La “masacre de Manchester” y el terrorismo en México

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El 22 de mayo hubo un ataque bomba en la arena Manchester durante el concierto de la artista pop Ariana Grande que dejó 22 muertos y 59 heridos adjudicado al Estado Islámico o Daesh. El autor del atentado fue Salman Abedi, quien proviene de una familia que pasó por un proceso de radicalización al punto tal que al hermano, Ismael Abedi, se le detuvo en Libia donde también pensaba realizar un atentado. Ante este acontecimiento, cabe la pregunta respecto al escaso interés de la sociedad mexicana en el tema.

En primer lugar, hay que subrayar que el terrorismo es un método,[1] es un medio para infundir miedo en la sociedad y busca llamar la atención sobre distintos temas a partir de acciones espectaculares que atraigan la atención mediática y esparzan el mensaje de terror a la sociedad. En este sentido, el impacto de un atentado terrorista depende del contexto en el que se realice, por ello en México si bien es un asunto que se atiende tanto por la academia como por las agencias responsables del Estado, no está entre los principales temas de interés colectivo.

Van dos ejemplos para ilustrar la situación del terrorismo en México, la primera es que existen células de un grupo radical de ambientalistas a nivel global llamado Individualistas Tendiendo a lo Salvaje o Grupo Indiscriminado Tendiendo a lo Salvaje (ITS/GITS) que el pasado 3 de mayo se adjudicó el asesinato de Lesby Berlín en Ciudad Universitaria y que, según ellos, han matado a otras cuatro personas entre ellos el Vice-rector del Tec de Monterrey en Chihuahua en febrero de 2016.[2]

Del asesinato de Lesby Berlín se detonó un movimiento contra los feminicidios por el desafortunado manejo del caso de las autoridades de la Ciudad de México, pero poco se habló del grupo o de las causas que supuestamente enarbola. Es decir, no tuvo el impacto buscado debido a (uno) que desafortunadamente un asesinato no es una situación que conmocione a la sociedad mexicana; y (dos) a que hay otras causas prioritarias en el imaginario colectivo, como detener el feminicidio en México, razón por la cual la Procuraduría General de la República (PGR) tiene una carpeta de investigación contra este grupo delictivo, pero lo ve como un grupo más, no como los terroristas que se autoproclaman.

Otro ejemplo es el grupo Secta Pagana de la Montaña que realizó un atentado en noviembre de 2015 con bombas caseras contra la línea 2 del Sistema Mexibús en Ecatepec, Estado de México; de ellas explotaron cuatro y otras cuatro se encontraron inactivas. De nuevo, las autoridades investigaron el caso como un acto de sabotaje no como un atentado terrorista y el grupo falló en atraer la atención pública hacia sus causas.

Desafortunadamente en México estamos acostumbrados a acciones de violencia de mucho mayor calado: asesinatos, decapitados, desaparecidos, fosas clandestinas, cuerpos mutilados y un largo etcétera son una parte cotidiana de los noticieros nacionales, razón por la cual hemos incorporado la nota roja a nuestra vida cotidiana y ampliado el margen de tolerancia a la violencia.

En conclusión, por supuesto que debemos dar seguimiento y tomar con seriedad los eventos terroristas a nivel internacional desde la academia y las instituciones estatales responsables, notablemente la Secretaría de Gobernación (SEGOB), la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y las Fuerzas Armadas y, en ese sentido, pugnar por consolidar las agencias y avanzar en esquemas de coordinación interna y cooperación internacional para atender este flagelo global que en cualquier momento puede afectar al país, cuya prosperidad depende en gran medida del flujo sostenido del comercio internacional.

Pero, sobre todo, a nivel social se debe pugnar por el fortalecimiento del sistema de procuración de justicia, puesto que hay pocos escenarios tan terroríficos como la ausencia de un Estado que regule las relaciones sociales y deje a los actores a su libre albedrío para que atiendan sus diferencias sin la presencia de la autoridad. Mientras que a nivel personal debemos recuperar la capacidad de indignación ante los eventos de violencia y no olvidar que la sociedad mexicana puede y debe salir de la zozobra por la inseguridad en la que está inmersa actualmente.

 

[1] Oscar Becerra, “Terrorismo en México: Amenaza real o imaginada”, Nexos, 6 de marzo 2017 disponible en http://seguridad.nexos.com.mx/?p=52
[2] Antonio Betancourt, “Grupo ecoterrorista: la nueva amenaza”, e-consulta, 11 mayo 2017 disponible en http://www.e-consulta.com/opinion/2017-05-11/grupo-eco-terrorista-la-nueva-amenaza
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