La desaceleración y los motores de la economía

Lectura: 5 minutos

 

La semana pasada fue dado a conocer oficialmente que México reduciría sus expectativas de crecimiento para 2013.  Tal anuncio fue hecho públicamente dentro de un ambiente aún de optimismo nacional e internacional sobre las perspectivas de la economía mexicana y previamente a la presentación del Plan Nacional de Desarrollo (PND), aunque posteriormente a la Reforma Financiera (RF).

 

Ante tal situación, hubo inmediatamente reacciones públicas adversas y de cautela, reconociéndose oficialmente que la desaceleración económica nacional, experimentada en el primer trimestre del año, se debía a una baja en la demanda externa.  Sorprendentemente, Enrique Peña Nieto (EPN) dijo que ante tal situación habría que echar andar el “motor” de la demanda interna, para reactivar a la economía.  Este posicionamiento de política económica marca un hito de cambio en materia de la estrategia de crecimiento de la economía nacional que sin duda habrá de marcar las acciones públicas futuras.

 

En efecto, con una actitud realista y honesta, inusual en la política nacional, Luis Videgaray, Secretario de Hacienda y Crédito Público (SHCP), declaró a la radio que el crecimiento del primer trimestre “no eran buenas noticias”.  Así, la SHCP ajustó su pronóstico de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), para este año, de 3.5 % a 3.1%.  Lo que significa una reducción de menos de medio punto, en la generación interna de bienes y servicios.

 

Sin embargo, más allá del hecho positivo que significa reconocer el entorno económico adverso para México, el ajuste de las expectativas de crecimiento pueden resultar aún muy optimistas  Por lo que hay que ser cautos y esperar que el gobierno federal tome las medidas pertinentes que atenúen el ambiente internacional desfavorable que enfrenta México y ponga énfasis estratégicamente en el motor interno de la economía.

 

La profunda pérdida de dinamismo de la economía nacional en el primer trimestre se expresa por el hecho de que en tanto en 2012 el PIB creció 4.9%, con respecto al mismo periodo del año anterior, y en este año el crecimiento, en relación a 2012, fue únicamente de 0.8%, lo cual significa una caída de cuatro puntos porcentuales.  Esto equivalente a una caída de 86%, en la dinámica en la generación de bienes y servicios del país.  Caída cuya magnitud sólo se ha observado como anuncio de una recesión nacional.

 

Estructuralmente, la desaceleración observada se dio en todas las actividades económicas, siendo más aguda en las actividades primarias secundarías y secundarías.  La pérdida de dinamismo en el sector primario significó pasar de un crecimiento trimestral anual de 6.9%, en 2012, a 2.8% en 2013.  La mayor caída fue en el sector secundario, relativo a las manufacturas, industria, energía, entre otras ramas, al pasar en 4.9% a un tasa negativa de (-) 1.5%.  Finalmente, las actividades terciarias, de servicios, entre ellos los financieros, fue de 5.3% a 1.9%.

 

Tal composición de la desaceleración de la economía evidencia el problema dicotómico que enfrenta el aparato productivo nacional.  Tal dicotomía, que no debería existir, debería evaluarse claramente por el alto riesgo que conlleva y que ahora se hace, una vez más, manifiesto.  Dicho de otra manera, como el crecimiento de la economía nacional se ha anclado en una estrategia de exportaciones del sector secundario, el sector primario ha sido descuidado, constituyendo una carga creciente de nuestras importaciones.  Al extremo que hoy somos ampliamente dependientes en materia alimentaria.

 

La contracción de las actividades primarias, relacionadas más en el motor interno de la economía, es decir la demanda interna, debe atemperarse con una clara política de producción agropecuaria y agroindustrial, máxime la creciente importación de granos, lácteos, huevo, pollo, entre otros productos básicos, que entran subsidiados al país.  Tal posibilidad es factible, si se considera que el ciclo productivo del sector primario es, en general, de corto plazo, y que la maduración de las inversiones es de mediano plazo.

 

El sector secundario se ha orientado básicamente hacia las exportaciones, al extremo que su componente nacional, es decir de producción mexicana, se ha reducido sistemáticamente a lo largo de los últimos años.  Por ello, algunos se atreven a decir que México se ha convertido en un gran maquilador, sin la más elemental estrategia de integración nacional, que le permita aprovechar las exportaciones, que se realizan especialmente al mercado norteamericano.  Estrategia en la que la pequeña y mediana empresa podría general un papel motriz, es decir de vinculación y arrates de otras empresas.

 

Fehacientemente, tal estrategia de crecimiento económico, vía las exportaciones, ha significado una devaluación sistemática interna, especialmente de los salarios, lo que ha contraído aún más la demanda interna.  A la par, esta devaluación interna ha permitido mantener estable el tiempo de cambio y atraer capitales golondrinos por las elevadas tasas reales de interés que se pagan en México.

 

El modelo de crecimiento exportador mexicano desde principios del 2000 estaba agotado, al no permitir activar la producción interna, generar más empleo y ampliar la capacidad de compra de los mexicanos.  Pero la entrada de divisas de manera extraordinaria, por el elevado precio del petróleo, permitió mantener un gasto público creciente y alentar una economía de servicios, a costa de la producción interna, especialmente la agropecuaria, agroindustrial y de derivados del petroleo.

 

Las perspectivas reales de la economía nacional no son nada halagüeñas, dado que la contracción de la demanda externa apenas comienza y el crecimiento sostenido que el precio internacional de los alimentos ha observado desde el año 2000.  A ello se agregan la caída en el volumen de nuestras exportaciones de petróleo y la creciente deuda pública federal, que ha significado un crecimiento neto anual de casi medio billón de pesos.

 

La situación desfavorable de flujos implicará la contracción del gasto, como ya lo anunció la SHCP por la caída en la recaudación impositiva, y ampliará el efecto negativo de la caída en el crecimiento económico.  Por otra parte, mantener el gasto con la generalización del IVA contraerá más el consumo nacional, como consecuencia del incremento de los precios.  Por lo que echar andar el motor interno por la vía de la producción nacional no parece ser un reto fácil de salvar.  Sin embargo, ello es posible con medidas claras de mejoramiento en la calidad del gasto y de la ampliación en el financiamiento de la producción.

 

En el primer caso, es posible activar la producción de las micro, pequeñas y medianas empresas como proveedoras del sector público, como se ha comprometido EPN.  Al mismo tiempo, es posible privilegiar el gasto público de capital, es decir la inversión, destinado a la infraestructura, a la creación de pequeñas obras de irrigación, el repoblamiento del hato ganadero y al apoyo de la producción primaria y la agroindustria.

 

En el segundo caso, un elemento básico sería que la banca de desarrollo asumiera una mayor colocación de créditos en condiciones competitivas, como fue anunciado con la reforma financiera.  Obviamente ello implicaría que la banca de fomento fuera más racional en sus prácticas crediticias y que operara en condiciones financieras de capital a crédito como lo señalan los parámetros internacionales.  Indiscutiblemente, todo ello no dará resultados espectaculares inmediatos, pero si pueden crear una perspectiva de crecimiento económico más alentadora.

 

Ante la caída del motor externo de la economía nacional y su posible agudización, por el desaceleramiento estadounidense y la zona euro en depresión económica, no queda a México más que abocarse a reactivar su motor interno de crecimiento.  Tal intención ya fue pública y oficialmente anunciada.  Lo que falta es asumir tal nueva estrategia e instrumentarla.

 

El desafío es asumirla, con voluntad y creatividad.  Los resultados económicos de 2013 y sus perspectivas dirán si fue posible pasar de las intenciones a los resultados económicos de mayor producción, productividad y empleo nacional, que tanto demanda la realidad del país.

0 0 votos
Calificación del artículo
Subscribir
Notificar a
guest
0 Comentarios
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
0
Danos tu opinión.x