La mediación en México

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En momentos de tanta incertidumbre, necesitamos entrar en un diálogo nacional para crear puentes que nos permitan entendernos.

Dividir a los grupos de poder entre liberales y conservadores puede servir para explicar los motivos que nos trajeron hasta este punto de violencia y desigualdad; sin embargo, ¿qué pasa con la mayoría de nosotros que no estamos en alguno de los dos bandos, precisamente porque ni siquiera tenemos referencias de qué significa pertenecer a cada uno?

No obstante, la pregunta no es nueva. Desde que esta división se fortaleció en los tiempos de las Leyes de Reforma, tanto los liberales como los conservadores, al interior, discutían acaloradamente sobre quiénes tenían más pureza en su definición de si mismos. El propio Benito Juárez fue catalogado en varios episodios de su historia como un liberal “moderado” y los postulados de Lucas Alamán, ideólogo de lo que se llamó el conservadurismo, tampoco eran precisos sobre lo que debía ser un conservador “modelo”. Todo esto, con una población mayoritaria que solo leía (los que sabían) o comentaba el debate de quienes tomaban las decisiones del país.

Salvando las proporciones de cada época, hasta ahora la opinión de la mayoría de los mexicanos coincide en que el cambio era tan necesario como lo es hoy la pacificación y la procuración de justicia en todo el territorio nacional.

union social
Fotografía: Publimetro.

Creo que existen pocas dudas de que la corrupción, la impunidad y el capitalismo de cuates, destrozaron cada esfuerzo que se intentó para construir un auténtico Estado de Derecho. Ahora, con cierta justificación, pero también con intención de utilizar políticamente cada hecho de impacto, se exigen resultados inmediatos en seguridad, en empleo, en servicios de salud, entre muchos otros requerimientos que tenemos como sociedad.

Pero se olvida que una de las razones por las que el año pasado se decidió darle una sacudida al sistema político y económico, fue precisamente porque la política terminaba por echar a perder cualquier otra estrategia o medida que buscara reducir la descomposición que ya padecíamos.

Por ello, mantener este falso dilema sobre una mitad de mexicanos opositores y otra mitad de mexicanos apoyadores, no sirve para explicar las necesidades de la mayoría de la población y, mucho menos, resolver los enormes retos que siguen hacia adelante.

Primero, la economía mundial, de la que somos parte nos guste o no, entrará en una fase de volatilidad aún mayor si las decisiones comerciales de nuestro principal socio en el norte desembocan en una guerra tarifaria, aunque ésta sea de menor proporción a la que se esperaba hace un año.

Mexico guatemala
Fotografía: CNN.

Segundo, esa misma relación con Estados Unidos se está replanteando a diario debido a los intereses políticos (de nuevo) allá, a la cercanía de los comicios para un segundo termino presidencial y al uso electoral que se le dará a la inminente votación del T-MEC, sin descontar que también estará en la agenda el aumento migratorio desde Centroamérica a México, el cual ya provocó que el gobierno federal tome medidas restrictivas que estarían alineadas con los compromisos que se han trabajado con la administración del presidente Donald Trump.

En tercer lugar, la inversión social y en infraestructura que está por lanzar el gobierno federal deberá tener un impacto de corto plazo en diferentes aspectos del mercado interno, la seguridad y la confianza de los consumidores y empresas.

Sin embargo, estos elementos necesitan de una coordinación eficiente y de la colaboración de la ciudadanía, esa que no está involucrada en el campo de batalla de las redes sociales, pero que sí vive en un clima de violencia ‒y convivencia‒ con el crimen organizado al que sólo podremos vencer todos juntos.

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