La crisis de las élites en México

Lectura: 3 minutos

La beligerancia y extrema agresividad del Presidente Donald Trump hacia México ha tomado a las élites políticas y económicas de nuestro país completamente desprevenidas.

Desde que surgió la precandidatura de Donald Trump en el Partido Republicano e inició sus descalificaciones e injurias contra México y los mexicanos, la insolencia del ahora Presidente de los Estados Unidos ha ido en aumento.

Cada día hay una nueva acción o declaración que contradice los principios de la democracia estadounidense, que ofende los derechos y las libertades fundamentales, que violenta los valores y principios del precario orden internacional y que deteriora la cohesión social en la sociedad norteamericana.

En los últimos días, durante la visita del Secretario de Estado, Rex Tillerson y del General John Kelly, Titular del Departamento de Seguridad Interior a México, Trump a través de su cuenta de Twitter continuó enviando mensajes que ponen en entredicho los acuerdos logrados. Más tarde, en la conferencia de prensa del vocero de la Casa Blanca, se impidió la participación de algunos de los medios de comunicación más importantes de los Estados Unidos, acción sin precedentes en un país que dice defender la libertad de prensa como un elemento fundamental de su sistema político.

Pero nuevamente, el problema no es sólo Trump, sino los apoyos que tuvo para llegar a la Casa Blanca, tanto populares como corporativos. Trump no es sólo la causa de la turbulencia mundial, sino también es el efecto de un profundo malestar con la globalización y el esquema de vida contemporáneo.

Lo más paradójico es que el cuestionamiento a la modernidad y la globalización contemporánea venga desde la extrema derecha populista y no desde la izquierda que supuestamente representaría a los excluidos de los beneficios del esquema de progreso contemporáneo.

Pero ¿Qué es lo que realmente persigue Trump? Una clave puede estar en el “pensamiento” de su principal asesor, Steve Bannon, el ideólogo racista de ultraderecha que pretende demoler el “establishment” para construir un sistema autoritario, jerárquico, imperial y violento. Pretender lograr un Estados Unidos y un mundo dominado por los WASPS (blancos, anglosajones, protestantes). Un auténtico proyecto de caricatura, que desconoce las realidades y perspectivas mundiales.

La pregunta de hasta dónde quiere llegar Trump no tiene respuesta clara. Sus partidarios insisten en defender algunos aspectos de su “programa económico”, aunque éste presenta serios problemas en el mediano plazo, pero lo cierto es que sus acciones y declaraciones han exacerbado la división social en los Estados Unidos. Por todo el país se dan agresiones violentas de contenido racista y excluyente. Trump estimuló que saliera un odio reprimido en varios sectores sociales de la Unión Americana con el argumento de un nacionalismo exacerbado y el nativismo racial. Pero la preocupación sobre Trump llega a expresiones como la polémica carta enviada al New York Times por un grupo de psiquiatras y psicólogos de la Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos en la que ponen en duda su salud mental y emocional para desempeñarse como Presidente. Aún los detractores de esta carta reconocen que Trump es extremadamente conflictivo y peligroso. Es sorprendente que en un mundo en el que la comunidad internacional está comprometida en erradicar la pobreza y el hambre, detener la destrucción de la naturaleza y combatir el cambio climático y en promover la innovación científica y tecnológica, Trump esté empeñado en aumentar el gasto militar y las armas nucleares.

El cambio de actitud del gobierno de Estados Unidos y las políticas públicas que instrumentan hacia México exige una revisión por parte de nuestro país, de toda su política del desarrollo, para afrontar con éxito los retos internos y externos del país.

Debemos revisar las causas profundas de nuestra falta de crecimiento económico, la persistencia de la pobreza, el aumento de la desigualdad, la fractura del Estado de Derecho, así como la corrupción y la impunidad.

Para lograrlo debemos conocer con precisión las mega tendencias globales, así como de nuestro país sobre los principales aspectos económicos, sociales, políticos, demográficos, ambientales y culturales.

A reserva de examinar en otras contribuciones estas mega tendencias globales, es también importante revisar los objetivos que pretendemos conseguir. Un elemento a considerar son los objetivos del desarrollo sostenible que plantean las Naciones Unidas para el año 2030, que México suscribió. Entre ellas destaca: erradicar en todas sus formas la pobreza extrema; lograr la meta de “Hambre Cero”; la cobertura universal en materia de salud y bienestar; educación de calidad con acceso universal a todos los niveles; si bien se entiende que en el caso de la educación superior para quienes tengan los interese y capacidades; igualdad de género, y reducir la brecha de la desigualdad. Es también un objetivo promover el crecimiento económico y el trabajo decente, así como la inversión en infraestructura y sobre todo la innovación científica y tecnológica. De igual forma, se señala combatir los efectos del cambio climático; reducir la huella ecológica; promover la energía eficiente y no contaminante y atender el creciente problema de la escasez de agua.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x