En el día 332 de la pandemia en México, al filo de las 18:30 hrs. del domingo, el anuncio del presidente Andrés Manuel López Obrador cimbró al país y lo puso en emergencia máxima, al confirmar en su cuenta de Twitter su contagió del terrible coronavirus SARS-CoV-2 causante de la enfermedad Covid-19.
El Primer Mandatario pasó, en un instante, de ser el líder que encabeza la lucha contra la pandemia a convertirse en parte de las siniestras estadísticas que han dejado ya más de 150 mil muertes y cerca de dos millones de personas contagiadas.
La mañana del lunes y hoy, martes, la secretaria de Gobernación, doctora Olga Sánchez Cordero, suplente en las mañaneras del presidente, comunicó que el Primer Mandatario se encuentra en “todo el ejercicio de sus funciones como Presidente de la República, estable y bien”.
Lamento informarles que estoy contagiado de COVID-19. Los síntomas son leves pero ya estoy en tratamiento médico. Como siempre, soy optimista. Saldremos adelante todos. Me representará la Dra. Olga Sánchez Cordero en las mañaneras para informar como lo hacemos todos los días.
— Andrés Manuel (@lopezobrador_) January 25, 2021
El mismo lunes, a media mañana, en un nuevo mensaje de Twitter, el presidente difundiría una foto donde se le ve bien e informaría que la llamada con el presidente ruso Vladimir Putin, permitirá adquirir 24 millones de vacunas Sputnik V, cuyo resultado de la fase 3 aún se desconoce.
Desde que anunció su contagio, llovieron mensajes de solidaridad nacional e internacional manifestando preocupación, respaldo y los mejores deseos por la pronta recuperación de la salud del presidente.
Aunque también proliferaron memes ingeniosos aderezados con la picardía mexicana que ve a la muerte con esa dualidad tan especial: por un lado, con respeto, pero también la reta, la trata con sorna y la invoca.
A pesar de que en el mismo mensaje donde anunciara su contagio, el Primer Mandatario señala que sus síntomas son leves y ya está en tratamiento médico, no puede confiarse él, ni su grupo de médicos, ni nadie.
Todos queremos que continué su mandato como si nada hubiera pasado, pero, pase lo que pase, haberse contagiado marcará un parteaguas, un antes y un después para AMLO.
Además, una cosa es lo deseable y otra, muy diferente, la realidad que, tarde o temprano, siempre termina por imponerse.
Por eso, tenemos que ver con objetividad y responsabilidad cuál es la evolución del estado de la salud del presidente y, hay que decirlo, tenemos que estar preparados para cualquier escenario.
Con esto no digo que se encuentre mal, me refiero a estar preparados como nación para el mejor escenario y para que el peor desenlace no nos atropelle, aunque, insisto, todos queremos ver el mejor de los lados.
Lo cierto es que, en los primeros días de contagio, los síntomas nos son tan severos como los que le siguen a la enfermedad, conforme se inocula el virus en el organismo humano.
Recordemos que el estado de salud, la edad y los antecedentes clínicos del Primer Mandatario son fundamentales e indican que los médicos deben estar muy alertas a su evolución sintomática.
El presidente es un hombre que duerme poco, trabaja en exceso y su edad, cercana a los 70 años, con padecimientos de hipertensión y el antecedente de haber sufrido un infarto, lo colocan entre la población muy vulnerable al agresivo y letal coronavirus SARS-CoV-2.
Aunque ya se dijo que, por el derecho a la privacidad, no se van a revelar datos clínicos, los mexicanos tenemos derecho a saber cómo va su salud porque es un asunto de interés público.
Por lo pronto, el mandatario se encuentra bien, de lo contrario ya lo hubieran ingresado en un hospital y no podría ni llamar por teléfono con nadie. Esperemos que la carga viral que lo infectó sea leve y no trascienda.
Son momentos de tensión e incertidumbre que nos obligan a estar al pendiente de la salud del Primer Mandatario.
Esperemos que este hecho lamentable por cualquier lado que se vea, no paralice al gobierno y que reaccione en bloque y articuladamente para aminorar la crisis sanitaria que se está saliendo de control.
La pandemia ya está en las calles de la Ciudad de México con expresiones dramáticas: hospitales saturados.
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Cualquier mandatario se debe mostrar fuerte, únicamente el tiempo nos dirá. Esperemos que solo sea un susto para México.
Lo mismo le pasó a Boris Johnson, Trump y Bolsonaro por mencionar algunos, AMLO debió haberse vacunado desde que llegó la primera remesa de vacunas, no lo hizo y ahora hasta burlas y sarcasmos tiene que soportar. Mala desicion.