La prohibición

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Una vez más, los toros se debaten en una crisis de subsistencia en el Distrito Federal  y hay varias cuestiones que me gustaría precisar.

Después de de pasar un año y medio en comisiones, fue aprobado en la Asamblea Legislativa el dictamen por el cual se prohíben las corridas de toros en el Distrito Federal, con tres votos a favor y dos abstenciones, los integrantes de la Comisión de Administración Pública de la ALDF (Asamblea Legislativa del Distrito Federal) aprobaron el dictamen que será turnado al Pleno para su discusión por los 66 diputados.

Ahora, paradójicamente, en un país que recién se precia de ser libre  y demócrata se habla de la prohibición de las corridas de toros como si ello no significara, mutilar precisamente esas libertades  y atropellar el derecho de cada ciudadano, o de cada grupo, mayoritario o minoritario, a que se le respeten sus gustos, sus creencias, sus aficiones.

En España dijo el conocido filósofo  Fernando Savater es “escandaloso” que un Parlamento “quiera dictar la moral de sus ciudadanos, cuando su labor es fijar normas de convivencia para garantizar el ejercicio de las libertades individuales”. Y lo que se dice del Parlamento, se aplica igualmente a la ALDF.

En conclusión, ¿de qué manera práctica puede cada aficionado contribuir de manera eficaz a la defensa de la Fiesta Brava?

Preparémonos para defender con argumentos intelectuales  los ataques que, apelando a la sensiblería o a la ignorancia de las personas, se lanzan contra la Fiesta Brava y pretenden adoptar lo que ya en Cataluña fue un hecho.

 

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