Me parece que la manera de apreciar la evolución de la COVID-19 como pandemia, es observando el número de casos que sucede entre la población en un tiempo determinado. Para ello comentaremos la incidencia en casos por 100,000 habitantes, que también resulta trascendente observar la mortalidad en la población en general, y lo haremos con fallecimientos por millón de habitantes y, por último, la letalidad, es decir, el número de muertos de acuerdo con el número de casos. Todo lo haremos durante el tiempo en que se han presentado los casos de esta nueva enfermedad y hasta el 28 de junio.
Utilizo los datos de la página datosmacro.expansion.com, la cual es fundamentalmente económica, pero que ha venido haciendo un seguimiento puntual de los casos de la enfermedad causada por SARS-CoV-2. Como se trata de una pandemia, se pueden hacer comentarios en los resultados obtenidos en diferentes países, y aunque la enfermedad no inició simultáneamente en todos lados, sí es posible hacer comparaciones puesto que se extendió rápidamente como una ola.
Comentaba en una nota anterior que la COVID-19 es en realidad una sindemia, ya que además de ser una epidemia por presentarse más casos de lo esperado, tiene notables repercusiones económicas y no sólo las ocasionadas por el gasto que provoca su atención, sino aquellas relacionadas con la producción y la productividad de todos los países y las graves afectaciones sociales, fundamentalmente surgidas por las restricciones en los intentos para contenerla; pero también en los temores y miedos por la gravedad de la situación y sus consecuencias políticas porque los gobiernos han tenido éxitos y secuelas por las medidas adoptadas ante la enfermedad.
Les muestro unas tablas y unas gráficas en las que vierto los datos obtenidos sobre incidencia, mortalidad y letalidad de diez países americanos, ocho europeos y dos asiáticos. Podemos observar que los resultados obtenidos en China y Corea del Sur son destacadamente buenos frente al resto, China logró contener la enfermedad en una zona específica de su territorio y también consiguió mantener una letalidad que ahora vemos baja al compararla con otros países; aunque, claro, tomaron medidas sanitarias drásticas que incluyeron aislamiento social absoluto y obligatorio, la realización de un gran número pruebas diagnósticas consiguieron levantar rápidamente en las zonas afectadas hospitales bien equipados para la atención de los pacientes. En Corea del Sur hubo una inmediata reacción con las medidas sanitarias y consiguieron muy buenos resultados, a pesar de tener una mayor incidencia al conseguir una letalidad muy baja. En ambos países los casos nuevos son muy bajos y llevan varios días con mortalidad en 0 o cercana a cero.
En Europa los resultados son contrastantes, se comenta que la respuesta fue tardía y algunos países como Italia, España y Reino Unido van teniendo muy malos resultados con gran número de casos por cien mil habitantes y una mortalidad elevada por millón de habitantes, a pesar de que los tres contaban y cuentan con servicios de salud catalogados como de los mejores del mundo. Finalmente, tuvieron que tomarse medidas sanitarias estrictas que han conducido a una disminución considerable del número de casos y una mortalidad de varios días en 0. Al comparar los datos de Suecia, Noruega y Portugal se pueden obtener observaciones interesantes, en los dos últimos las medidas sanitarias, el aislamiento social y la realización de pruebas diagnósticas amplias fueron estrictas, mientras que en Suecia fueron muy laxas e incluso voluntarias, la diferencia entre el número de casos y el número de fallecimientos son notables.
Entre los países de América, la pandemia, aunque se inició posteriormente, se extiende hasta ahora, y mientras en Europa el número de casos y fallecimientos ha disminuido considerablemente en nuestro continente, la incidencia y la mortalidad se encuentran en los puntos más altos. Aquí las medidas gubernamentales han sido dispares, en Estados Unidos se inició la invasión por SARS-CoV-2 y las medidas sociales para aislar a la población fueron diferentes en distintos estados, en Nueva York tuvieron al inicio un gran número de casos y una elevada mortalidad, sin embargo, con medidas severas, tomadas por el gobernador y el alcalde, lograron contener la COVID-19; esto no ha sucedido en otros estados y en California y Texas tienen la incidencia más alta, con mortalidad y letalidad elevadas. El caso es que, a pesar de tener un gran servicio de salud, tienen la mayor mortalidad por millón de habitantes del continente.
En algunos países centroamericanos, aun sin contar con un sistema de salud tan avanzado, los resultados han sido buenos o muy buenos, como en Costa Rica y Honduras donde por las medidas sanitarias aplicadas, los resultados son exitosos; se puede decir que son países pequeños y menos transitados, pero los datos ahí están. En algunos países sudamericanos el inicio de la pandemia fue caótico, como ejemplo Ecuador y Perú, sin embargo, posteriormente establecieron medidas sanitarias estrictas y los resultados al momento no son tan malos, en Chile el número de casos por cien mil habitantes es muy elevado, no obstante, la mortalidad y la letalidad son mejores que en otros sitios; quizá se deba a la práctica amplia de pruebas diagnósticas (PCR) que se llevó a cabo y, por lo tanto, el número de casos confirmados mayor.
En Brasil se presentaron y siguen manifestándose muchos casos nuevos, pero mantienen una letalidad y una mortalidad mejor que la que está sucediendo en Estados Unidos. En México los resultados han sido intermedios, aunque la letalidad es la más alta de América, lo que probablemente se deba a que han estado haciendo muy pocas pruebas diagnósticas y por eso el número de casos leves o asintomáticos están subdiagnosticados, lo cual puede elevar artificialmente la letalidad y disminuir la incidencia.
Como hemos estado enfrentando a una enfermedad desconocida, a pesar de que lleva ya seis meses entre nosotros, las respuestas han sido diferentes y no necesariamente se pueden criticar, sólo se podrá hacer a posteriori, dado que las medidas sanitarias tienen repercusiones económicas y sociales notables. Las medidas en China y Corea del Sur con aislamiento social y confinamiento obligatorio y forzado, aunado a la realización de muchas pruebas diagnósticas, han conseguido buenos o muy buenos resultados, aunque han sido calificadas en otros sitios –no sabemos si al interior– como autoritarias.
También consideremos que los llamados rebrotes son manejados de una manera similar, con aislamiento de los enfermos y los contactos, así como la realización amplia de pruebas diagnósticas para detectar enfermos no sólo graves sino con enfermedad leve e incluso asintomáticos. A los gobiernos de España e Italia se les acusa de haber tomado las medidas de manera tardía, sin embargo, consiguieron abatir los casos, los fallecimientos, y con ello la letalidad, la incidencia y la mortalidad. Las medidas de confinamiento fueron estrictas, obligatorias y vigiladas, y ahora han iniciado un periodo de flexibilización, cuando sus cifras de casos nuevos son muy bajas y la de fallecimientos aún más; tuvieron una respuesta enorme para conseguir atender a los enfermos que en un momento fueron muchos y, para otros periodos, la saturación de camas de hospitalización y terapia intensiva fue absoluta, llegando a tener problemas incluso para manejar los cadáveres de las víctimas de la enfermedad. Ahora están cuidando enormemente los rebrotes, realizando muchas pruebas, identificando los casos de contagio, y cuando los descubren practican un aislamiento extremo de los enfermos y sus contactos.
En Suecia el confinamiento fue voluntario y sin vigilancia, obteniendo resultados menos buenos, todavía a fin del mes de junio tenían varias centenas de casos nuevos y varias decenas de fallecimientos. En América han sucedido casos que llaman mucho la atención. Los únicos gobernantes que no usan cubrebocas son Bolsonaro, López Obrador y Trump, quienes continúan con sus actividades acercándose a la población en giras y actividades políticas, y que han mandado mensajes contrastantes acerca de la gravedad de la COVID-19. En América se han iniciado las medidas sanitarias que, en México, Brasil y Estados Unidos no fueron estrictas, teniendo muchos miles de casos nuevos y muchos cientos de muertos diariamente. En México aún no se realiza la búsqueda de casos con pruebas de PCR amplias. No sabremos el éxito de los resultados hasta después de un tiempo, e indefinido; es cierto que las consecuencias económicas han sido notables, pero es difícil compararlas con las sanitarias.
Creo que dos actividades serán de gran riesgo en el futuro del control de la enfermedad, las actividades de ocio (casi un oxímoron) y el turismo, los empresarios de ese sector han presionado muchísimo para que sus actividades se abran y que no cabe duda de que los beneficios económicos de hacerlo serán notables, pero lo que pasará con el SARS-CoV-2 no lo sabremos hasta que suceda.
El director de la OMS, Tedros Adhanom, ayer comentó que lo peor está por suceder y pareciera que no todo mundo lo escucha. Es destacada la inversión conjunta de los países de la Unión Europea que han creado un fondo de muchos miles de millones de euros para apoyar la búsqueda de una vacuna; la que aún no se ve cercana y que sería una verdadera solución a la crisis. Dos acciones gubernamentales curiosas, aunque no necesariamente negativas para sus gobernados, han sido las realizadas por los presidentes de Brasil y Estados Unidos; Bolsonaro hizo un donativo (inversión) de varios cientos de millones de dólares a una compañía inglesa (Sanfer) que le garantiza obtener cien millones de dosis de la vacuna que dicen están a punto de conseguir. Con medios menos claros, Trump acaba de lograr que toda la producción de remsedivir se quede en Estados Unidos para garantizar el tratamiento de los americanos y que, por cierto, no está absolutamente evidenciado que el antiviral sea realmente tan efectivo.
Todos los países tuvieron que hacer un esfuerzo extraordinario para contar con instalaciones hospitalarias; en otros, el primer nivel también fue privilegiado. En ese sentido, México lo consiguió, reconvirtiendo hospitales, haciendo varios de manera provisional, y aunque la atención seguramente no ha sido homogénea, sí ha resultado suficiente. Me parece, no obstante, que la disponibilidad de camas de hospitalización y de terapia intensiva no debiera ser el indicador para flexibilizar las medidas sanitarias, sólo debería influir la disminución en la presentación de casos nuevos y la mortalidad por la COVID-19.
Estamos ante una sindemia no vista en cuando menos 100 años, y a pesar de que ahora se cuenta con mayores medios científicos y tecnológicos, el desconocimiento de su historia natural ha impedido su control.
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Muy atinada su observación, doctor Ramiro. Sin duda el que las medidas de ataque y preventivas se hubieran retrasado, ante la indiferencia de las autoridades, tuvo y tiene sus repercusiones. Guiarse por la disponibilidad y ocupación de las camas hospitalarias para tomar la decisión de “volver a la nueva realidad” ha sido un despropósito, en tanto la cantidad de contagiados y muertos es cada día mayor. Es difícil entender cómo y porqué se tomó la decisión de empezar a volver a la nueva realidad cuando la curva tan mencionada no estaba aplanada; más que eso: está cada día más alzada.
Lo que no puede entenderse es si los países que han tenido menos contagios y fallecidos se han empeñado en hacer la mayor cantidad posible de pruebas que les permitieron, y permiten, confinar a los positivos; por tanto, a disminuir la propagación del contagio. ¿Porqué nuestras autoridades no se esfuerzan en hacer más y más pruebas? Esta es la única medida que ha dado resultado, junto con el confinamiento estricto.
Gracias Dr. Nieto
Muy interesante el contenido y la comparación. De acuerdo con “sindemia”. Cada país ha abordado el problema s su manera, tratando de conocerlo mejor y por tanto, solucionarlo en forma adecuada
Los recursos de que dispone cada país en cuanto a financiamiento, personal de salud, infraestructura y tecnología es diferente y desigual
Por otro lado, los mejores sistemas de salud no hicieron la diferencia pero si los recursos financieros y tipo de gobierno.
Por cierto, Estados Unidos con todo su capital y tecnología, no tiene un Sistema de Salud. Lo que tiene en infraestructura y la atención a la salud que proporciona, es mala y desigual para grupos marginados, en especial, la Atención Primaria.
Es claro que enfrentar una enfermedad desconocida ofrece oportunidades al responder de diferentes formas y con diferentes recursos y más cuando se trata de una SINDEMIA, la información presentada es clara a pesar de que sabemos que los números pueden ser manejados de diferentes formas y si bien nuestros hospitales se convirtieron en hospitales COVID los pacientes habituales de esos hospitales están sufriendo el abandono de su atención y muy probablemente también en muchos casos defunciones que tendrían que ser agregadas a los provocadas por el COVID
Doctor Ramiro es interesante que usted cómo médico internista haga este comparativo en algunos países de Europa, Asia y América sobre medición y problemas que se presentan ante la COVID-19. El haber agregado gráficas ayuda a conocer el manejo de ésta epidemia en las que se han tomado diferentes medidas, obteniendo variados resultados.
El presidente de México en efecto no usa cubrebocas, pero ahora que ha iniciado su trabajo No permite que la gente se le acerque, además de que guarda “la sana distancia”.
El problema que tenemos en México es que nos hace falta más educación y cultura y esto nos ha llevado a la situación en que nos encontramos.
Leí el artículo de Law and Medicine donde hablan específicamente de cada país y lo que mencionas es muy cierto pero lo que está pasando aquí en los Estados Unidos es que tenemos un psicótico presidente que está gozando las muertes acá el antiviral se ha escondido y es difícil de encontrar para los hospitales y ahorita ha hecho mandado que las escuelas se habrán sin protección criticando las recomendaciones de los científicos de Public Health como se da cuenta que es posible no se valla a ganar la elección se está desquitando matando gente es una locura el y los idiotas que le creen han sido los culpables de la matanza del pueblo. Me gustaría hablar contigo Manolo. Leo todos tus semanarios.