Las trampas de los sueños

Lectura: 10 minutos

“NO SABEMOS SOÑAR PORQUE NO SABEMOS VIVIR”

Algunas veces tienes que autodestruirte para descubrirte a ti mismo y

obtener entendimiento que la única persona que tienes que dejar ir es… a ti mismo.

                                                                R.M. Drake.

No hay vida más verdadera que la soñada.

                                  André Comte-Sponville.

Y luego de tanto esperar cientos de preparativos y soportar miles de insufribles chats del “grupo”, finalmente ahí nos encontrábamos todos después de no habernos visto e ignorado por tantísimos años: “el súper evento del reencuentro de ex alumnos”, celebrado en un exótico salón de fiestas dentro de un multifamiliar conocido por los taxistas como “los avisperos” en un pueblo de rumbos sospechosos, ambientado con tintes góticos y surrealistas, llamado Interlomas. El intolerable tráfico de este moderno barrio hacía eterna mi ansiedad por llegar a tan esperado evento y debo reconocer que los nervios me invadían todos los sentidos de mi cuerpo. Aunque en realidad no tenía idea qué esperar de este reencuentro histórico, pasaban por mi mente casi torturándome como ráfagas mentales, las “trágicas etiquetas” que nos poníamos y cómo me percibían mis compañeros en esa época juvenil: “gordinflón”, “nerd” por mi amor obsesivo a los libros y a los nombres científicos de los animales, “la metralleta” por tartamudo y “Osito Bimbo” porque era infladito y esponjosito; en esos  tiempos donde el bullying, hoy de moda, no existía en la más loca imaginación del lenguaje educativo.

Finalmente bajé del dichoso Uber, pisé el lugar de la reunión y casi de inmediato cuando entré al salón, me encontré con música de John Travolta, tequilas, tacos chafas de garnachas, cabelleras canosas, barrigas y caderas monumentales, calvas de “quesito Oaxaca” brillosas, arrugas en rostros ocultos por el maquillaje, y silicones saltarines alegremente evidentes. Nos abrazábamos entre todos efusivamente con sonrisa honesta aunque me costaba trabajo reconocer a uno que otro; pero siendo justos, algunas compañeras estaban “muy bien conservaditas” gracias a la yoga, y al “bendito divorcio”, como me dijo sonriente una de ellas.

Ya entradas las horas y las pláticas “aflojadas” y desinhibidas por el alcohol que  había ya sostenido con casi todos los presentes, donde te contaban 30 años de vida resumida en segundos temas como los hijos, la reinvención, el matrimonio, Andrés Manuel López Obrador, el odioso Trump, el divorcio, lo difícil y pinche de la vida, la lana y sus tragedias personales como temas dominantes sin excepción, aquello se transformó en un “confesionario” irreverente hasta que los vecinos nos invitaron a  “pasarnos a retirar” por tanta ¡escandalera!

En el radiotaxi de regreso a casa, recapitulé algo que me llamó profundamente la atención, y fue que la gran mayoría de los presentes me dijo que: “tuvo que renovarse completamente en tiempos recientes por tantas decepciones”, algunos más “que están hasta la madre de sus parejas y sus matrimonios”, y además “trabajan en algo distinto a lo que estudiaron en las Universidades que se suponía había sido una elección personal importante”, porque según esto, “la vida es complicada” y el destino “los llevó por otros caminos” ‒afirmaban‒, inclusive recordaba con nostalgia lo que varios deseábamos ser cuando estuviéramos más “creciditos”, un sinnúmero de cosas tan increíbles y distintas, pero para mi asombro me di cuenta que ¡sólo unos cuantos hizo eso que tanto imagino soñar!

De hecho, ya al final del evento, platiqué con quien fuera gran amigo mío; siempre quiso ser biólogo marino pero sus padres le decían que “eso no dejaba lana”, por lo que acabó estudiando Contaduría y, con algunos tequilas encima, me gritó de manera decepcionada y escandalosa: “¡Serur, eso de los sueños son una mam…!” (hoy, por cierto, este tipo se dedica a vender “guara” [1]).  Y mirando a través de la ventana bajada del auto, me venía preguntado con cierto enojo: “¡¡caray!! ¿Qué nos pasó? ¿Qué nos salió tan terriblemente mal? ¿Cómo podemos ésta, nuestra generación, inspirar a nuestros hijos con tales mediocres resultados?”. O más bien, “¿será que la manera de estructurarnos la vida está equivocada?”. He tenido la suerte de haber charlado con muchos jóvenes y alumnos durante el paso de los años, al igual que con muchas personas adultas de todos los estratos sociales y económicos del país y del mundo, y todos nos enfrentamos al mismo enigma sobre los sueños, las metas y la felicidad, precisamente porque todos deseamos tenerlos con desesperación, con gran ilusión, pero no sabemos qué son en realidad.

¿Qué es la felicidad? Pareciera una pregunta aburrida de la que todo mundo habla, y estúpida cuando la planteábamos siendo jóvenes e idealistas, sin embargo, ciertas cosas nos obstaculizan y por alguna razón se nos complica llevar a cabo muchas de nuestras aspiraciones. ¿Será que debemos pensar diferente? Quizás algo no está bien en la construcción psico-emocional humana, “en realidad nadie nos vino a enseñar nada”, las clases de Desarrollo Humano fueron canceladas de la agenda escolar, los libros desaparecen de los burós de los jóvenes y uno creería que lo importante de la vida tiene que venir por “ósmosis”, de la providencia celestial, o de nuestros acelerados y poco atentos padres contemporáneos.

Hoy queremos relaciones amorosas exitosas, pero nadie nos enseña a amar, seguimos amando según los mitos románticos culturales de Disneylandia, el sexo satánico y prohibido lo aprendemos en los prostíbulos y en los mitos sexuales de la cultura popular, continuamos produciendo una fábrica interminable de “machos” y mujeres que lo “merecen todo”. Queremos éxito profesional y económico pero no sabemos cómo manejar nuestras emociones  fundamentales, permitiendo que  la ignorancia nos consuma; queremos salud mental pero nos llenamos de ideas tradicionales falsas y absurdas, como si le pidiéramos a una máquina que haga una cosa pero el software está programado para hacer otra; queremos hijos libres, “soñadores” y talentosos pero los limitamos transmitiéndoles nuestras propias creencias, sobreprotección, idioteces ideológicas, miedos, patrones repetidos, deficiencias culturales y mismos complejos y frustraciones, cuando omitimos por completo aquellas capacidades que sirven para verdaderamente tener una vida, libre, plena y significativa, “la vida del hombre no puede ser vivida repitiendo las patrones de su especie” (Fernando Savater, Ética para Amador, 1991). Pero ¿por qué no?, una ayudadita no nos caería nada mal. ¿Cuál es el precio que seguiremos pagando? “La mente y las emociones jodidas, distorsionadas, sólo provocarán acciones jodidas y descompuestas de origen, por lo que estamos condenados a fallar siempre”.

Casi todos los seres humanos de este planeta queremos ser libres y felices, tener una buena vida, pero honestamente no sabemos cómo hacerlo y no es nuestra culpa. Pareciera que todos hemos caído en “la trampa de nuestros propios sueños”, muchos de ellos impuestos, ideas, creencias y obsesiones mal fundamentadas, y así vamos caminando por la vida en el transcurrir de los años, persiguiendo sueños obsesivos que juramos que son verdad absoluta pero al paso del tiempo nos damos cuenta que no tiene sentido alguno y nos damos cuenta de la metida de pata. Sin duda, las respuestas a estas difíciles preguntas pueden ser cientos y bastante variadas; muchos sociólogos, psicólogos,  filósofos y pensadores han abordado el tema con interpretaciones muy diferentes postulando que en esencia hay algo básico que no “checa” del todo en la sociedad y en el pensamiento moderno, pero curiosamente una gran mayoría de estas interpretaciones coinciden en algo muy básico: la diferencia de conseguir los sueños y una vida relativamente feliz radica en la construcción de un ser humano lo suficientemente capaz de entender la vida, evolucionar con ella, entender su libertad, la flexibilidad, adaptabilidad y la capacidad que tienes de respuesta a los problemas de la vida y enfrentarla con sabiduría y responsabilidad.

Esto último es un pensamiento sólido que resume perfectamente la combinación de frases de un libro de Fernando Savater, filósofo español que estudié durante la Maestría, y quien afirma que quizás el gran problema de hoy es que somos seres construidos por nuestro entorno y jamás nos enseñaron a pensar a estructurar sólidamente nuestros sueños e ideales, a tener la cualidad del entendimiento por la vida, a discernir lo que nos conviene y lo que no en nuestra forma de vivir, a darnos el tiempo de conocer nuestra verdadera esencia, descubrir la felicidad, porque también para ser feliz hay que aprenderlo a hacer como las matemáticas en la escuela y, sobre todo, aprender a vivir y a hacer lo que nos plazca, ya que sólo nos enseñan a dar resultados (Savater, 1991).

A fin de cuentas, en el mundo hay otras muchas voluntades y necesidades que no controlo a mi gusto. Si no me conozco ni a mí mismo ni al mundo en que vivo, mi libertad se estrellará una y otra vez contra lo necesario (Savater, 1991). No hay que culparnos de nuestros fracasos, sólo incurrimos en errores de juicio como consecuencia de la vida misma, de modo que ve entendiendo algo, querido lector, y dejemos las cosas claras en varios puntos relevantes. Todos los seres humanos desde que nacemos somos construidos y programados bajo una estructura de ideas, órdenes y costumbres. Lo que nos han dicho que es verdadero son simples ideas inventadas por alguien o adaptadas por grandes grupos de personas. Nos convertimos en seres productivos porque se nos ha impuesto un sistema social y moral desde que nacemos. Nuestra cabeza desde que nacemos es bombardeada masivamente de conceptos y deberes inflexibles a lo largo de la vida; la cultura, mitos y tonterías nos comen el coco y se incrustan en lo más profundo del subconsciente; nuestro pensamiento es moldeado y se nos exige cumplir muchas expectativas de los padres que hacen lo que “pueden”, de los maestros, de la sociedad en general, y de todo aquello que se espera de nosotros, así que de pronto vamos construyendo una imagen y percepción de nuestro ser, tan ficticia, que nos hace prisionero de ella misma, hasta que vamos descubriéndonos a lo largo de los años cuando este “ser construido” empieza a enfrentarse con la realidad misma y es ahí donde nos atoramos. La sociedad con su política de “avestruz” no precisamente está acostumbrada a hablar, en esta época de nuestras vidas, de felicidad, de amor, de libertad de emociones, de sabiduría, de desarrollo cognitivo, cuando son las emociones mismas que marcan y manejan el destino de una persona en el desarrollo de su vida.

Todo esto nos lleva como consecuencia a empezar a estructurar decisiones híbridas de vida inminentes, jamás olvidemos esta máxima: vamos siempre a responder conforme a lo que tengamos en la cabeza. Es así que empezamos a soñar y a decidir, a elegir profesiones y caminos, mundos nuevos de nuestra fantasía que, quizás, muchos de esos sueños que tuvimos en realidad fueron impuestos y desperdiciamos muchos años en cumplir “expectativas”, y no sueños propios, al contrario, alcanzamos metas inconsistentes con nuestros deseos. Por desgracia, cada una de estas reflexiones que ahora he querido compartirte, adorado lector, no es poca cosa. Desafortunadamente en esta vida tan vertiginosa y, por flojera mental, jamás nos detuvimos para pensar en nuestra formación, o en algún momento de nuestras vidas nos hicimos las grandes preguntas de la existencia y cuáles eran nuestros verdaderos sueños. Justo ahí es donde nos “trabamos”, pero te aseguro que tú mismo puedes encontrar las respuestas en tu mente si modificas tu comportamiento y percepción de todo lo que haces. Es más, ahora que lees estas palabras, neta, ¿recuerdas tus ideales y anhelos juveniles? ¿Los cumpliste? ¿Te identificas con el tan sonado evento de ex alumnos?

Desde pequeños hemos estado saturados de las expectativas del entorno, de la gente que nos rodea, y de los ideales de nuestros padres a quienes “debimos” responderles como una consigna obligatoria. Sin embargo, ¿cuántos de tus sueños, metas e ideas son verdaderamente “tuyas”? ¿Cuántos de tus sueños están basados en lo que te impusieron y no lo que realmente deseabas en tu esencia? ¿Cuántos de los supuestos sueños que has tenido en tu vida los has alcanzado? ¿Cuántas metas fallidas y sueños fracasados? ¿Te has sentido frustrado, desesperanzado y decepcionado en el camino hacia tu felicidad?

Después de la desesperanza viene la sabiduría, la simpleza que, de pronto, te regala mucha luz, nunca es demasiado tarde, siempre es muy gratificante volver a empezar y reestructurar la vida, componer el pensamiento y reforzar las ideas pero, sobre todo, reinventar los sueños. Como dicen en la cultura francesa, todo ser humano tiene que pasar necesariamente por la “petit mort” –la pequeña muerte–, donde mueres y vuelves a resurgir, y si logras hacerlo correctamente surgirá de tu interior la mejor versión de ti mismo, serás impecable en todo lo que hagas. Por eso, querido lector, más bien la solución es “aprender a vivir bien” y a darte una buena vida, así que ¡atrévete ya a hacerlo!

Aunque no lo creas, formas de conducta que aprendemos pueden llegar a ser nuestras peores enemigas porque nos hace necios y a la larga acaba matándonos. ¿A cuantas personas de tu alrededor o de tu familia conoces que siguen neceando en ideas arcaicas, creencias, mitos y deberes que han hecho de sus vidas sólo frustración? El aprendizaje, el conocimiento, la autoexploración, la sabiduría, el hecho de cambiar las prioridades, la evolución de los sueños y transformar tu pensamiento haciéndolo más flexible y tolerante nos permite ver miles de oportunidades hermosas que te ayudan a percibir tu vida y realidad con ojos nuevos y frescos. He aquí los componentes fundamentales de la felicidad.

Los grandes sueños de la existencia como ser futbolista, llegar a la luna o ser cantante, son solamente un camino o conjunto de ideas y objetivos que fueron construidos en nuestra mente a partir de muchas cosas que hemos captado de nuestro entorno, lo cual dan sentido metódico del porqué nos levantamos de la cama cada día. Pero debes saber, adorado lector, que los sueños y las metas cambian, van transformándose conforme pasan los años y adquirimos experiencias en la vida, por eso el pensamiento no es lineal ni estático. Es tu derecho pensar con flexibilidad y casi una obligación aprender y entender que la vida no funciona de esa manera, porque de lo contrario caeríamos en una espiral constante de desesperanza y frustración que nos llevaría al desastre a la resignación y al aburrimiento.

Miles de tesis y pensadores actuales coinciden que antes de soñar hay que construirse y evolucionar como persona, si no siempre serás víctima de “planes fallidos de vida”. Quizás, tu vida misma en realidad sea el sueño que hay que aprender a vivir y a “vivir bien”. La felicidad es un derecho, pero hay que saber construírtela, no te cae del cielo ni a punta de fregadazos; ya ponte a leer, pide ayuda, edúcate, aprende, renueva tus ideas, adáptate y quítate tanta basura innecesaria del cerebro que cargas y que te lleva a hacer lo mismo constantemente a pesar de las “circunstancias que vives” que se volvió el pretexto favorito para no atreverte.

Las respuestas no están en los mensajes inspiradores de Facebook, de los Snapchats, ni en tanta corrupción y banalidad espiritual de la que te venden hoy en día. Neta, querido lector, tómate ya tu tiempo y dedícate a pensar en ella, como decía el gran pensador y filósofo judío Baruch SpinozaLos niños no son libres por su poco entendimiento, dependen de las ideas de sus progenitores, pero aquél que no evoluciona en su mente sobre su cuerpo y pasiones, estará condenado a jamás descubrir su propia libertad viviendo bajo el sometimiento a las causas exteriores y a las tragedias de sus propias ideas (Gilles Deleuze, Spinoza: Filosofía práctica, 2016).

Sin duda, “la vida es el sueño que debemos vivir tal como es”. El sueño es la búsqueda de la sabiduría y el conocimiento; en tu propia evolución, desarrollo y apertura mental, aparecerán ante ti miles de nuevos sueños y oportunidades que ni siquiera imaginabas, sólo hay que tener la cabeza lista y los ojos muy abiertos para mirarlos, muchos de ellos ¡están enfrente de tus propias narices! En una reciente conferencia que impartía en una universidad, me preguntó un alumno que “si había cumplido mis sueños”, y después de una pausa mientras pensaba mi respuesta, le contesté que “había cumplido hacer edificios, escribir libros, ser aviador, tener hijas, pero en realidad había logrado mucho más allá de los sueños que alguna vez imaginé, porque la vida misma día a día me regala momentos que jamás hubiera imaginado ¡ni en los sueños más locos!”.  Y son mucho más hermosos porque aprendí a verlos en mi vida cotidiana en los pequeños detalles; las necedades de las ideas rígidas a veces nos crean obsesiones por alcanzar algo de una forma específica y metódica que nos priva de ver otros miles de oportunidades que se presentan en el camino.

Por eso, deja ya de ser víctima de tus propios supuestos sueños que te llevan por caminos equivocados, de aquellos pensamientos e ideas caducas mal estructuradas que llevas cargando durante años y que han consumido gran parte de tu vida y tu verdad. ¿Vas a seguir siendo parte de la estadística de los viejos que mueren frustrados o de quienes jamás hicieron lo que quisieron en esencia y verdaderamente? ¡Si no me crees… siéntate a hablar con tus abuelos y la gente mayor que te rodea y nadie te va a hablar de sus éxitos económicos, te hablarán de sus emociones y sus sueños!”. Esto es cosa muy seria, así que atrévete a descubrirte y a pensar cómo quieres vivir, como ¡se te pegue la regalada gana! Nunca es tarde, ve ya a buscar tus verdaderos sueños limpios y puros y déjate de hacerte güey… ¡Hazlo! ¡Te sorprenderás!

[1] Facturas falsas.

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Pedro julio aviles

Genial

Jeannette Hamui Abadi

Noe lleva Serur a una imperiosa reflexión de nuestra vida y nuestros sueños.

Ricardo Aman Medina

Pepe Serur: aplaudo tu reflexión y me identifico con esta en muchas partes. El camino de la vida puede tener bados decepcionantes. Las formas y estilos; los pensamientos y creencias parecen cambiar con el paso de los años. Lo que nos mueve a ir adelante es seguir creyendo en quienes somos y lo que podemos dar con amor. Igualmente hay que tener respuestas y saber recibir la vida, el amor, el conocimiento u la experiencia. El tiempo nos molesta pero no lo damos importancia muchas veces. Con esta lectura tů nos regalas un espacio para hacer una pausa en nuestro pensar y en nuestro sentir. Y asi sumar una bonita experiencia más. Agradecido estoy. Sigue adelante.

Luis Mejia

Extraordinario e inquietante pensamiento, invitas a la reflexion sólida y honesta lo cual es muy difícil y tal vez imposible en la mayoría de la humanidad sin importar religión, posición social y económica, cultuta, títulos y profesión.
Creo lograste motivarme a lo nunca debemos de buscar y es solo seguir diariamente el sueño que la vida nos regala diario.
Vivo feliz y haciendo lo que alguna vez y en su momento SOÑÉ.
Gracias mil mi Pepito.

Miguel Gonzalez-Hermosillo

“El Sueno es la busqueda de la Sabiduria y el conocimiento”
Maxima que significa que la vida es mas compleja y profunda de lo que nos imaginamos al inicio del transito terrenal al que fuimos traidos todos los nacidos de mujer.
Sin embargo de esra maxima, esta la postura mas sencilla y realista de que la vida no es otra cosa que nuestro propio devenir diario, es ahi donde se aplica lo que en sintesis y en esencia el autor propone en esta reflexion: Son las decisiones de cada quien, las que estructuran la realizacion de los sueños individuales, lo dificil es compaginar ambos en el sentido adecuado para que al final del camino la perspectiva de lo recorrido se manifieste recta y sin obscuridades. Eso es lo que cuenta amigos mios! Lo demas son ilusiones opticas!

Luis Higgins

Finalmente alguien que escribe respecto a lo que realmente es importante y trascendente. Esta búsqueda es sin duda cada vez más difícil dada la estructura social e imperio mediático que con un peso inmenso inhibe los intentos de los jóvenes, y en general de la gente, por vivir una vida genuina, apegada a los deseos personales, únicos en cada uno de nosotros. Una búsqueda difícil, mas no imposible y en cuyo resultado se nos va la vida; no poca cosa. Gracias por el artículo.

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