que en un proceso circular ésta es indispensable para que una economía crezca  y se aliente la innovación tecnológica.  En contraste, pareciera crecer notablemente la opinión de que la agudización en la mala distribución del ingreso puede terminar teniendo un efecto negativo sobre la economía.

En los Estados Unidos (USA) el análisis se ha concentrado en la “distribución personal” del ingreso.  Los análisis relevantes más difundidos sobre los efectos adversos de la desigualdad en la distribución del ingreso han sido los de Joseph Stiglitz, Nobel de Economía 2002, y los de Paul Krugman, Nobel 2009.  Stiglitz ha concluido que la mala distribución en el ingreso en USA, agudizada en los últimos treinta años, explica por qué la recuperación económica en ese país ha sido muy lenta en relación a otras crisis.  Krugman ha señalado fuertemente que la crisis actual ha agudizado, en todo caso, la desigualdad norteamericana, en favor del 1% de la población de más altos ingresos.

Recientemente Krugman ha señalado que tal inequidad distributiva ha sido en beneficio de la población que está mayormente vinculada profesionalmente a los servicios financieros y que poseen las grandes fortunas que se reproducen vía la bolsa de valores.  En esta perspectiva, ha alertado que USA vive el riesgo de constituirse en una sociedad patrimonial.  Es decir, que la concentración de la riqueza, más que la distribución del ingreso en sí, es lo que explicaría la inequidad que vive la sociedad norteamericana (American Patrimony, Paul Krugman, The NYT; Mar. 24, 2014).

Tal aserto se basa en estimaciones recientes sobre el trend de la distribución de la riqueza desde 1913 en USA [The Distribution of US Wealth, Capital Income and Returns since 1913, Emmanuel Saez (UC Berkeley), Gabriel Zucman (LSE and UC Berkeley), March 2014].  De acuerdo a este análisis la concentración de la riqueza en el 0.1% de la población en 2013 fue similar a la observada en 1928 en USA, año anterior al inicio de la Gran Depresión.  Aún más, lo que se evidencia patentemente es que el mayor incremento en la concentración de la riqueza, desde 1980, se ha dado en el 0.01% de la población más rica.  Por lo que coloquialmente es posible decir que si bien los ricos que integran el 0.1% de la población se han vueltos más ricos, los súper-millonarios que son el 0.01% de la población han visto acrecentar por encima de todos su riqueza.

De acuerdo a la posición sobre la economía patrimonial argumentada por Krugman y el estudio aludido, es obvio que el crecimiento de la inequidad en la riqueza sólo es posible explicarla a partir de la “distribución funcional del ingreso”; es decir entre el capital y el trabajo, como factores de la producción.  Así lo reconoció, señalando el efecto negativo de la política fiscal de George W, Bush a favor del capital, pero también enfatizó el interés político de quienes propugnan por menores gravámenes al patrimonio y a las ganancias de capital (Wealth Over Work, Paul Krugman, The NYT, MARCH 23, 2014).  En relación a la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo, el Nobel de Economía exteriorizó que “Capital in the Twenty-First Century” (El capital en el Siglo Veintiuno) del economista francés Thomas Piketty, “será el libro de economía más importante del año — y probablemente de la década.

En efecto, el libro de Piketty, profesor en la Paris School of Economics, ha generado una gran atención y controversia sobre el tema de la desigualdad en la distribución del ingreso.  La magnun opus, en los términos de Krugman, fue originalmente publicada en francés en el último trimestre de 2013 y apareció traducida en inglés en marzo de 2014.  De acuerdo al autor los “países modernos y en proceso de modernización ambos confrontan un dilema: los empresarios han venido a ser crecientemente dominantes sobre aquellos que sólo poseen su propio trabajo”.

De acuerdo al análisis histórico de Piketty, sustentado en una copiosa base de datos, mientras las economías emergentes pueden en el corto plazo derrotar esta lógica, en el largo plazo “cuando los que establecen el pago imponen su propio pago, no hay límite”, al menos que “tasas confiscatorias de impuestos sean obligatorias”.  Por lo que derrotar al capital por parte del trabajo resulta en el largo plazo imposible.  (Capitalism vs. Democracy, Thomas B. Edsall, The NYT; JAN. 28, 2014).

La posición tan determinante del Profesor francés queda sustentada en el contraste entre la tasa histórica de retorno del capital y la tasa de crecimiento del producto mundial.  Por lo que en toda lógica la participación del trabajo en los frutos de la producción mundial han sido decrecientes.

Gráfica 1

Tasa-pura-de-retorno-del-capital

Tasa pura de retorno del capital (r) y tasa de crecimiento (g) del producto mundial

La mayor tasa de crecimiento del retorno del capital sobre la tasa del producto mundial, según Piketty, sólo se revirtió durante el siglo XX, especialmente después de la primera guerra mundial, lo que permaneció hasta el inicio de los 1970´s, situación que estima irrepetible.  Ya en el siglo XXI, una vez más, se volvió al trend histórico en favor del capital.  Hay varios argumentos del autor para explicar la excepción histórica del siglo XX.  Obviamente las guerras y la gran depresión son los argumentos que explican las seis décadas de mayor equidad mundial en la distribución del ingreso.

Pero también, sucintamente explicado, el importante rol del gobierno en la reconstrucción y su tratamiento de los problemas económicos y la importancia de los trabajadores y de sus organizaciones son fundamentales para explicar el siglo veinte, en el que la pérdida de credibilidad y aceptación social del capital fue extensiva en los países capitalistas.  De esta manera para los políticos, aun conservadores, fueron necesarias las políticas sociales de protección al trabajo y a la ciudadanía.

Son los argumentos explicativos de Piketty los que han generado la controversia sobre su posición, más que la descripción de los hechos que los datos evidencian.  Enfatiza que la dinámica inherente al capitalismo desata fuerzas que amenazan a las sociedades democráticas.  Así, la opinión de Piketty puede despertar en algunos economistas un olor a naftalina y de reminiscencia del marxismo, contraviniendo el pensamiento económico dominante.

Piketty respondió al señalamiento de que su libro recuerda preocupaciones de uno similar escrito hace 150 años, “El Capital” de Carlos Marx, y a la pregunta de qué paralelismo hay entre ellos, diciendo “Yo estoy tratando de poner la cuestión de la distribución y el estudio de los trends del largo plazo en el corazón del análisis económico.  En ese sentido, yo estoy siguiendo una tradición la cual fue iniciada por los economistas del siglo 19Th, incluyendo a David Ricardo y Karl Marx.  Una diferencia fundamental es que yo tengo una gran cantidad de datos históricos”.

A otra pregunta sobre el posible efecto de la creciente desigualdad en la distribución del ingreso, el Profesor francés dijo que la “Historia sugiere que esta clase de nivel de desigualdad no es solamente inadecuada para el crecimiento, sino que puede también llevar a la captura del proceso político por una minúscula elite de alto ingreso y alta riqueza.  Esto directamente amenaza a nuestras instituciones democráticas y valores” (Q&A: Thomas Piketty on the Wealth Divide, EDUARDO PORTER, The NYT, March 11, 2014).

La mala distribución del ingreso y de la riqueza es hoy una preocupación mundial, especialmente a la luz de los efectos redistributivos que ha generado la crisis económica y financiera y sus medidas para paliarla.  Sin embargo, su agudización se remonta hace ya varios lustros, como consecuencia del paradigma del menor rol del estado dentro de la economía.  Paradigma que terminó por definir una política económica que privilegió al capital frente al trabajo y la ciudadanía.

Únicamente con una nueva política y una economía política diferente, que ponga a la sociedad como fin y a la economía como medio, se podrá asegurar una mejor equidad y una democracia estable y progresiva.  No esperemos que el conflicto y la destrucción resuelvan el posible diferendo entre el capital y el trabajo.

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