La crisis de Venezuela

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Venezuela sufre una profunda crisis económica, política y social que ha tomado el nivel de desastre humanitario derivado principalmente del fracaso del régimen impuesto por los gobiernos de Hugo Chávez primero y de Nicolás Maduro ahora.

Hugo Chávez llegó al poder por la vía electoral en 1999, después de un intento de golpe de Estado, y gobernó hasta su muerte en 2013, ya en el contexto de una profunda crisis de su país en todos los órdenes. Durante el gobierno de su sucesor Nicolás Maduro, la crisis empeoró y también la represión, así como la supresión de las libertades y de los derechos fundamentales. De hecho, el régimen de Chávez y Maduro ha destruido la economía y la sociedad venezolana.

La llegada de Hugo Chávez al poder se dio en el contexto del fracaso del modelo económico en su país y del hartazgo de la sociedad frente a una clase política anquilosada y corrupta, pero sobre todo insensible frente a la problemática social. Se dio en una época de cambios políticos en el Cono Sur en la que en Argentina se clamaba contra la clase política con el grito de “que se vayan todos”. El resultado fue el gobierno de Néstor Kirchner primero y de Cristina Fernández después, quienes no sólo no resolvieron los problemas que criticaron, sino que además dejaron un país profundamente dividido.

Algunos años antes, un fenómeno similar sucedió en Perú cuando en 1990 triunfó en las elecciones Alberto Fujimori, presentándose como candidato de la sociedad civil, para terminar presidiendo un gobierno autoritario y corrupto, huir de su país y acabar en la cárcel procesado por corrupción y crímenes de lesa humanidad. Lo mismo sucedió en otros países en los que lograron acceder al gobierno los críticos del sistema político para después terminar gobernando de la forma en la que criticaron.

Frente a la quiebra del Estatismo autoritario y la crisis fiscal del Estado de bienestar, surgió el neoliberalismo que dinamizó la economía y la actualizó con las tendencias del mundo desarrollado. Sin embargo, en varios países de la región latinoamericana, después de casi treinta años de aplicar este esquema, los resultados han sido el bajo crecimiento económico, la persistencia de la pobreza, el aumento de la desigualdad, mayor corrupción y en muchos casos impunidad.

La región latinoamericana es ahora la de mayor desigualdad en el mundo. Frente a esta realidad, requerimos replantear el desarrollo de nuestros países. Es imposible e indeseable volver a esquemas de desarrollo de un Estado benefactor insustentable financieramente y también ya dejar de lado el “estancamiento estabilizador” que hemos aplicado desde hace casi treinta años.

Esto requiere de un serio esfuerzo intelectual, ya que lo menos deseable es persistir en la aplicación de políticas económicas que por casi tres décadas no han mostrado resultados satisfactorios en materia social, o peor aún, caer en esquemas populistas como el de Venezuela que han destruido su economía, contribuido a la desarticulación de su sociedad y oprimido con crueldad extrema a su propio pueblo.

Es entendible y justificable el enojo de amplios sectores sociales con el actual orden de cosas, de bajo crecimiento de la economía, salarios bajos, persistencia de la pobreza, incremento de la desigualdad, inseguridad pública, corrupción e impunidad. En varios de nuestros países a este panorama se suman agravios ancestrales de clase, raciales y regionales, pero la peor solución es apostar por planteamientos mágicos, simplistas que de forma irresponsable plantean el revanchismo y el subsidio generalizado de todas las actividades. El resultado es el autoritarismo, la supresión de la crítica y con ella de las libertades, la destrucción de los avances logrados y la igualdad en la miseria y en la opresión.

Es lo que está sucediendo en Venezuela, un país con una de las mayores riquezas en recursos petroleros en el mundo, donde un gobierno autoritario parece dispuesto a recurrir a todos los medios políticos y al uso de la fuerza para mantenerse en el poder, aún al precio de masacrar a su propia población y con la incapacidad del orden internacional para detener la agresión al pueblo venezolano.

Por otra parte, en un contexto global de regresión autoritaria, el triunfo de Emmanuel Macron en Francia constituye una esperanza, si bien es claro que aún le quedan enormes retos por afrontar para poder instrumentar las reformas que plantea. Lo primero es esperar los resultados de las elecciones legislativas dentro de un mes en Francia.

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