En la realidad mexicana existe un sinfín de mecanismos que demuestran cómo los mexicanos sabemos y podemos organizarnos de manera eficiente para el manejo de nuestro dinero. La necesidad de tener un recurso suficiente para cubrir necesidades específicas, desde el pago de luz, agua o gastos no tan indispensables como ahorrar para un viaje o vacaciones, pero ¿cómo se organizan estos mecanismos denominados “tandas”?
Es muy sencillo, están basados en cuatro principios universales: confianza, compromiso, libertad y respeto, que permiten que el objetivo se lleve a cabo para todos los que integran este esquema.
Si nuestras autoridades entendieran que basar el actuar en principios tan elementales como universales es lo que da resultado, la realidad sería otra. Trabajar con nuestros vecinos, y conciudadanos de manera tan eficaz como ya lo hacen ellos mismos, no es algo que esté lejos de nuestro alcance; pero comencemos por el respeto de aceptar que la comunidad es mayor de edad, que sabe cómo quiere organizarse, que no pide mecanismos de cómo hacer las cosas; simple y sencillamente que se respete lo que esta determina y se den facilidades para los mismos.
Tener confianza en que somos capaces de autodeterminarnos; que somos una sociedad organizada y con ánimo de participación. Lo que no tenemos son vías de comunicación con las propias autoridades.
Respetar la libertad y mecanismos en el manejo de nuestro propio dinero; ya que esa obligación de bancarización no ha sido la más afortunada por ser un mecanismo más de control que de impulso.
Si las autoridades tuvieran el mismo compromiso, que muestran los organizadores y participantes de los mecanismos de ahorro conocidos como tandas, sería viable que las cosas mejoraran. Todos sabemos que los problemas no se resuelven de inmediato, pero sí en un tiempo prudente y con cierto orden; el obstáculo ha sido que las autoridades faltan a su compromiso casi de inmediato, con lo que minan toda organización comunitaria.
Al ver cómo la comunidad siempre está por encima de las autoridades, deberíamos reflexionar: ¿por qué las autoridades no lo ven?, o quizá falta que entendamos que es obligación de la participación ciudadana hacérselos ver. En ese sentido, la clave radica en otro valor universal: confianza. La regla del juego se basa justo en este valor y es claro que no tenemos confianza en nuestras autoridades. Aquí es donde debería comenzar todo: debemos seleccionar a nuestras autoridades con los mismos valores universales, como cuando decidimos entrar en una tanda. Que quien coordine sea capaz de comunicarse y estar en contacto con su comunidad, pero sobre todo, que la comunidad tenga plena seguridad que administrará y tomará decisiones basadas en los mismos principios, que tan vigentes se vuelven ahora.
Por lo mismo, es imperante entender que la sociedad, pueblo o comunidad debe reflejar su valor y actuar en la toma de decisiones al momento de elegir autoridades. Hacer una tanda, un mecanismo muy usado en nuestra sociedad, es tan simple cuando se cuenta con esos valores universales. Por ello, no deberíamos estar tan polarizados y seleccionar mejor a quienes nos gobiernan; ponernos de acuerdo con conocimiento; no dejemos que nos manipulen y engañen tan burdamente. Hagamos comunidad y así dijere mi compadre: ¿para qué tanto brinco estando el suelo tan parejo?
Tanta ciudadanía cuanto sea posible, tanto gobierno cuanto sea necesario.
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