Mantenemos una angustia sistemática que sobrepasa el miedo, todo se ha convertido en un patético drama. Nuestra salud, tranquilidad y en general nuestras esperanzas giran alrededor de una vacuna, sobre la que no hemos tenido respuesta de que tan eficaz es y si con ella podremos recuperar la calma perdida.
Con base a lo anterior, al momento todo ha sido funesto; hemos perdido a seres queridos, gratos amigos se han adelantado, vivimos permanentemente con infaustas noticias. La desinformación y alteración de datos es la constante. Se asegura disponibilidad para recibir enfermos en diversos nosocomios, lo real es que hay una deambulación de contagiados, quienes auténticamente mueren en la calle; en teoría hay espacios para atender el Covid-19, en la práctica solo hay confusión y caos.
Desde mi visión, la responsabilidad ha recaído en manos de una sola persona, marginando así al Consejo Nacional de Salud. Este individuo habla, habla, habla y se contradice, falta a la verdad, pero tal parece que entre más errores, más concesiones le otorga el jefe del Ejecutivo federal. No se trata de criticar al Subsecretario de Salud, simplemente debemos reconocer su ineptitud, incoherencia, descuidos e imprecisiones; lamentablemente nuestro mandatario no escucha a nadie, se muestra indiferente ante las opiniones y se encapricha con sus ideas, dando al traste con el sentido republicano en que se debe sustentar un buen gobierno.
Y de acuerdo con mi análisis, el desastre no ha sido solo en el ámbito de la salud, que es el más preocupante, también en lo económico; nuestra recuperación llevará varios años, los optimistas dan un plazo de un lustro, pero hay quien asegura que no en menos de una década volveremos a mantener condiciones adecuadas en lo que hoy estamos perdiendo: empleos, productividad y confianza, consecuencia de una administración improvisada que actúa irresponsablemente con “prontos” y “ocurrencias”. Lo peor es que lejos de que exista sensatez en el pueblo, éste insiste en sostener a gobernantes que han mostrado incapacidad y solo se han ocupado en incrementar la separación entre los mexicanos, dando preferencia al odio que puede llegar a convertirse en un severo conflicto social, cuyas consecuencias serán imprevisibles y la nada deseable guerra civil.
Otra particular conflictiva está en las relaciones humanas, donde la familia ha sufrido quebrantos no solo en lo económico, sino en otros aspectos esenciales como lo es el conflicto entre quienes deben mantener un cariño sistemático, pero cuyos lazos se han visto severamente afectados. Fortalecer la unidad familiar, sustentados en el afecto y en los valores se hace imprescindible; después de la familia también la solidaridad comunitaria es fundamental, la cual no se logra solo con palabras, sino con respaldos serios y oportunos, donde la respetabilidad, el buen trato y la cordialidad mantengan preferencia absoluta. Lo prioritario es la unidad, insistimos, el apoyar al congénere y darle oportunidad a un ambiente fraternal.
Volviendo al tema de las vacunas, insistimos en que es una alternativa a la que hemos sobrevalorado, es muy difícil adelantarnos a su eficacia. En otros males los antídotos para contrarrestarlos han tardado años, por lo que aplicando la lógica, lo que ahora nos ofrecen para combatir el Covid-19 se ha realizado con tal rapidez que sería insensato tenerle fe ciega. Aceptemos que estamos en medio del océano de la pandemia, queriéndonos salvar con una balsa endeble, por la que formulamos votos logre el bienestar, pero nada nos garantiza el éxito; lo que si resulta sano es que el gobierno federal, llegue al entendimiento de que no puede combatir solo la pandemia, se reclama del apoyo de todos, iniciativa privada y sin duda, sin excepción todos los niveles de gobierno.
Enhorabuena que se permita que los particulares adquieran vacunas y éstas se comercialicen, va de la mano con la corresponsabilidad social. Penosamente el régimen actual se dedica a denostar con intensidad a la iniciativa privada, pero insistimos, no es el momento de divisiones, ni descalificaciones.
Por lo que hace a la participación de las diversas entidades federativas, es un acierto; lamentablemente el federalismo se ha visto marginado como nunca; el centralismo que se sufre es atroz, todo pretende resolverse en las famosas y cada vez menos oportunas “mañaneras”, donde asisten los obedientes, incondicionales y un grupo de pseudoperiodistas crean diálogos en los que siempre aparece la ofensa como forma de gobierno. Bienvenida la reflexión de dar oportunidad a los Estados de la República para que asuman su responsabilidad y en la medida que puedan sean quienes protejan a su población. Y deseo precisar que el manejo político y electoral de las vacunas contra el Covid-19 debe desaparecer; es inadecuado que se llegue el momento de que a cambio de una vacuna se persuada para otorgar el voto al partido en el poder. Se señala que hay un Plan Nacional de Vacunación, pero éste no puede ser tiránico; es bueno por todos conceptos que cada gobernante en su Estado tenga la oportunidad de brindarles esa seguridad a sus gobernados.
Debemos evitar caer en lo que criticamos, no se trata de denostar, ni menospreciar la buena fe de los entes obligados en un problema en el que todos debemos contribuir para superarlo.
Me permito insistir, no debemos bajar la guardia, la vacuna es una alternativa en la que tenemos grandes esperanzas, pero más aún que ella, el cuidado, seguir las reglas y la manera prudente de conducirnos son indispensables. Aspiremos a una sociedad comprometida para luchar contra el mal y cada uno desde su trinchera llevar a cabo un trabajo constructivo y solidario. Dejemos divisiones, ofensas y desprecios, cuando hoy más que nunca debemos estar unidos todos, el que tiene con el que no tiene, el que gobierna con el que no lo hace y en general, buenos, malos y de todo tipo estemos en el mismo proyecto. La vida es lo fundamental y debe protegerse como el bien de bienes, el bien jurídico y social más relevante.
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